capítulo 23

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un cuarto compartido, otra vez

- Después de eso mi padre me abofeteó la cara y me fui a mi cuarto. Mi hermano me ayudó a curar las heridas del pómulo, ya apenas duele... Entonces decidí que lo mejor seria venir aquí pero me siento mal, mal por haber dejado a Regulus allí, se que a él no le harán nada, es decir, siempre fue el favorito de padre y el favorito de madre, pero eso no implica que no lo castigaran cuando apenas era un crio y me da... Miedo, miedo de que le pueda pasar algo por haber echo algo estúpido. — dijo Sirius secándose algunas lágrimas.

- Ey cielo, — lo consoló Euphemia — ya está, has hecho lo que tu corazón te ha dictado, no hay nada malo en ello. Tu hermano sabe protegerse muy bien, Sirius, no tienes por que tener miedo de él, no le va a pasar nada, ahora solo relájate y veremos que podemos hacer para sacarlo de Grimmauld Place, ¿vale? Ahora siéntate en la mesa y come algo.

La señora Potter acompañó a Black hasta la mesa para que pudiera sentarse a descansar y a comer algo después del viaje que había hecho hasta su casa a pie.

- Al final si que tendrás para comer solomillo a la salsa Sirius. — dijo James riéndose, pero un puñetazo en el brazo por parte de su hermana fue mas que suficiente para callarlo — Que violenta...

- Pues aprende a tener la boca cerrada más de vez en cuando... Wilde...

Un muy ofendido James caminó hasta la mesa y se sentó al lado de su mejor amigo.

- Canuto... Pensé que nunca aceptarías la oferta, menos mal que estas bien.

- James, no aguantaba más, pero hay que sacar a Reggie de ahí.

- Seguro que se puede hacer algo, — dijo Valerie dandole un beso en la mejilla a Sirius a la par que la rubia se sentaba al otro lado de Black en la mesa — hola Sirius.

- Hola rubia. — saludó el chico ahora mucho más contento — Había echado de menos esos besos... — siguió hablando — Pero echo mucho más de menos otros... — terminó diciendo casi en un susurro. Un susurro que justo terminó cuando los Señores Potter se sentaron en la mesa.

- ¿Te gusta la comida, chico? — dijo Fleamont en un tono paternal.

- Por supuesto que si, esto está delicioso, Señor Potter.

- Oh por Merlín, no me llames así, llámame Fleamont. Y dale las gracias a Euphemia, ella es la cocinera aquí, los demás quemaríamos la casa si hiciéramos algo ahí dentro.

Todos rieron y Euphemia habló mientras servia más comida en el plato de Black.

- Cielo, el único problema aquí es saber donde vas a dormir, si quieres podemos... — antes de que la señora Potter terminara de hablar el pelinegro se aventuró a responder.

- De ninguna manera, Euphemia, yo duermo en el sofá.

- No, Sirius. Tú dormirás con James, te pondremos una cama en su cuarto, para que puedas dormir allí. Nuestro elfo domestico ya se ha encargado de llevar tu maleta hasta el cuarto de mi hijo y estará ocupado con el tema de la cama. Si hace falta dormirías incluso con Valerie, — hubo un par de miradas y un par de codazos y patadas por debajo de la mesa en aquel momento — pero nunca dormirías en el sofá, ni que fueras un perro. — de nuevo más codazos y patadas bastante bien disimulada por parte de los tres merodeadores que estaban sentados en la mesa.

Las risas inundaban la casa. Era extraño, el como una familia que no era la suya podía hacerlo sentir mas seguro, más cómodo, mas libre. Sin duda los Potter no eran una familia, eran un hogar en el que refugiarse siempre.
Cuando llegaron las altas horas de la noche las habitaciones se prepararon para dormir y todos subieron al segundo piso de la casa.

Lo prometido no siempre es deuda [Sirius Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora