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-Luzu, no soy tonto.

La cara del mencionado se deformó, no esperaba esa respuesta.

Realmente se esforzó en que Raúl no se diera cuenta, la usó durante un mes para que no sospechara, la bañó en su perfume un millón de veces pero, igual no hacía justicia.

Auron quería la de siempre, la que usa desde que tiene diecisiete que compró en compañía suya hace ya casi cinco años.

-Pero, Auron, está muy desgastada y vieja, ya nisiquiera yo la uso, es como pedirme un trapo de-

-Luzu. Quiero esa. Tú lo has dicho, ¡No la usas! -Con un puchero, se acercó más a su novio y, de brazos cruzados, le plantó cara. -No quiero otra. Ni nueva ni nada.

Un suspiro larguísimo que no sabía que estaba conteniendo se escapó de sus labios.

-Bien.

La expresión de Auron cambia a una de sorpresa, los ojos le brillan y una sonrisa ligera se forma en el rostro de Luzu. Toma del brazo a su novio quien afloja el agarre de sus brazos cruzados y pronto sus manos están entrelazadas, mandándole una ligera corriente eléctrica por todo el brazo mientras lo jala en dirección a su casa.

Saludaron a su madre, quien se encontraba en la cocina y subieron por las escaleras al cuarto del castaño, cerrando la puerta tras de sí y dejando sentado a Auron sobre la cama mientras rebuscaba en el fondo de su armario.

-Así que. -Habló Luzu, levantándose aún de espaldas en lo que extendía frente a sí la prenda que buscaba. Dio media vuelta dando cara al menor. -¿Esto es lo que quieres?

Auron se pone de pie y avanza los pasos hasta Luzu, y le arrebata la sudadera de las manos.

La vieja sudadera de Luzu.

-Sip.

Es como un instinto, casi al instante de tenerla en sus brazos hundió su rostro en ella, disfrutando del intenso aroma a Luzu que tenía, más por estar entre tanta ropa suya, escondida.

Luego de unos segundos, enfoca su vista en Luzu, quien está completamente colorado frente suya, observando sus pies mientras se balanceaba sobre estos.

Sonríe gigante, y guarda la famosa sudadera en su mochila luego de doblarla con cuidado.

Se acerca en dos pasos a Luzu y lo rodea con sus brazos, haciéndole levantar la vista hacia él y conectar sus ojos.

Auron conecta sus labios con los de Luzu, quien enseguida corresponde.

El tacto es dulce, áspero por los labios rotos de Raúl, pero perfecto. Un beso que dura mucho para sus necesidades respiratorias, pero poco para sus corazones, quienes desearían duraran así la eternidad.

Las manos de Luzu están en su cintura, mientras esconde su rostro en la curvatura de su cuello, respirando el dulce aroma de su perfume.

-¿Te quedas a cenar? Aún es temprano, el bus llegará en dos horas.

-Vale.

(...)

Tras una cena amena con su suegra y cuñada, la dulce despedida de su novio en la parada y un viaje de dos horas en Bus, finalmente está en su apartamento, el que se encuentra a dos calles de su universidad.

Se muere de ganas de que Luzu acabe ya la universidad en su pueblo para que se mude junto a él, ya que la única razón de que no vivan juntos desde hace ya mucho es por sus estudios.

Solo le falta este último año a Borja, pues la carrera de abogado es más corta que la de medicina, al menos un año menos.

Solo lo visita los fines de semana y viceversa, por las clases que son prácticamente diarias, todo el día y casi toda la tarde.

Está acostumbrado a ello, pues llevan ya varios años conviviendo así y con videollamadas y mensajes, la ausencia no se siente tanto.

Pero aún así...

Entra en el edificio, saluda a la recepcionista y toma el elevador principal, que lleva al treceavo piso. Llega y visualiza el lujoso pasillo que lleva viendo casi cinco años, saluda a alguna vecina quien también estará llegando de algún lado, y se adentra al espacioso departamento.

Es lo bueno de tener una familia adinerada, siempre los consintieron a él y a su hermana, por lo que siempre está agradecido por todo el apoyo que le han dado sus padres desde siempre.

Pronto se independizará, pues necesita terminar sus estudios para poder sostenerse por su cuenta, pues no puede estudiar y trabajar, no le alcanzaría el tiempo. Luego viviría con Luzu y haría su vida con él.

Por el momento...

Cierra la puerta con la respectiva llave, suelta un largo suspiro y corre a su habitación con rapidez.

Se quita los pantalones y zapatos, además de la sudadera amarilla que lleva puesta y la lanza a algún lugar de la habitación.

En ropa interior y una camiseta negra, saca la famosa sudadera tan vieja de Luzu. No tarda nada en ponersela y cerrarsela hasta donde llega el cierre.

Se lanza a la cama y se hace un ovillo en ella, aspirando el dulce aroma de su niño en ella, acurrucado, es cuestión de minutos para caer en brazos de morfeo.

Porque así lo siente cerca, y es lo único que necesitaba. No es el verdadero y real Luzu, pero le servirá durante lo que le queda hasta que Luzu se mude con él.

Es un pedacito suyo que le bastará hasta que pueda tener al Luzu de carne y hueso a su lado cada noche, cosa con la que fantasea en sueños desde hace mucho.

El Suéter | Luzplay OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora