Puentes Rotos

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La ira de Ron Weasley, a punto de estallar en violencia, era un resultado del dolor y la ansiedad.

También era preocupante: Su palidez, el temblor que lo sacudía, la estupefacción por descubrir la infidelidad. Lo planteó de otra forma, gritando:

—¡Me has estado engañando con Snape!

El pelirrojo temblaba de dolor, de humillación, de ser traicionado.

—¡Te has burlado de mí, dejando que me entere al último, cuando lo sabe todo Hogwarts! ¡Escribiéndote con ese asesino, diciéndole que lo amas! ¡Me has engañado con un asesino!

Hermione dejó morir sus primeras palabras en un suspiro de tristeza y de cierta vergüenza. Tomó aire y dijo, pesarosa:

—Lo siento, Ron, lo siento, debí habértelo dicho... Perdóname, debí habértelo dicho...

El pelirrojo se veía a un paso de golpearla, al apretar los labios y estar a punto de aproximársele más.

Los celos le causaban un efecto horrible: Pálido, sudaba, era evidente que la sensación de baño helado le provocaba esa reacción de temblor. Sus ojos daban miedo, llenos de confusión y de ira.

Y ese fue el punto. Ron le pareció un niño.

No por la reacción, que la tendría un adulto.

Hermione se lo había ocultado porque con su idea de tener el deber de ser perfecta, chocaba el no poder decirle la verdad completa. No podía revelarle que Snape no era un aliado de Voldemort. Ya el que ella lo supiera era un peligro. Por eso, aunque terminara con Ron, no se sentiría libre de la culpabilidad. De manera que relegó el conflicto.

Y aun con su sentirse culpable, hallaba que no todo era su responsabilidad. Insistió a ellos dos que se marcharan. Les prometió alcanzarlos. La inseguridad de Harry y Ron se los impidió.

Y el que ahora Ron tuviera motivos, le generaba inconformidad. Porque en el balance final quedaría que al término de su relación, Hermione era culpable ante él, y durante su relación, fue prácticamente ignorada por él. Ron le reclamaba la infidelidad, pero ellos rara vez se tomaban de la mano.

Con Snape, ella había descubierto la importancia de tener un sentimiento y expresarlo. Y eso era más real que lo demostrado por Ron hacia ella. Los sentimientos de Ron hacia ella siempre estaban matizados con lo inconcluso, lo torpe y la incapacidad de incomunicación. Cuántas veces ella no le gritó con la mirada y él no entendía. Al verlo así, iracundo, con toda la razón que Ron tenía, encontró lo mismo de siempre. Él difícilmente entendería lo que ella le explicara. Y por lo mismo, no le dio toda la razón.

No se trataba solamente de que Snape la descubriera hermosa. Eso no era decisivo para Hermione viniera de quien fuera, sino lo determinante era que él veía a una persona en ella. Snape la había valorado en el terreno de la realidad. Por sí mismo y venciendo sus propios temores, como acababa de pasar. Snape, inconfesadamente, le manifestaba reconocimiento en lo humano. Lo mostró en cuanto tuvo oportunidad de conocerla de verdad.

Ese cambio era una transición como la que vivía Hermione. La transición a la madurez. Con sus tropiezos y hallazgos. En estos días difíciles en Hogwarts, la castaña se reafirmaba como una joven madura. Y en la medida en que crecía, cambiaba su expresión. Y Ron se quedaba atrás. A Ron en buena medida le sobrellevaba sus defectos porque lo quería, pero hoy aparecía un sentir diferente al haber tenido oportunidad de conocer a otra persona, con la que resultó afín en inteligencia y en motivaciones. No quería algo platónico, ni una relación con la que debiera luchar, sino hacer real la vida.

Ron no parecía hecho para eso. Suponiendo que continuaran y se casaran, ¿dónde vivirían? ¿En La Madriguera? ¿Con sus papás? ¿Eso sería lo más que Ron podría conseguir? ¿Lo más que ella misma conseguiría, sin ilusión de buscar algo mejor porque con Ron eso bastaba? Y no era por lo material, sino que eso sería otra muestra de su incapacidad de hacer real la vida. ¿En cuáles otros terrenos, Ron sería como un niño?

Fetish SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora