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prologue
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Era una tarde soleada, se podía notar con los rayos de luz que se colaban en las ventanas del carro donde iban de camino a su nuevo hogar.
Ambos se preguntaban qué es lo que estarían haciendo si no hubieran tomado esa decisión. Decisión que la mayoría de sus familiares no estaban de acuerdo. Pero qué se podía hacer, todos sabían que ellos necesitaban irse y olvidar —o por lo menos, intentarlo— todo lo relacionado con aquel sufrimiento que estaban pasando.
Ninguno de sus familiares y amigos querían que ellos, solos, pasaran por aquel sufrimiento; estando en otro lugar, lejos de ellos, pero como dije antes, no se puede hacer nada.
Ambos tomaron la decisión que para sanar tienen que dejar atrás su hogar y empezar de nuevo.
Pero en este momento, donde los dos estaban sentados en la parte delantera del carro, uno en el lado del piloto y la otra, en el lado del copiloto, viendo por la ventana. Ambos pensaban en aquellas personas que acababan de perder, en cómo seguir adelante sin aquella persona fundamental para sus vidas.
Adhara observaba un paisaje nuevo para sus ojos pasar a toda velocidad.
A la misma velocidad que cambió toda su vida. Toda su jodida vida.
Adhara pasó su brazo por el borde de sus ojos, para limpiarlos de las lágrimas, que se habían acumulado en ellos. En ese instante, sintió una mano agarrando la suya y dándole un suave apretón, para después, dirigir su mirada hacia el lado izquierdo donde su mellizo la veía con un gesto de preocupación. Pero ambos sabían que sus ojos demostraban más que solo preocupación, tristeza y dolor
—Lo superaremos, podremos con todo esto, ¿de acuerdo? —le susurró Regulus. —lo haremos juntos pequeña cometa —le volvió a susurrar dándole otro suave apretón en su mano.
Para Regulus tampoco ha sido fácil, no podía derrumbarse frente a ellos. Él era el hermano mayor, tenía que mantenerse fuerte.
Pero lo único que quería, era pasarse el resto del día en su habitación, tapado con sus cobijas, con sus ojos levemente rojos y sus labios secos, sin la compañía de nadie. Ni siquiera de su melliza, Adhara.
Quería estar solo.
Si les hubiesen preguntado a ambos, cómo se sentían en ese momento, les responderían: "Como una mierda".
Ambos estaban sufriendo un dolor que jamás se imaginaron pasar —por lo menos no a esa edad— pensaron que ese momento, ese dolor lo sufrirían hasta años después, cuando ya fueran adultos, cuando supieran que faltaba poco.
Pero la vida es injusta, hasta en el ser humano más bueno.
Y en eso, ambos se dieron cuenta que, la vida es injusta por quitarles a aquellos que más querían, por hacerlos sentir el dolor de decir adiós. Porque lo que la vida se lleva, no vuelve nunca.
Y ahí estaban ellos dos, junto a Arcturus, rumbo a Beacon Hills, para empezar una nueva vida.
Welcome to Beacon Hills Regulus y Adhara.
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Los quiero hasta las Estrellas ☆
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