Volver a Gusu

El frío de la madrugada le había calado los huesos. La lluvia no ayudaba, lo hacía querer temblar con cada gota furiosa que atacaba el paraguas. El cielo se iluminaba en horribles relámpagos, que daban lugar a estrepitosos truenos. Aun así, Lan Wangji se mantenía firme en la tempestad, aferrando con fuerza el paraguas en una mano y a su espada, Bichen, en la otra. Respiró profundo y miró de nuevo a Wei Wuxian a los ojos.

Wuxian estaba montado en un caballo negro como la misma noche que los cubría, y detrás de él estaban los sobrevivientes del clan Wen. Wei Wuxian estaba rompiendo con todas las reglas y todos los principios con los cuales lo habían instruido. Estaba yendo en contra de todo el mundo del cultivo, y él lo sabía a la perfección. Pero no le importaba. Había prometido, tiempo atrás, que siempre caminaría por el sendero de la justicia. Prefería volverse un antagonista antes de dejar morir a gente inocente. Sólo eran niños, ancianos y padres de familia. Ninguno de ellos respondía o había participado en las atrocidades de Wen Rouhan y sus hijos. No merecían morir, no merecían el trato que les habían dado.

Wen Ning no merecía morir en la forma que murió. Por eso Wei Wuxian no había dudado ni un segundo en levantarse contra el mundo, con tal de hacer lo que era justo. Lo único que no esperaba al hacerlo...era encontrarse frente a frente con Lan Wangji.

Se veía cansado. Había caminado hasta allá, bajo la lluvia, manchándose los pulcros zapatos blancos con lodo. Parecía querer temblar a causa del frío y la lluvia, pero al mismo tiempo se veía firme, serio, con ese porte tan elegante y característico de su persona. Wei Wuxian respiró profundo y sintió un dolor agudo en el pecho. Aun así, habló.

– ¡Lan Wangji! No deberías estar aquí...no vengas a insistirme de nuevo en volver a Gusu contigo, ¡porque no lo haré! ¡Voy a proteger a esta gente! Y ni siquiera tú podrás detenerme...

Lan Wangji respiró profundo, sintiendo el mismo dolor agudo en su propio pecho, y contestó.

–Te ganarás el odio de todos, Wei Ying...si te vas con los Wen, ¡todos en el mundo del cultivo te despreciarán! Querrán cazarte...y yo... no podré defenderte.

Sintió que la voz se le quebraba en la última oración. Wei Wuxian abrió los ojos ampliamente y soltó una risita socarrona que pareció herir en el alma a Lan Wangji.

–Lan Zhan, Lan Zhan—Dijo, acomodándose el sombrero de paja que lo cubría de la lluvia. – ¿Por qué te afanas tanto en protegerme? ¿Acaso no me detestabas? ¿No era yo un estorbo para ti en el año que estudié en Gusu a tu lado? ¿Qué es lo que buscas? ¿Qué es lo que quieres de mí?

Lan Wangji apretó a Bichen, temeroso de responder. Wuxian se dio cuenta de aquello, y por unos segundos, sintió su corazón temblar. "Dímelo, Lan Zhan" Pensó, respirando hondo y aguantando las ganas que tenía de echarse a llorar. Era muy joven, demasiado joven como para enfrentarse a decisiones como esa. Huir con los Wen lo volvería un héroe para ellos, y entonces tendría que hacerse responsable de todas esas vidas. Hacía un par de años su vida era la de cualquier joven...estaba estudiando en Gusu, jugaba con las hormigas, se emborrachaba, molestaba a su hermano, comía la sopa de su hermana. ¿En qué momento había cambiado todo de esa manera?...lo que más le dolía era ver a Lan Zhan así. No podía negar que, al haber pasado tantas cosas juntos, tenía sentimientos por él. "Si alguna vez tengo que pelear con alguien...si alguna vez muero a manos de alguien" Pensó, dejando que una lágrima traicionera se escurriera de sus ojos. "Desearía que fuera él...no puede ser nadie más que él..."

– ¡Contéstame! ¡Contéstame o hazte a un lado!—Bramó Wuxian, desesperado ante el silencio de Lan Zhan, quien respiró profundo una vez más, dejando salir lágrimas de sus ojos. Por un momento temió a la multitud que estaba detrás de ellos, pero pudo más el incesante latido de su corazón.