Ichigo seguía siendo encantador cuando quería serlo, tenía una sonrisa que rara vez mostraba y unos modales envidiables, pero también era un asesino. Se había entrenado para eso y había demostrado sus habilidades cuando era necesario, sabía cómo luchar cuerpo a cuerpo y sabía cómo usar varios tipos de armas; sin embargo, no podía matar a su hermano sin ser declarado culpable de fratricidio.
— En las cocinas está Hanataro, le dije que preparara comida para diez personas. — Dijo Ichigo mientras dejaba las armas de entrenamiento en la sala de armas junto con sus amigos.
Los estaba entrenando a pesar de que era invierno, sus amigos eran novatos y los había elegido como su guardia personal. No confiaba en los soldados del castillo porque sabía perfectamente bien que los soldados seguían siendo de Kaien. Esa lealtad aún permanecía con su hermano.
Si Ichigo lo pensaba de manera asertiva, Kaien le había hecho un favor al romper ese mapa de guerra porque le había permitido aprender cosas que solo se aprenden donde había estado. A diferencia de Kaien, que nunca había dejado el castillo más allá de las campañas a las que había acompañado su padre, Ichigo conocía el mundo.
— Excelente porque siento que podría comerme un elefante. — Dijo Renji con una sonrisa.
— Nunca has visto un elefante. — Uryu le señaló con el dedo por esa mentira.
— Nunca he visto un elefante pero sé que son enormes. — Renji abrió los brazos para simular la inmensidad. — Y así de grande es mi hambre.
— Los elefantes son tan grandes que el suelo retumba cuando caminan y pueden llevar a dos personas a la espalda. Son tan grandes que una de sus patas podría aplastarte la cabeza como una naranja. — Explicó Ichigo mientras entraban a la cocina.
— Ni siquiera voy a preguntarte cómo lo sabes. Debes tener uno como mascota en el palacio de tu abuelo. — Renji lo miró con los ojos entrecerrados.
— No, los mercenarios los usan como armas. Les ponen una armadura gigantesca y cabalgan sobre ellos para destruir las armas de asedio de los enemigos.
— Cuanto más nos cuentas sobre los mercenarios, más quiero unirme a ellos. — Renji estaba demasiado interesado en eso.
— Temo por el día en que te unas a los mercenarios y te comas a sus elefantes. — Se burló Uryu. Renji estaba a punto de golpearlo pero la voz de Ichigo los detuvo.
— Si quieres unirte a ellos yo podría enviar una carta al líder de los mercenarios. Quizás él intente matarte cuando te presentes ante ellos pero si sobrevives, te dejará unirte a la compañía. — Aseguró Ichigo sentándose a comer lo que les sirvió Hanataro.
— ¿Sobreviviste a su intento de asesinato o solo te uniste porque eres un príncipe y tienen lugares de honor para príncipes? — Preguntó Renji con una pierna de pollo en la mano. Ichigo sonrió por eso de forma sarcástica.
— No, le gané.
Aquello ni siquiera sorprendió a sus amigos, quienes lo habían visto pelear contra unos soldados mayores y los había derrotado. Todos empezaron a comer y el que más comía era Renji, quien parecía tener el hambre atrasada por aquella vida con carencias que había tenido desde que su madre había muerto y su hermana entró a trabajar a un burdel. Uryu era más tranquilo porque la comida nunca le había faltado al ser el hijo de un cazador.
Al regresar a su habitación después de tomar un largo baño con agua caliente, descubrió que Kholtan había regresado y estaba parado sobre su percha. Ichigo sonrió al acercarse al águila, le acarició suavemente las plumas como saludo de bienvenida y tomó el contenedor que tenía sujeta en la pata. Lo abrió con cuidado y encontró una carta junto con un gran anillo con unas piedras verdes.
—
Mi querido Ichigo...
No me gusta este tipo de luna de miel, se supone que deberíamos estar juntos y no separados de esta manera.
No sé cuando vamos a regresar pero supongo que debe ser pronto porque mi padre no puede desatender los asuntos en la capital. Solo espero que no tome la decisión de dejarme aquí, porque entonces creo que sí tendrás que venir por mi.
¿Se puede ser esposa e Inamorata al mismo tiempo? Porque ya me puse el brazalete y no me lo pienso quitar, así que me debes una cena cuando regrese.
No pensé que extrañaría tanto estar en la capital, ahora que estoy aquí me siento aburrida y sin lugar alguno.
También te extraño esposo mío, mucho.
Me gusta cuando estamos juntos, me gustan tus besos y tus caricias, y tú me gustas mucho pero no sé nada de ti y tú no sabes nada de mí. Debemos hablar para que este matrimonio funcione un poco y no terminemos como un par de desconocidos que solo se reúnen en las noches en lugares solitarios y ocultos del mundo.
No sé cómo hiciste lo de las doncellas, pero te agradezco que me lo dijeras y, de cierta forma, agradezco que la doncella no haya muerto decapitada por mi padre. Ella no merecía el castigo, ella solo hacía su trabajo y nosotros la condenamos a la muerte.
Antes, cuando Maranni aun era un reino, se le rezaba a la Sombra así que sé sobre los tributos para un matrimonio y solo espero la muerte de la doncella haya sido un buen tributo. Aunque me hayas pedido que no pensara en culpas que no son mías, no he podido dejar de hacerlo.
Sé que el camino a la corona estará lleno de sangre y muerte, solo que aun no lo asimilo del todo. ¿Nada nos prepara para esto, no es así? Sé de qué está escapando mi padre, él no quiere que tenga el mismo destino que nuestra tía Emiko.
Querido esposo, te veré tan pronto como sea posible pero mientras ese día llega, te envío un anillo que he sacado de las bóvedas de la familia Kuchiki como símbolo de que nos casamos y que me perteneces.
Tuya, Rukia.
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El Ruiseñor || IchiRuki FF
Fiksi PenggemarIchigo regresa al reino después de completar su educación en el reino de su madre, se supone que él es el heredero, se supone que todo está bien y se supone que nada va a cambiar. Se supone. Ichigo ha aprendido, de una manera cruel, que su padre no...