Caminaba de prisa por el terminal del aeropuerto, me falta el aire, pero no podía parar hasta abordar el avión o lo perdería, y seguro que Pamela me mataba si no llegaba a su boda, si mi niña se casaba, después de terminar la universidad consiguió un buen empleo y allí conoció a Lucas, que la traía locamente enamorada, jamás la había visto tan feliz en mi vida. Llevaban tres años de noviazgo y ahora se casaban, estaba tan feliz y orgullosa de ella, era toda una mujer, ya no era aquella adolescente insegura y despistada, a la que miraba con temor de que le hicieran daño cuando saliera al mundo.
Llegué justo antes de que cerraran la puerta, agradecí que me dejaran abordar, había tenido que quedarme unos días extras terminando un trabajo y por eso tuve que coger el avión justo un día antes de la boda, Gonzalo ya estaba en España con todos los demás, hasta mi mamá había volado desde Puerto Rico y se encontraba allí, tristemente mi padre había fallecido un año atrás por complicaciones en su corazón. Me senté y pude volver a respirar, me acomode saque un libro y comencé a leer, era un vuelo largo así que tenía todo el vuelo para ponerme al día es mis lecturas. Cuando llegue por fin a España, Gonzalo me esperaba en el aeropuerto con una enorme sonrisa, lo abrace y lo bese, habían pasado 9 años desde que le di aquella oportunidad y me había hecho la mujer más feliz de la tierra.
-¿Cómo estuvo el vuelo?
-Súper tranquilo, pero demasiado largo para mi gusto. ¿Tú cómo estas?
-Todo en orden, ya está todo listo para mañana, el hotel esta hermoso, tiene una vista espectacular que se que te va a gustar.
-Perfecto, me alegra escuchar eso.
Cuando llegamos al hotel quede maravillada, tenía la vista más hermosa que había visto hacia la Catedral de Sevilla, acomode mi equipaje y salí al balcón a tomarme un café, mientras tomaba mi café observaba la gente caminar por las calles, algunas parejas, otros solo caminaban de camino a sus hogares o dando un paseo, la luna estaba hermosa y la noche era tranquila. Me sentía feliz y orgullosa de como mi vida había cambiado en estos años, como había aprendido tanto, como Gonzalo me había ensañado lo que realmente era amar a una persona, en estos 9 años había sido más feliz que en 20 años con Máximo, a veces creemos que no merecemos más de lo que tenemos, pues tenemos justo lo que nos dijeron que teníamos que tener, y que equivocados están, que equivocados estamos, merecemos todo lo que nos haga ser felices y amados, merecemos vivir como queramos vivir no como los dicen los demás, no como la gente espera que lo hagamos, no haciendo lo mismo que todos, no conformándonos con menos, vivir asi no es vivir.
Llego el día tan esperado, Pamela estaba hermosa, Máximo no paraba de llorar de emoción mientras le decía lo hermosa que estaba, a mí también se me escaparon unas lágrimas de emoción, abracé a Pamela y le dije lo hermosa que estaba. Llegamos con ella a la Catedral, Máximo y yo la caminamos hasta el altar, era una boda sencilla sin mucha gente, la decoración era delicada y sencilla, una combinación de blanco perlado y coral, todo transcurrió de maravilla, lloramos, reímos y bailamos en cantidad, llegamos a el hotel de madrugada y Gonzalo y yo apenas podíamos caminar por lo cansado que estábamos, pero había valido la pena, desde que estaba con el me sentía como si fuera una adolescente aventurera pero con la madurez de una mujer.
Nos tiramos en la cama mientras aun cantábamos y reíamos, quizás con algunas copas de más, nos acomodamos uno de frente al otro mirándonos y sonriendo, Gonzalo poso su mano en mi mejilla y la acaricio:
-Gracias por estos años, me has hecho el hombre más feliz de la tierra, nunca pensé amar tanto a alguien después de Jeremy.
-Solo te correspondo con el mismo amor que me das tu a mí, yo también soy muy afortunada y feliz de tenerte a mi lado.
Nos besamos con lujuria como si fuera la primera vez, nuestros cuerpos estaban agotados, pero aun así hicimos el amor, disfrutamos de nuestros cuerpos, de cada roce y caricia, y en algún momento tuve la sensación de que algo pronto cambiaria, pero no quise prestarle mucha atención, por que es más fácil ignorar lo que nos causa temor que enfrentarlo. Desperté con olor a café, abrí los ojos y Gonzalo estaba vistiéndose apresuradamente, como él había llegado antes a España debía partir de regreso debido al trabajo ese mismo día, a diferencia de mí que decidí quedarme 2 días más antes de regresar;
-Lo siento no quería despertarte, he hecho café, mi vuelo sale en una hora, me he quedado dormido.
-El café es lo que me ha despertado que para nada que me molesta, si no te apresuras perderás el vuelo.
-Si, lose. (agarro su maleta y me dio un beso), que disfrutes estos días, no hagas nada que yo no haría.
-Mmm..., de acuerdo lo intentare.
-Muy graciosa, te veo en 2 días.
Nos despedimos, me levante agarre el café y salí al balcón a mirar cómo salía apresurado y subía a un taxi y se marchaba, me quede un rato más admirando aquella vista tan hermosa, cuando termine el café decidí volver a dormir un poco más. Cuando volví a despertar era ya la una de la tarde, decidí ir a dar un paseo y comer algo, así que me vestí con ropa cómoda y baje, mientras iba caminando saque mi cámara y comencé a tomar fotos, hacia un tiempo había tomado clases de fotografía y había encontrado mi pasión por las fotografías, incluso había podido vender algunas de viajes que había hecho con Gonzalo.
Pase toda la tarde, hasta tener unas fotos hermosas del atardecer, cuando sentí que me dolía el estómago pues aún no había comido nada, así que visualice un pequeño restaurante, que tenía las mesas al aire libre y no estaba tan lleno, me senté y ordene comida, observaba la gente caminar cuando de repente mi corazón comenzó a palpitar desenfrenadamente, entre toda aquella gente que caminaba la vi, era ella, Amelia. Entonces fue como si el tiempo se hubiera paralizado, como si no hubiera pasado el tiempo, caminaba con otra mujer y un hombre, charlaban y reían, se le veía tan feliz y llena de vida que por un momento dudé si realmente era ella, pero mi corazón la reconocí mucho antes que yo.
Me quede paralizada sin saber si ir a saludarla o no, mientras me debatía que hacer, pude ver como ella alzaba la mirada y observando a su alrededor, era como si buscara a algo o alguien, y entonces nuestras miradas se cruzaron, paro de caminar y solo me observo durante unos segundos que parecieron horas, me sonrió y se despidió de la pareja que andaba con ella, comenzó a caminar hacia a mí y sentí que iba a desmayar en ese mismo instante, por que supe que ella volvería a cambiar mi mundo otra vez, y que yo la dejaría, que volvería a entregarle mi corazón sin resistirme, porque muy en el fondo sabía que siempre le perteneció a ella.
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Conociendo a Micaela
عاطفيةMicaela es una mujer de 45 años con raíces afroamericanas y latinas, que está consumida por la rutina del diario vivir, casada hace 20 años con un marido que la ignora por completo y dos hijos en plena adolescencia. Llegara a su vida Amelia y Gonza...