9. Habitación del bebé

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No lo había vuelto a contactar.

Por momentos, Tony se quedaba mirando la pantalla del móvil y se preguntaba desde cuándo comenzaron los malos entendidos. ¿Había sido sincero de verdad? Seguía sin creerlo.

Había asumido erróneamente las acciones del soldado.

—Jarvis, vuelve a reproducir la conversación. —pidió con cansancio, escuchando a través del proyector, las palabras de Hydra.

"Me gustas demasiado". "Los cambios en tu cuerpo, son jodidamente hermosos"

—Idiota. —murmuró cerrando los ojos.

Por primera vez en su vida, se sentía como un grandísimo idiota. Al volver a escuchar por milésima vez las palabras de Hydra y su manera de actuar hasta el tono de su voz, era demasiado obvio que no estaba mintiendo.

"Te estoy diciendo de mil formas lo mucho que me gustas" "A este paso, no habrá nada que no me guste de ti"

—¿Debí confiar en tus palabras, sabiendo que eras un villano? —se preguntó, dándose una paliza mental—. ¿Cómo iba creer que al maldito Capitán Hydra podía gustar de alguien?

"Yo prometí que los protegería a los dos" "A ti y a mi hijo"

—Jarvis, apágalo. —pidió, al escuchar las últimas palabras del soldado.

«Ha sido suficiente» se dijo, saliendo de su habitación y sintiéndose repentinamente ahogado al tener la horrible sensación de que faltaba una persona en su cama.

¿Qué podría hacer?

Desde el día que tuvo el primer encuentro con Hydra, ninguna de sus planificaciones habían salido como quiso. ¿Tener un hijo de un infame súper soldado? Nunca fue su objetivo.

Sin embargo, había conseguido estar bajo la protección de la Organización más peligrosa del mundo, debido al acuerdo. ¿Era conveniente, cierto? La mayoría del tiempo que había pasado con Hydra pensó que fue gracias a ello.

No había permitido formarse ilusiones por otro tipo de relación.

—Entonces, no sé porque ahora me estoy lamentando. —se dijo, caminando por los pasillos desolados de su departamento—. Fue mi culpa que se haya ido.

«Solo quiero que responda mis llamadas y poder conversar con calma» pensó curioseando por las habitaciones vacías que tenía.

El lugar se sentía extremadamente grande y solitario. A pesar, de los lujos en cada rincón, Tony no podía sentirse completo. Especialmente, porque una cabellera rubia se había encargado de permanecer todos los días en su Torre, logrando la maldita costumbre de pensar que siempre estaría a su lado.

Cortando pedazos de manzanas para él o molestando con palabras sarcásticas.

—Basta. —se dijo, moviendo la cabeza.

«Tengo que hacer cosas que distraigan mi mente» pensó, volviendo a caminar por los pasillos y viendo una habitación que había olvidado que tenía.

Era un cuarto donde guardaba viejos proyectos que habían salido mal y prácticamente era un lugar donde almacenaba chatarra que se negaba a botar, pensando que algún día le serviría.

—Podría usarlo para otra finalidad. —sugirió en voz alta, tocándose el vientre.




Había decidido dirigir toda su atención y distraer su mente en la nueva habitación que iba a remodelar. Su intención era que en un futuro cercano, el pequeño retoño en su vientre pudiera dormir y jugar en ese lugar.

«Me gusta la ubicación, no está muy lejos de mi habitación» pensó acomodándose los lentes y guantes de protección.

En verdad, iba a enfocarse solamente en cambiar la infraestructura y reorganizar el lugar con tal de no volver a pensar en una cabellera rubia y ojos carmesí. No estaba dispuesto a retractar sus palabras cuando Hydra había cortado comunicación y no tenía la intención de contestar sus llamadas.

Sabía que seguramente seguía enojado, pero no iba a insistir más.

—Veamos, Jarvis dame los planos. —pidió Tony acomodándose el overol enterizo que resaltaba su minúscula pancita—. Quiero un holograma en grande de los diseños del lugar.

La IA mostró la mobiliaria y la posición donde deberían estar con la futura decoración que se había elegido.

Infantil y colorida.

—Bien, voy a comenzar con los muebles y estantería que yo mismo construí. —anunció con orgullo—. Nuestro hijo va a tener lo mejor. —murmuró con una sonrisa, mirando a un lado.

Al instante, volvió a sentirse estúpido.

«¿Nuestro? ¿A quién mierda le estoy hablando?» pensó dándose un golpe en la frente y moviendo las cosas con rapidez para volver concentrarse y no decir estupideces.

Hydra ya no estaba a su lado, debía aceptarlo.

Después de unas horas donde estuvo corriendo de un lado a otro, Tony pudo sentarse en una esquina del lugar para observar el trabajo que había hecho por tantos días.

Se sentía extrañamente realizado.

Una cuna de color blanco relucía en el medio de la habitación y estantes que había puesto en las paredes, afianzados con todo tipo de seguridad que había creado y mejorado, junto a varios muebles de notable comodidad y suavidad. También, había dejado un espacio para colocar un corral de juegos.

Estuvo investigando cosas que necesariamente tenía que salir a comprar.

Cortinas, alfombras, cojines, peluches, juguetes hasta lámparas de animalitos. No podía negar que estaba emocionado y asustado a la vez de salir fuera de la Torre, ya que la última vez fue intervenido por los héroes y no había terminado muy bien.

—Supuestamente, Hydra me va a proteger, ¿no? —se dijo con una sonrisa triste—. No debería preocuparme.

Sin embargo, sus palabras no tuvieron el efecto que quería y volvió a observar la habitación que tanto esfuerzo le había costado en remodelar.

Seguía siendo tan grande y solitaria como el resto de su hogar.

—Maldita sea. —gruñó moviendo sus rodillas hasta tocar su pecho, haciéndose un ovillo—. ¿A quién voy a engañar? Quiero verlo. —confesó con una risa amarga.

Cada día, se arrepentía más de sus palabras.

—Me voy a volver loco. —suspiró pasando las manos por su cabellera—. Jarvis, quiero que cumplas una orden sin rechistar.

«Sí, señor» respondió la IA.

Tony levantó la cabeza y volvió a mirar la cuna que había construido con esmero. Sin poder evitarlo, tocó su vientre como estaba acostumbrado a hacer y pidió unas disculpas mentalmente.

Lo que estaba a punto de hacer, era una decisión egoísta y personal.

No dudaba que era una insensata y arriesgada manera de ponerse en peligro, sabiendo las consecuencias que tendría si no resultaba como quería. Sin embargo, de todas maneras lo haría.

—Jarvis, desactiva la seguridad de la Torre. —ordenó cerrando los ojos—. Abre el acceso y déjame totalmente expuesto.

«Sí... Señor» contestó la IA.





Tony permaneció descansando en la esquina del lugar, hasta que escuchó unas fuertes pisadas acercarse con rapidez y patear la puerta con estruendo.

No se atrevió a abrir los ojos, aún sabiendo de quién era la respiración agitada.

—¡Activa tu maldita seguridad, SIM! ¡Ahora mismo! —exclamó Hydra rojo de la furia—. ¡¿Qué mierda crees que estás haciendo?! ¡¿Quieres que te maten?!

«Viniste» pensó Tony con genuina alegría.

—¡Responde, bastardo! —gritó sin calmarse y caminando de un lado a otro—. ¡En unos minutos vendrán los héroes o cualquier maldito malnacido que te quiera asesinar! ¡¿Acaso, no sabes cuántos enemigos tienes?! —escupió enojado e incrédulo por partes iguales—. Es el colmo, Stark. Al menos, piensa en tu hijo.

El mencionado se removió de su lugar y abrió lentamente los ojos, observando al Capitán Hydra jadeante y con la mirada colérica.

—Es nuestro. —dijo a penas.

—¿Qué? —cuestionó Hydra fingiendo no haber escuchado—. Déjate de estupideces y activa tu maldita seguridad.

Tony frunció el seño y sintió lo que el soldado había sentido cada vez que negaba su paternidad y decía que solamente era su hijo.

Se sentía horrible.

Sin embargo, recompuso su expresión y se levantó con dificultad al sentir las piernas adormecidas al estar tanto tiempo sentado. Por un instante, estuvo a punto de caerse a un lado sino fuese porque se apoyo a una pared.

—Ten cuidado. —gruñó Hydra mirándolo de reojo.

Inconscientemente, Tony sonrió.

—No sé porque mierda pones esa cara si prácticamente vas a ser rodeado en unos minutos. —dijo el soldado impaciente—. No me hagas repetirlo de nuevo, cierra el acceso de una puta vez.

El genio asintió y pidió a Jarvis que volviera a poner todo a la normalidad.

—Bien, ya me voy. —anunció Hydra dispuesto a irse—. Mi gente hará guardia alrededor y un perímetro de 2 kilómetros, adiós.

—Espera. —intervino Tony cortándole el paso—. Quiero hablar contigo, por eso desactive mi seguridad. —confesó con sinceridad—. Era la única manera de hacer que vinieras.

Hydra sonrió sin creerlo y se echó a reír.

—¿Te volviste loco? —preguntó aún con la molestia latente—. ¿Por tu capricho pusiste en peligro al bebé que tanto jurabas en proteger? Sé que no es mi asunto, pero...

—Sí. —interrumpió al borde las lágrimas.

«Estoy siendo patético» pensó SIM mordiéndose el labio, no obstante las emociones lo estaban sobrepasando.

Desde que había abierto los ojos y pudo observar su rostro, el tono de su voz y hasta la forma del cuerpo de Hydra, supo que lo había extrañado más de lo que creía.

—No contestabas mis llamadas y no encontraba otra manera de contactarte. —admitió apretando los puños—. Quería hablar contigo, disculparme por mis palabras que fueron demasiado bruscas al no darme cuenta de tus intenciones y también-...

—¿Disculparte? ¿Tú? ¿Tony Stark? —cortó Hydra bufando, tratando de mantener su postura.

—Déjame terminar. —musitó el genio cerrando los ojos y tomando valor para admitir lo siguiente—. También quería decirte que te he extrañado.

Al instante, Hydra se tensó.

—¿A qué juegas, SIM? —indagó con la mirada oscura—. ¿Qué tramas? ¿Quieres confundirme de nuevo para tu beneficio? Ya te dije que te iba a proteger fuera del trato.

Tony negó con la cabeza y se sintió desesperado.

—Mierda, no hay ningún motivo oculto. —dijo acercándose y cogiendo el rostro del contrario.

—¿Qué haces..?

La pregunta murió en los labios del soldado cuando Tony se levantó en puntillas y se acercó para besarlo.

Al principio, Hydra trato de moverse, reacio a corresponder el toque. Sin embargo, como un déjà vu de la primera vez que se besaron, Tony lo atrajo hacia él con fuerza y sus labios comenzaron a moverse con sincronía después de unos segundos.

Las bocas de ambos se movieron con lujuria, buscando más contacto, ansiosos e incapaces de controlar el deseo que estuvieron conteniendo.

—Hmmm... —jadeó Tony en medio del beso, enredando los brazos alrededor del soldado.

Hydra levantó el cuerpo del genio con ambas manos y lo empotró en una pared cercana.

Los besos se hicieron más bruscos y Tony mordió el labio inferior del soldado con una sonrisa, quitándose los tirantes del overol.

—En verdad, te extrañe. —repitió mirándolo a los ojos—. Lo digo en serio.

Hydra sintió que su cordura se fue al carajo al escuchar esas palabras y volvió a besarlo con ímpetu. No iba a admitir que la ausencia del genio en su vida, casi lo había vuelto loco y estaba más enojado consigo mismo por no poder odiarlo.

Apretó el agarre de sus manos, hundiendo sus dedos en el trasero del contrario.

—¡Ah! —jadeó Tony ante la acción y se sonrojó al segundo—. Hmm, aquí no. Vayamos a mi recámara.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Hydra sin dejar de tocarlo estando aún más excitado, sin prestar atención al lugar—. Quiero follarte ahora mismo.

—¡Ah! Yo también quiero que me folles. —susurró Tony con lujuria—. Pero... Estamos en la habitación de nuestro bebé, no es buen lugar para hacerlo.

Hydra se paralizó y observó con cuidado alrededor. Rápidamente cayó en cuenta de una bonita cuna.

—No me había dado cuenta. —murmuró llevándose al genio a la salida, no obstante una sonrisa bailó en sus labios al darse cuenta de otra cosa—. Has vuelto a decir que es nuestro hijo.

Tony asintió y se escondió en el cuello del soldado.

—¿Acaso, lo hice yo solo? —atacó con vergüenza.

Hydra se rió y negó.

—Claro que no, es de los dos. Nuestro hijo. —repitió feliz.
    


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