Besos en guerra

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Mark hizo una reverencia antes de pedir su mano. El menor se sentía bastante halagado. Nunca un hombre lo había tratado con tanta delicadeza. Lo cual era obvio, él era un niño y Mark lo trataba como a una chica. Como a su hermana, para ser exactos.

Después de sonreír, curioso de lo que el chico pudiese mostrar en la pista de baile, decidió tomar su mano.

—. Será un placer acompañarlo en esta pieza de baile mi estimado señorito Mark. — hyuck se permitió guiarlo hacia la pista y quedar en un lugar centrado, rodeado de parejas, al parecer de Donghyuck, bastamtes disparejas.

Mark sonrió en cuanto tomó a la señorita Lee por la cintura para atraerla hacia él y esta se estremeció al sentir su agarre, abriendo sus ojos con pánico, mientras su mejillas se pintaban de color rojo.

Es realmente  tímida y demasiado tierna, pensó Mark.

Que no se me caiga el relleno del pecho, que no se me caiga el relleno del pecho. Pensaba Donghyuck.

—. ¿Está usted bien?

—. Claro que sí, aún tengo mi relleno.

—. ¿Qué?

—. ¿Qué?

—. Que creo que aquí está demasiado lleno y comienzo a ahogarme. — Mark juró que eso no era lo que la chica había dicho primero, pero no lo pensó de más.

—. ¿Podríamos salir a tomar un poco de aire al jardín, si la idea le parece correcta?

—. Sí, pero la verdad la canción que viene ahora es una de mis favoritas. ¿Podría soportar hasta que termine esta pieza?— dijo Hyuck mirando al mayor con ojitos de cachorro.

—. Como usted diga será, mi señorita.

Se desplazaron por la pista de baile al compás de la música, dando saltos con elegancia, sin separarse del contrario.
Ambos chicos se miraban a los ojos y Mark pudo jurar que las estrellas que posiblemente alumbraban el jardín no se compararían con las que la chica entre sus brazos; tenía en los ojos.
Se perdió en ellos durante un rato, dando saltos y realizando la coreografía de manera automática. Se relamio los labios y comenzó a respirar con dificultad cuando la morena comenzó a acercarse hasta su rostro, cerró los ojos y esperó lo mejor.
Donghyuck soltó una risita y se dirigió hasta el oído del mayor.

—. Creo que ya bailamos lo suficiente, mi señor.  Fueron tres canciones más de las planeadas. Ya es tiempo de salir al jardín.

—. ¿Pasaron tres canciones?

—. Claro, mientras usted se dedicaba a contarme las pestañas...

Mark  tosió al escuchar eso, ¿Cómo pudo ser tan poco disimulado?
De seguro la debe de haber asustado.
Comenzó a sudar y tuvo que apartar sus manos de la cintura de la muchacha, para secarlas en su propia ropa. Hyuck sonrió.
El menor miró a Mark durante unos segundos, y tomó su mano para unirla con la suya, le dio una sonrisa y lo arrastró hacia el jardín mencionando que ya no tenía deseos de seguir bailando. Mark, simplemente se dejó llevar.

El jardín era simplemente hermoso, rodeado de flores coloridas y bien cuidadas en conjunto a algunos arbustos detalladamente moldeados, algunos hasta con formas de animales. Lo cual ante la vista del moreno era demasiado maravilloso.

Mark lo observó desde su perfil y estuvo seguro que sus pensamientos en la pista de baile eran completamente verdaderos.
Los ojos del menor parecían dos faroles en medio de aquel lugar, el cual a pesar de estar completamente iluminado, no lograban ser un oponente legítimo contra el brillo de esos ojos.
Mark sonrió al ver a "la" joven tan absorta en el paisaje, olvidándose sin querer que se encontraba acompañada.
Mark se aclaró la garganta, intentando llamar su atención.

𝕽𝖔𝖒𝖊𝖔 𝔂... ¿¡𝕵𝖚𝖑𝖎𝖊𝖙𝖔!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora