Capítulo 4

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Capítulo 4


A la mañana siguiente Sabrina amaneció un poco desorientada. Y no culpaba al alcohol, sino al trasnocho.¿O podía decir que era por ambas?



Se levantó poco a poco de la cama. No podía creer que se encontraba allí y que Christopher hubiese cedido un poco. Aquel había sido su apartamento de soltero. Al cual huía cuando escapaba de Londres y de la presencia de su madre.



Y ni hablar de lo que siempre acababa haciendo dentro de él. Y el motivo de que lo hubiesen considerado como el soltero más codiciado e imposible de atrapar.



Sabrina caminó hacia el baño. Necesitaba tomar una ducha fría y así poder despertar por completo. No era de esas mujeres improductivas que conocía. De esas niñas de cunas que no hacían nada. Simplemente presumir de la suerte que la vida les había dado al nacer en una familia adinerada. Ella también venía de una familia poderosa y muy rica. Aunque simplemente fuese Lady Stewart para unos o la prima del futuro duque de Stafford para otros. Sin embargo, nunca había seguido el paso de la demás chicas de su sociedad. Quizás por ello su personalidad no era tan fría y antipática.



Y aún podía recordar aquella conversación antes de que Christopher se marchará junto a Amy a su luna de miel.



¡No seas tan duro, Christopher!— le había expresado Amy al darle un pequeño codazo— Ella no es el antiguo Christopher Williams.

Simplemente te estoy pidiendo prestado tu apartamento por un tiempo. He decidido quedarme un par de semanas, antes de regresar a Winchester. Me gustaría participar en una campaña que se hará aquí en una fundación para niños sin un hogar. No puedo quedarme con los brazos cruzado y fingir que no sé nada. Sabes que es lo que me gusta hacer... Ayudar a los demás.

Sabrina...— guardó silencio, mientras miraba a su prima a los ojos— Espero que tu madre no quiera matarme después...— sonrió un poco— Para ella nunca he sido un buen ejemplo para ti.

¿Y acaso ha habido un momento de nuestras vidas que le hayamos escuchado y hecho caso?

Sabrina...

No tienes que preocuparte por mí... Estaré bien.— sonrió a su primo con una cara angelical— Prometo no hacer ningún desastre descomunal ni romper corazones en cada lugar que vaya... Simplemente seré una voluntaria en el evento que se llevará. Y luego regresaré a mi casa. ¡Lo prometo!

¿Por qué será que lo que más temo será los corazones roto que dejes aquí?— expresó en tono burlón.

¡Christopher estoy hablando en serio! ¡Y soy inocente!... No soporto a los hombres que creen que solo soy una cara bonita con un cuerpo exquisito. Soy más que eso... Y hasta que no consiga a alguien que realmente lo vea. Siento mucho por los corazones que se rompan en el camino... No será el mío.— sonrió un poco más, al mismo que hacía un gesto gracioso.



Ahora se encontraba allí. Christopher le había dado las llaves y le había concedido estar el tiempo que quisiese estar allí.



Entró a la ducha, después de despojarse por completo de su pijama. Y sintió aquella agua recorrer su cuerpo, de una manera relajante y exquisita. Ese día empezaría su trabajo como voluntaria en aquella campaña. Era una figura publica, aunque no muchos la conocían en Estados Unidos, sino e Inglaterra.



El amor podía esperar. Aunque ya ni estaba segura si quería encontrarle. Aunque una vez le había comentado a Amy que deseaba encontrar la misma suerte que su primo tuvo y hallar su media mitad en aquel lugar.



Y una vez pensó que lo había encontrado. Todo había sucedido en aquel primer viaje que había hecho con Christopher y con Amy en aquel lugar, para después descubrir que simplemente había sido un tonto sueño.



Esa persona había fingido ante ella, sólo para conseguir escalar un poco más. Aquello le había destrozado el corazón, pero no su alegría. Simplemente le había convertido en una escéptica. Y ahora protegía más a su corazón.



Sabrina abrió los ojos bajo la ducha y decidió borrar de su cabeza aquel ayer. Había mejores cosas de la que pensar.



— Hoy es un nuevo día...



Salió de la ducha y decidió buscar que ponerse en su closet. El tiempo era valioso para perderlo innecesariamente.



Sebastian ese día había decidido salir a muy tempranas horas del día. Correr le llenaba de energía y le quitaba la pesadez que podía tener por algún motivo sin sentido. Le relajaba y le hacía sentir más lozano. Era consciente que en dos día debía volver a trabajar y viajar en aquella ruta hacia Madrid. Con una noche de estadía para regresar de nuevo a casa. Y al siguiente de haber regresado, un ida y vuelta a Caracas.



Se recordó en ese momento que si todo iba bien en los últimos examen que había presentado, conseguiría aquel puesto de capitán y dejaría ser copiloto. No se quejaba de su trabajo, pero quería seguir creciendo en aquella profesión aeronáutica. Venía de una familia que había ejercido dicha profesión. Y ahora tan solo le hacía falta a él conseguirlo. Ser: Capitán Sebastian Evans. Y el más joven en conseguirlo.



Sin embargo, algo le borró aquel pensamiento cuando vio salir a una joven rubia del edificio en donde él vivía. Aún la reconocía a pesar de los días que habían pasado. Era ella. Sí, era aquella mujer que le había hecho un desplante aquella noche en aquel club nocturno.



— ¿Vives aquí? ¿Somos vecinos? ¿Cómo es posible que nunca me hubiese cruzado contigo, hasta ahora?



Había querido acercarse a ella, pero aún se encontraba un poco retirado. Y aquella misteriosa mujer había tomado un taxi y se había alejado de allí. Dejándole con cientos de preguntas en su cabeza.

Irresistiblemente Tú (2do Libro-Serie "Un Cambio Inesperado")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora