27

4.5K 272 59
                                    

A las cuatro y media de la tarde, Colin Bridgerton salió satisfecho de la residencia Featherington. De  alguna manera supo desenvolver una forma que le garantizara a Penelope las indicaciones precisas para su encuentro.

Cuando cruzó por segunda vez la puerta de la residencia no tenía presente que saldría victorioso y con una invitación clandestina que rompería todas las reglas. No es que Penelope no fuera una dama, para él era la más importante y la que más merecía su respeto, ya habían roto unas cuantas reglas, ¿qué diferencia iba haber con verse a solas? Con el cuidado necesario lograrían salir intactos.

Al regresar a su casa, le lanzó una mirada recelosa a su hermana Eloise. La condenada seguía con los dedos llenos de tinta. Eso no era nada interesante, no dijo nada, simplemente pasó desapercibido para no darle ventaja en ocultar, más de lo debido, cualquier secreto que la acechaba.

Se acomodó entre los cojines y mientras llegaban las once de la noche, se entretuvo con cientos de imágenes de Penelope y él, su beso, el recuerdo de cuando se conocieron y las muchas veces que bailaron.

_________

A las once de la noche, Penelope dejó de escribir sobre el papel que le entregaría a la imprenta y lo guardó. Se preparó, sin ayuda de ninguna doncella, para ir a ver a Colin (ignorando los nervios  que eso le provocaba) y se puso una capa verde oscuro encima.

Sí, estaba convencida de que había perdido la cabeza. Pero, ¿por qué temer? Estaría con Colin, en el fondo, sabía que él siempre la protegería...

Llegar a ese pensamiento le taladro el pecho. Sus palabras, de aquel día, seguían sonando dentro de ella. Un recuerdo muy doloroso que no podía sacarse de la existencia.

Cuando salió por la parte trasera de su casa, apareció el rostro contraído de Colin, fue una sorpresa. Tal vez ya no quería verla.

—¿Sucede algo?

Él asintió enérgicamente y la tomó de la mano. Extrañaba tener la libertad de hacerlo. La sacó de un tirón de interior y comenzaron a caminar por las calles más solitarias, esas que permitían escabullirse por callejones sin el peligro de ojos maliciosos.

—Acabo de caer en la cuenta de algo —susurró Colin, con la angustia cruzando por su garganta. Y Penelope detectó rabia.

Antes de que pudiera preguntar, Penelope sintió cómo florecía la mirada de su señor Bridgerton al verla. Capacitada de atracción, pasión, un vuelco de generosa admiración por su belleza.

Luego, recordó que le diría algo y prestó atención.

—Creo que Eloise es lady Whistledown.

Penelope no pudo evitar la risa que le escapó. Y no, no porque creyera que Eloise fuera incapaz de serlo, sino por la incredulidad que usó Colin.

—Ah bueno, no sabía que ibas a reaccionar así, honestamente.

Mientras avanzaban, Penelope con su capa puesta y Colin girando la cabeza una y otra vez, ella respondió.

—Es que, ¿de dónde sacas eso?

Él encogió los hombros, parecía sentirse traicionado. Por la tarde, mientras pensaba en Penelope,  consumido por ella. Se le vino de golpe que Eloise pasaba tanto tiempo en su habitación últimamente, ahora que le prestaba atención porque quizás ella ya lo hacía, y que, posiblemente, era lady Whistledown, sus dedos llenos de tinta eran el indicio.

—Penelope, ella es la persona más fisgona que conozco, siempre trae los dedos llenos de tinta —objetó Colin, como si de verdad eso fuera suficiente.

Cortejando A Penelope Featherington Donde viven las historias. Descúbrelo ahora