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Los cálidos rayos del sol golpeaban con suavidad un campo lleno de un pasto verde que resplandecía gracias a la luz que se le era otorgada. El único disturbio entre todas esas hebras verdosas eran los cuerpos inconscientes de los recién llegados héroes de aquel pueblo, los cuales comenzaban a despertar con lentitud, unos antes que otros

La confusión no tardó en aparecer entre los presentes, eran completos desconocidos reunidos en una sola ubicación, sin explicación alguna. Apenas las miradas de todos chocaban entre sí, el escalofrío de familiaridad les recorría a lo largo de su espalda, dejando un sentimiento de amargura al no poder saber el porqué de aquella sensación

¿Qué hacían ahí? Nadie recordaba ni una sola cosa de lo que eran antes de despertar en un lugar desconocido, lo único que rondaba por las memorias de todos eran datos personales de cada quién, algo bastante básico, pero nada que les ayudara a comprender la situación

-Bienvenidos, héroes –soltó de manera repentina una voz desgastada que ayudó a romper el sepulcral silencio- deben de tener muchas preguntas en este momento, pero no hay que temer

Conforme hablaba, el anciano de nombre Merlón comenzó a explicar con detalle lo que los presentes necesitaban saber en esos momentos. Su objetivo en ese pueblo llamado Karmaland, la explicación de cómo llegaron todos ahí y otras cosas triviales

Al parecer, todos venían de dimensiones diferentes, traídos por el mismo viejo señor que les guiaba, pero la mayoría provenía de una misma realidad. Compartían momentos juntos que no lograban recordar, pero también había unos cuantos que parecían pertenecer de un lado completamente diferente, sin embargo, no era un factor de gran peso en esa situación

Con todo aclarado, el ruido y caos no tardó en aparecer, como si todos de manera repentina comenzaran a sentir como si todos ahí fueran viejos amigos, tomando confianza. Todos comenzaron a dispersarse poco a poco, cada quién siguiendo su camino de manera momentánea

Ahora, centrándonos en una pequeña parte de la zona, un híbrido pato miraba a su alrededor, caminando a paso lentos y cuidadosos. Todos se habían ido con la persona que se encontraba más cercana a ellos, pero parece que el menor se había tardado un poco más, dando como resultado que avance apartado de los demás

-Oye, Quackity –dijo en voz alta un chico de ojos carmesí

El híbrido pato no tardó en voltear en dirección donde era llamado, manteniéndose un segundo estático antes de correr al chico sombrío que, al contrario de su apariencia, mantenía una actitud agradable y bastante acogedora

Debía reconocer, el menor no conocía a nadie de ahí, pero vamos ¿Acaso alguien recordaba lo suficiente para juzgar aquello? A lo mucho sabía los nombres de los demás, así que conforme avanzaba, tomó la mayor cantidad de aire que su cuerpo le permitió y gritó hacia el castaño

-LUSUUU –respondió con energía el más bajo con una amplia sonrisa adornando su rostro, importándole poco que esta no se apreciara a causa de la máscara que portaba

En poco tiempo, ambos caminaban juntos, hombro con hombro. Con pocas palabras, ambos chicos, compartieron una animada plática donde las risas de por medio no podían faltar en ningún momento gracias a las constantes bromas que eran dichas por el de vestimentas azules. Así de fácil comenzó una cómoda interacción entre dos desconocidos que en segundos se volvieron amigos, conectando sus personalidades a la perfección

The book of life - Luckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora