Prólogo

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La alarma suena por cuarta vez en la mañana y camino lentamente hacia ella para apagarla. Nunca me levanté antes de que suene, la verdad es que siempre me termino durmiendo. Pero esta mañana una bocina sonó fuera de la casa tantas veces que no me quedó de otra.

No fui a ver que pasaba.

Termino de arreglar mi cabello y bajo las escaleras con dirección a la cocina. Agarro unas galletas y salgo de casa.

Gracias a algún ser supremo, no hace tanto frío como el día anterior y el sol ya empieza a salir.

Los vecinos de al lado al parecer ya terminaron de traer sus cosas. Quizás ellos habían sido los de la bocina.

Mamá dice que son buenas personas. Yo todavía no fui a visitarlos, y no vi a ninguno de ellos a excepción del perro. Creo que se llama Foxy, escuché gritar ese nombre a un chico, y no creo que ninguno de sus hermanos tenga ese nombre tan raro.

Pongo llave a la puerta y el perro se me acerca como los últimos seis días.

Foxy es un cachorro a penas, es negro y con ojos grandes. Me salta y yo río.

-¿Te escapaste de nuevo, amigo? -el perrito me ladra en respuesta y miro la hora en mi celular.

Sí, hay tiempo para una pequeña charla

-¿Te gusta tu nuevo hogar? ¿Eh, Eh? -lo alzo y su colita empieza a moverse, es tan lindo.

-Yo creo que si le gusta-el dueño de la voz que había escuchado la otra vez se aproxima. No giro para mirarlo, su cachorro me tiene enamorada-. Me llamo Tobías-su mano aparece en mi campo de visión y... No puedo evitar ver sus ojos, sus perturbadores ojos verdes.

Abrazo al perro inconsciente y tomo su mano.

-Fiorella. Fiorella Abiati-él observa mi mano descaradamente y después la besa.

-No me gusta como te queda el color turquesa en las uñas-sonríe

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⏰ Última actualización: May 03, 2015 ⏰

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