La Oscura Agnes

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Llegó el soleado mediodía al colegio y Hermione en la Sala Común esperaba noticias de Snape. Decidió pasar el rato leyendo. Ron y Harry pasaron cerca del sillón donde ella estaba entre otros Gryffindor; la saludaron entre desconcertados, molestos y cortados por no saber bien cómo actuar con ella; las castaña les sonrió para disimular socialmente y tomó el manuscrito.


Era el Capítulo XXX de Fetish Slytherin, de Snape:

Cuentan las historias que en 1908, durante la gestión del Director Phineas Nigellus Black –el más cruel que ha tenido el colegio Hogwarts-, trabajó como Profesora Agnes Sádicar, que impartía la clase de Transformaciones.

De la Casa de Slytherin era la Profra. Sádicar, una mujer de aire aristocrático, invariablemente vestida de púrpura en largos atuendos que no ocultaban su bella figura, dominada por un rostro de facciones muy finas, que al decir de sus contemporáneos, rayó en lo angelical durante su juventud y que en su madurez conservaba el aire atractivo, marcado por la experiencia de la vida sin olvidar, tal vez, el efecto de algunos excesos que le marcaban la parte inferior de los ojos, pero contribuyendo a su efecto inquietante y atractivo. En cada época, incluida cuando fungió como profesora, la única nota discordante en la belleza de Sádicar fueron sus ojos.

Eran sus ojos lo que mostraba su mentalidad: Ojos de un intenso verde gélido que desarmaban cuando posaba en alguien su mirada serena y cruel. Era difícil saber si la Profra. Sádicar manifestaba simpatía u odio, pero provocaba escalofríos seductores en la espalda de quienes se cruzaban en su camino.[1]

Por ser de la misma Casa que Black, la Profra. contó con el apoyo incondicional de dicho Director, el cual hizo caso omiso de las peticiones de auxilio con respecto a las actividades de Sádicar en la Sala de Menesteres, pudiendo afirmarse que el malvado director llegó a ver las acciones de Sádicar como elementos de castigo contra los mestizos, a los cuales no quería en Hogwarts, pero a quienes tampoco podía negar el ingreso.

Como profesora de Transformaciones y asesora en los TIMOs y ÉXTASIS, Sádicar recurría a castigos sofisticados como transformar en pequeñas ranas a los pasantes mestizos que tenían problemas en aprobar esos exámenes. Podría pensarse que tal castigo era extremo, pero era peor al enterarse que Sádicar redondeaba esas transformaciones encerrando a los alumnos en roca compacta, durante tiempo indefinido. La tortura de la inmovilidad a oscuras, claustrofóbica, ejercía, decía ella, "efectos muy positivos en el estudiantado".[2]

La transformación de los pasantes de los exámenes TIMO y EXTASIS fue su área de acción más importante hasta 1909, en la cual también convertía a los aspirantes a egresados en objetos, pero conservando en ellos la sensibilidad corpórea, para someterlos a diferentes mortificaciones.

Las torturas sufridas por Harry Potter y otros estudiantes durante el presente curso, o las muertes de alumnos que hemos presenciado en este ciclo escolar casi completado, no son aislados. La tortura, coerción y sometimiento físico o moral al estudiantado en estos siete años, ha sido una actividad nunca prohibida, sino en cambio admitida como norma, al punto de ser legitimada a través de decretos, como los promulgados por Dolores Umbridge. Si bien ilegítimos, fueron acatados como reglas. La competición del Cáliz de Fuego es otro ejemplo de ese poner en riesgo la vida de estudiantes, admitid al ser visto dicho riesgo como normal. Lo anterior significa que si la tortura o la coerción se instauran por decreto, se tiene una pauta inferior a una ley, pero legal por ser un acto de autoridad. Los ejemplos de hoy no deben considerarse nuevos, sino parte de la mentalidad del colegio, tendiente a considerar como política, el sufrimiento de sus estudiantes.[3]

Las mortificaciones ideadas por Agnes Sádicar son parte de esa historia donde no existen mecanismos que coarten el abuso. Su repertorio de ideas para castigar le dio fama instantánea en el colegio, pues inició el día que llegó. Al cabo de un tiempo, cuando llamaba a su oficina a algún casi egresado, con quien ya había tenido problemas, no era raro escuchar por parte del estudiante, gritos y juramentos de esforzarse antes que sufrir alguna de las transformaciones ideadas por la insana profesora.

Fetish SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora