Voces

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—¿Puedo llevar la Jeep? —preguntó Jayden, en el garaje.

—No, solo llevaremos un auto, por seguridad de todos —explicó Dante, tomando las llaves de la Hummer.

—¿Al menos puedo conducir de regreso?

—Está bien —contestó, exasperado.

—Estamos listas —dijeron Karel y Charly.

Estaban por ir a la casa que Dante tenía en las afueras de la ciudad y todos estaban entusiasmados por salir.

—Vamos —dijo Dante, subiendo las maletas a la camioneta.

—Charly, ponte repelente para los mosquitos —mandó Jaylen, mientras él se rociaba—. Tú también Karel.

Karel llevaba un short color blanco, sandalias, una camiseta negra y encima una gabardina de Dante. Dante había dicho que era caluroso, pero mientras tanto tenía que ir abrigada. Extrañaba el clima caluroso de Neyranch.

Los gemelos llevaban pantalones y camisetas. Charly vestía muy parecido a Karel y Dante llevaba un pantalón de mezclilla negro con una camiseta del mismo color. Los músculos se marcaban bien en su piel y era imposible no deleitarse con la vista.

—Súbanse —indicó Dante.

El camino fue de los mejores que Karel había tenido. Los gemelos cantaban al igual que Charly y ella reía por los comentarios de Jayden acerca de sus experiencias en campo.

—Los mosquitos me aman tanto que siempre necesitan quedarse con un recuerdo mío —contó Jayden.

Era ocurrente a diferencia de Jaylen quien se limitaba a sonreír con las estupideces de su hermano. Jaylen era gracioso también, pero no tan imprudente. Eran muy parecidos y a la vez distintos, tenían aficiones diferentes, Jaylen la pintura y la poesía, mientras que Jayden prefería las fiestas, ajedrez y la guitarra.

—¿Recuerdas cuándo tu madre me regañó por hacer que te metieras al estiércol de los cerdos? —preguntó Dante, riendo como nunca lo había hecho.

Karel observó que sus ojos se hacían pequeños y sus mejillas se sonrojaban cuando reía así de fuerte, en ese momento supo que esa risa era su sonido favorito, un sonido que quería tener dentro de ella por la eternidad.

—Por supuesto que lo recuerdo —dijo Jayden, riendo de la misma forma—. Eras un maldito.

—Pero no podemos olvidar cuando Jaylen se lanzó del techo diciendo que era Superman —se burló Jayden mirando a su hermano.

Todos estaban riendo sin control, se miraban rojos por la risa y se sentían vivos, más vivos que nunca.

—Llegamos —anunció Dante, después de un largo tiempo.

Se encontraban frente a una puerta con forma de hojas color verde y a los lados habían dos pilotes de piedras, por encima de estos se encontraban dos estatuas de leones echados, como si vigilaran.

—En los ojos de esos leones hay cámaras —explicó Dante a Karel.

—Por eso brillan —se asombró.

Dante sacó un control de su guantera y tecleó unos números, el portón se abrió de par en par y Karel abrió los ojos con sorpresa, parecía el paraíso. El camino era de piedra y a los lados había seis árboles enormes, todo era pasto, arbustos, frutos, flores y todo natural. Había toda clase de animales que Karel no había visto en la vida, como caballos, gallinas, vacas, becerros, cerdos, pájaros distintos, ovejas, entre otros.

—¿Te gusta? —preguntó Dante.

—Es una locura —dijo, anonada—. Me fascina.

—Hay más animales por allá —señaló más allá de lo que sus ojos podían ver—. Daremos un recorrido después.

LA CIUDAD FRÍA  {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora