Un Último Intento

Habían pasado cuatro meses desde el retorno de Franco Reyes a San Marcos. En tan poco tiempo era sorprendente el cambio corporal y emocional que había ocurrido en él. Ya no se encontraba tan débil, poco a poco su cuerpo se fue restableciendo y ganando fuerzas. Franco se dedicó a mejorar su salud, en todos los aspectos, tanto por su familia como por él mismo. Este se empeñó en recuperar sus hábitos alimenticios, su físico, su estabilidad emocional y su paz mental. Ante los ojos de todos, él era un hombre muy afortunado, pero él no se sentía así, aún le faltaba alguien para sentirse pleno y volver a ser feliz. Esa persona no quería saber nada de él y hasta se podría decir que lo aborrecía o lo que para él era peor, le era indiferente. Es por eso que terminaría tomando una decisión un poco descabellada para hacer un último intento. Todo comenzó cuando...

A tan solo una semana de su llegada, su hermano Juan y su cuñada Norma habían decidido que era un buen momento para que su familia fuese informada de su regreso. Franco quiso acercarse a ellos desde que llegó a la región, pero Juan y Norma no lo consideraron prudente y aunque le había costado esperar para ver a los seres que más amaba, tenía que admitir que fue lo mejor, pudo usar ese tiempo para empezar su proceso de recuperación y volver a adaptarse a ser un hombre libre después de haber estado encerrado por más de tres años.

Cuando Juan y Norma fueron a hablar con su familia y a explicarle toda la situación, él se quedó muy nervioso en la hacienda Reyes. Preocupado por el posible rechazo de sus hijos y por la reacción de su Sarita. Estaba aterrado de que su familia no pudiese perdonarlo. En cuanto su hermano y su cuñada llegaron a la casa, con su familia, y este le vio la cara a su esposa, de inmediato supo que su más grande temor se había hecho realidad. Ella no estaba dispuesta a perdonar sus mentiras ni su abandono.

Al entrar a la sala y ver a su padre parado al lado del sofá, Gaby y Andres se aventaron hacia él y lo envolvieron en un doble abrazo. Aquel encuentro estuvo lleno del dolor que los tres cargaban, por la ausencia de Franco, y también de la emoción por tenerlo de nuevo tan cerca.

"Papá, no puedo creer que estés aquí con nosotros,'' vociferó Andrés al abrazar a su padre junto a su hermana.

"Papi, me hiciste tanta falta," se le escuchó decir a Gaby entre lágrimas.

Sara los observaba, desde la puerta que marcaba la entrada a la sala, con los brazos cruzados sobre su pecho, como si estuviera intentando protegerse de algo o de alguien. Ella se mantuvo al margen y no dijo nada. Su rabia y decepción eran más que evidentes en su postura y su incomodidad, pero esto no evitó que una lágrima se derramara por su mejilla al estar frente a la imagen de sus hijos abrazando a su padre por primera vez en tanto tiempo. Sara rápidamente se limpió la lágrima solitaria, con el costado de su mano, para que nadie notara que estaba conmovida o llorando.

"Los amo. Los extrañé. No saben toda la falta que me hicieron," les dijo Franco a sus hijos con un nudo en la garganta y sin poder contener las lágrimas que se desbordaban de sus ojos.

Sara pensó que no iba a poder contener más su firmeza y que perdería la compostura que tanto trabajo le estaba costando mantener. El escuchar la voz de Franco, después de haberse hecho a la idea de que nunca jamás la volvería a escuchar, la tenían internamente derrotada, pero no estaba dispuesta a flaquear aunque en su interior estuviera deshecha en un inconsolable llanto.

"Papá, ¿Cómo estás? Te veo muy débil," dijo Andrés separándose un poco del abrazo y observando mejor a su padre. "¿Cómo te sientes?" Le pregunto. Sus tíos ya les habían explicado toda la situación y el estado en que se encontraba Franco, pero verlo con sus propios ojos era impresionante para él.

"Si, papi. Estás muy flaco," confirmó Gaby sin querer separarse de su papá. "¿Estás comiendo? ¿Te estás alimentando bien?" le cuestionó Gaby desolada.