Danza de Conjuros

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Leyendo en los arcos góticos del Patio del Viaducto, Hermione esperaba el regreso de Snape para seguir practicando el Conjuro de Hieracómpolis. Era complicado, pues pertenecía un género de magia llamada Ceremonial. Era un procedimiento semejante a un ritual, por lo que requería un elaborado pase con la varita y otros movimientos. No tenía caso practicarlo sola, pues si cometía errores, los aprendería. Requería la supervisión de Snape, que andaba ella no sabía dónde desde hacía dos días.

La castaña leía el Capítulo XXIV del libro de Snape:

Íncubos y Súcubos: Tales son los nombres de los Eones de Angustia que dominan nuestros sueños prohibidos y nos susurran al oído las ideas lascivas que florecen en las tinieblas.

Tú los has escuchado: Es esa emoción que te muerde cálidamente ante la idea de gozar con las caricias o con la entrega de esa persona que te apasiona.

Los Eones de Angustia, que algunos llaman Kabiros y que otros textos de Nigromancia llaman Demonios -hermosos Demonios de los Placeres-, despliegan sus alas brillantes cuando en ti anida no solamente la idea, sino la oportunidad.

Ellos te indican cómo traer un mayor deleite, cómo tocar o tocarte. Cómo acariciar y cómo hacer sufrir. Ellos te dicen con cuánta presión, con cuánta dulzura, con cuanto amor y con cuánto furor. Ellos te enseñan a amar y a destruir con idéntico desenfreno. Ellos te emocionan al repetirte lo placentero que será romper con las ideas sagradas y te mostrarán cómo llegar al clímax erótico en la desolación causada por ti.

Los Eones de Angustia te llevan por el camino de lo equívoco. También a tu aniquilación induciéndote una sonrisa.

Lujuria, Voluptuosidad, Morbo, Deleite: Esos son algunos de sus nombres venerados por los practicantes de magias secretas, los Elegidos, pues no cualquiera levanta altares en Templos Secretos, no cualquiera les sacrifica víctimas propiciatorias llamadas Prudencia, Mesura, Orden y Respeto.

Cuando recibes su Negra Consagración tienes el camino asegurado. No habrá frontera lo suficientemente fuerte que no puedas hacer saltar en mil pedazos.

Hermione se preguntaba si eran metáforas o una realidad mágica. Supuso que eran realidad. La magia enseñada en Hogwarts y la practicada por la mayoría fuera del colegio no se relacionaba con Potestades invisibles. La creencia en entidades era extraña. Ésa era la razón de que estos saberes se encontraran en la Sección Restringida, ya que iban en contra de las realidades de la sociedad mágica.

En el nutrido entramado de los arcos ojivales -arcos y pilares-, Hermione con la barbilla en una palma y sus dedos cerca de la boca, frente a la extensión gris, abismal, a unos metros del Viaducto, oyendo a los poquísimos que jugaban con gobstones, cerró los ojos al recordar su última práctica con Snape.

Él le mostró los movimientos para ejecutar el Ojo de Horus, dibujados en otro pergamino enrollado, titulado Segundo Espejo. No eran demasiados movimientos para lo que solía ser la Magia Ceremonial. Ésta podía incluir procedimientos que podían durar horas, hasta siete u ocho. Ocurría cuando, por ejemplo, se trataba de llamar a un Espíritu Planetario. Evocar al Espíritu o ser que habitaba a Mercurio o a Saturno requería pasos, voceos, uso de aromas, de sonidos, coordinados entre cinco personas o más. Era muy complicado. Y peligroso, si no se realizaba bien. Era otra razón para que esos libros permanecieran resguardados.

Para el propósito de Hermione eran diez pasos avanzando junto con diez movimientos con la varita, pero el sistema ceremonial exigía exactitud y precisión. Eso incluía la formulación verbal, en el idioma original del conjuro, el egipcio antiguo clásico. Ella debía aprender la pronunciación, o nada lograría.

Fetish SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora