Capítulo 6: Secuestro

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Con el sueño adherido a tus hombros y pesando en tus ojos debido a una clase cuyo nombre comenzaba en "finanzas..." salías buscando algo de comer que pudiese reponer tus energías. Quizás algo frito, quizá algo dulce o quien sabía, tal vez lo que necesitabas era algo clásico y muy común.

Casi que saltando las escaleras hacia abajo, pensabas en muchas cosas, pronto sería la época de exámenes y la flojera que te daba sentarte estudiar ya comenzaba a preocuparte.

La procrastinación si que era una tendencia difícil de domar.

Mientras tales banales pensamientos invadían tu cabeza, una pesada mano cubrió tu boca con firmeza y te arrastró hacia un recóndito rincón bajo las escaleras. Una vez atrapada por el misterioso sujeto a tus espaldas, le prometiste al de arriba estudiar con más ganas si lograbas salir ilesa de dicha situación.

—Acompañáme un momento. —dijo a tu oído una muy familiar voz, rasposa y ligeramente repelente.

En ese momento se te volvió el alma al cuerpo, el autor de tal aterradora acción era Katsuki Bakugou.

Aún aturdida, asentiste con la cabeza repetidas veces en respuesta. Y en silencio, el rubio te escoltó hacia la azotea.

—Oh por Dios, ¡Bakugou! ¡Casi me matas del susto allá abajo! —te quejaste apenas y llegaron a su destino.

—...Lo siento. —se disculpó en voz baja, entre dientes— Sólo... no quería que nadie nos viera.

Al mirarlo, el muchacho parecía visiblemente incómodo, rascaba su nuca con una mano y escondía la otra a sus espaldas. Además de ello friccionaba, casi de manera inconsciente la punta de su pie contra el suelo.

Era raro verlo comportarse tan dócil.

¿Pero qué era lo que necesitaba de ti de manera tan urgente?

Te preguntaste con inmensa curiosidad.

—Si sabes que para eso existen los celulares ¿no es así?

—Lo intenté pero...

—¿Pero?

—No soy bueno enviando mensajes. —el muchacho resopló, quizás en frustración, después de eso, sólo cruzó sus brazos, revelando entonces una bolsa que colgaba en su antebrazo— Además, tenía que asegurarme de que vinieras.

Suspiraste. En ese punto ya te dabas por vencida. Las habilidades comunicativas de Bakugou eran casi nulas. Aún así, había algo en su actitud remilgada y torpe que hacía que no pudieses enojarte con él.

—Esta bien. —le dijiste— ¿Y para qué necesitabas traerme aquí? ¿Ocurrió algo acaso?

En silencio y sin siquiera responderte, el rubio cerró con pasador la puerta de la azotea, para posteriormente sentarse casi de inmediato en un sitio con sombra.

—Siéntate. —ordenó desde su lugar.

Sin mucho que decir simplemente te sentaste a su lado. La seriedad con la que trataba al asunto despertaba cada vez más tus ansias por saber qué era lo que tramaba.

—Tú almuerzo... —murmuró con duda— ¿lo trajiste hoy?

Y, lo aleatorio de su pregunta te hizo levantar una ceja con extrañeza.

—¿...No? —le respondiste.

Como si le hubiesen dado una buena noticia, el muchacho soltó una sonrisilla de lo más dulzona, dejándote ver de nuevo ese lado ligeramente adorable que ocultaba con recelo.

—Bien. —con cuidado, Bakugou sacó una caja de bento desde el interior de su misteriosa bolsa negra, extendiendola hacia tí— Es para tí.

En blanco, recibiste el recipiente, y lo abriste con cuidado frente a su atenta mirada, revelando así un almuerzo servido de la más linda manera y de excelente pinta.

🧨La Extra Y El Héroe Explosivo🧨 Katsuki Bakugou Donde viven las historias. Descúbrelo ahora