0

4 0 0
                                    

2006

Eran tres de la tarde. El sol estaba en su perfecto esplendor sobre New York.
En una de las zonas residenciales de Manhattan, una nueva mudanza estaba dando la bienvenida a aquella nueva casa.

— ¿Dónde dejamos esto? —pregunta un trabajador del camión de mudanza, quien junto con otro cargaban una base de cama.

La chica de no más de dieciocho años de edad corrió hacia ellos.
— En el primer cuarto a la izquierda, por favor amigos —pidió con una sonrisa— ahí será la habitación. —
Los hombres asintieron y acataron la indicación.

Ella seguía sacando las cajas y colocándolas en donde según su orden lo dictara.
No tardaron mucho de sacar todo del camión, puesto que tampoco tenía muchos muebles y pertenecencias. Después de todo, era su primera vez viviendo independiente de su familia.

Les dió una considerable propina a los trabajadores junto bebidas refrescantes y se fueron.

Ella se tumbó en el suelo. Y tomó un ligero descanso.

Es una joven de estatura promedio, de piel morena clara y ojos oscuros. Con el cabello rebasando sus hombros, la mitad de arriba de color negro, mientras que la de abajo rosado.

Esa era Asteria Andrew Torres.
Puede que su primer nombre y apellido sean una combinación inusual. Más para su familia, es tradición el tener un nombre que haga tributo a aquellos tantos nombres que se les ha llamado a aquellos que le riden tributo.
Con ella, fue la diosa titánide griega de las estrellas y el arte adivinatorio, Asteria.

Después de un rato acostada en el fresco suelo, alguien tocó la puerta principal de su casa.
Ella cerró sus ojos, pudo percibir quien se trataba.

— ¡Adelante! —ella invitó.

La puerta se abrió y entró un hombre. De piel negra, delgado pero ejercitado. Que no pasaba de los cuarenta. En una mano, un pastel. En la otra, una bolsa de papel grande.

— Hoy es día de celebrar —comentó el hombre mientras cerraba la puerta y se abría paso a la barra de la cocina, para colocar la bolsa y el postre.
De la bolsa, sacó dos latas. Una de cerveza y otra de Coke.
— ¡Es tu primer día como una persona independiente, Andy! —exclamó feliz.

Asteria simplemente rió y comenzó a levantarse.
Sacudió un poco su ropa, un crop top blanco de manga larga, su pantalón de tiro alto afinado a su figura de corte campana y para finalizar el conjunto, botas con tacón negras.

Caminó a la barra y fácilmente se sentó sobre el mármol, tomó la lata de coke y la abrió. El mayor imitó su acción pero con la cerveza.
— Te deseo la mejor de las suertes, niña —alzó suavemente la lata.

La sonrisa de Asteria se agrandó.
— Salud por los comienzos suerturdos, Rhodey —igual levantó su lata. Tomaron un trago de sus bebidas.

James Rhodes era uno de los mejores amigos de su hermano mayor, bastante cercano a la familia desde joven, incluso a él se le reveló el viejo don mágicode su familia. No fue hasta que su hermano quien ejercía trabajo de aviador tuvo un accidente del cual casi cobra sus piernas que se retiró para ir a vivir con su familia a México.
Ahora, sus padres también decidieron seguir a su hijo y regresar a su país de nacimiento.

Por supuesto ella no deseaba eso, así que hizo un acuerdo con su madre; provenía de una familia matriarcal.
Ellas acordaron que, su madre le ayudaría a compar una casa decente para ella con la condición que Rhodes la vigilara y cuidara de ella en todo momento.
Ella, como no tenía ninguna dispita con James aceptó felizmente.

— ¿Y bien? —preguntó James— ¿Necesitas ayuda para desempacar? —este sonrió y le miró a Asteria a sus ojos.
Esta le devolvió el gesto.

No pasó mucho tiempo que desempacaron una pequeña estereo y con el ritmo de Fleetwood Mac comenzaron a terminar de acomodar todas sus cosas de mudanza.
Por supuesto que, al estar sola con su amigo; casi hermano se sintió en confianza de juntar sus manos, concentrarse y hacer que su energía se visibilizara en una ligera luz verde, y las cosas más pesadas por acomodar fueron colocándose a la perfección.

El día pasó y la noche llegó. Por un momento ellos descansaron y cenaron juntos. Cuando el sueño se apoderó de sus cuerpos se despidieron y el hombre se marchó en su auto.

Para acabar su noche, ella no se dirigió a tomarse un baño, en lugar de eso tomó la única caja que tenía cerrada y la abrió. Estaba llena de libros en un idioma antiguo.

Salió al jardín trasero, se colocó en medio del césped con el libro abierto en una página con el titulo "domo de protección"
Sus manos volvieron a emanar la verde luz y sus pasos comenzaban a trazar un camino rodeando cada parte de su nueva propiedad mientras que su voz suavemente susurraba el conjuro.
Cuando finalmente cerró el trazado ella se posicionó dentro de este, sus manos que estaban a la altura de su torso estaban relajadas, sus dedos se ondeaban suavemente. Es entonces cuando empieza a lentamente levantar sus palmas, de la luz verde en el suelo comenzó a levantarse y, como en el hechizo dictaba, hizo un domo para protección, pero sobretodo privacidad.

Era un hechizo antiguo pero básico, de los primeros que su madre le enseñó a hacer. Proteger el hogar es algo importante debido a que dentro se tiene que mantener un ambiente seguro y con la confianza de que al llegar todos tus problemas te dejarán al cruzar el humbral.

A partir de ahí, su vida como una joven mujer promedio comenzó.

Su primer empleo fue en una biblioteca de la ciudad de Manhattan, la vista era agradable por la gran vista hasta la torre Stark que se encontraba a sólo quince minutos en auto.

A medida que pasaba el tiempo haciendo lo que un adulto funcional promedio haría, comenzó a comprar su propio equito tecnológico básico y se convirtió en creadora de contenido audiovisual para principios del 2008, era muy versátil y su contenido era variado pero muy disfrutable para las personas.
Al igual que, un par de años después abrió su propia tienda virtual de productos artesanales, con nombre:
"The Fairy's Shop".

Su carisma era muy amigable y flexible, los seguidores no dejaron de florecer y de darle apoyo emocional y económico. Pronto, comenzó a ser conocida por el seudónimo "The Fairy", gracias al nombre de su tienda.

Por supuesto, durante ese intervalo de tiempo, de manera secreta en su sótano cuando tenía el día libre se la pasaba estudiando y aprendiendo de los libros de magia y brujería que llegaba a conseguir. Era una completa ratón de biblioteca, el té se convirtió en su fiel amigo y compañía al igual que la música.

Por supuesto, su alter ego como bruja era una parte de ella que tenía que ocultar, después de todo aún el mundo no estaba preparado para las personas fuera de lo común dentro una mente mortal y humana.

Hasta que se acercó el día en que distintos portales aparecieron en el cielo, amenazando y atacando la ciudad de New York.
Ahí, la perspectiva de vida de todos los ciudadanos cambiaron, incluso ella. Tal vez comenzó a ser una bienvenida para ella, un mensaje de libertad.

Al pasar el tiempo, se dió cuenta que el mensaje no era lo que creía. Todo cambió gracias a esos sueños vagos y extraños que tenía.
Aquellos que le hicieron calentar su corazón e incluso despertar con lágrimas en sus ojos. Generando curiosidad entre sus venas.

Love Like You | Avengers | Bucky Barnes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora