El sonido de la cascada detrás de mí logra calmar todas las malas vibras que había acumulado durante el viaje. Finalmente había terminado la preparatoria y consolidado mi relación con Darío Rinaldi. El amor a distancia no era lo nuestro pero tan solo había que aguantar un año más y lo hicimos.
Dentro de poco comenzaría mi nuevo empleo como abogada en "O'Higgins Abogacy Bufete", así que necesito ir con todas las energías positivas y para ello he venido a este lugar tan especial para nosotros.
Me deshago de la ropa que cubre mi cuerpo y bajo con cuidado por las enormes rocas que parecen escaleras. En una de ella extiendo la sudadera, el short y mi ropa interior, evitando que se mojen y morir de hipotermia más tarde.
Mis pies tocan el agua finalmente y está tan helada como la primera vez que vine, aquella vez en la que Darío me trajo y besó por primera vez mis labios.
Me sumerjo de una, espantando la sensación de frigidez y comienzo a nadar de un lado al otro, olvidando todo lo que se avecina en mi vida como representante de la justicia.
El bosque que rodea el río es inmenso y me detengo un rato admirando las aves posadas en los árboles, hay cientos de estorninos dispuestos entre los pinos. Es una vista hermosa que ni una fotografía le haría justicia.
Me quedo así un rato, con la mente en blanco, cierro los ojos y me concentro solo en mí, en sentirme bien y tranquila.
Mi distracción se ve interrumpida cuando una pequeña hoja hace cosquillas en mi costado, otras le siguen detrás y no entiendo que pasa hasta que el agua empieza a subir tan rápidamente que no me da tiempo sujetarme de la roca por la que tenía que subir para salir del río.
Las alarmas se activan en mi cabeza cuando me veo siendo arrastrada por la corriente y no puedo hacer nada más que intentar nadar en contra. Empiezo a gritar por ayuda pero es obvio que no habrá nadie a menos de tres kilómetros alrededor del río Mambuk y mi voz está opacada por el estruendoso ruido de la cascada, de la cual me alejo vertiginosamente.
Comienzo a imaginarme muerta por ahogamiento, a mis amigos y a Darío alrededor mío sufriendo por mi pérdida. Reconozco el ataque de pánico y las lágrimas se deslizan solas por mi rostro. Intento sujetarme de una rama caída pero se quiebra por no soportar mi peso más la fuerza del agua. Una de las astillas me ralla el pecho justo entre mis senos y el ardor no se hace esperar.
Todo está perdido, ya no vale la pena luchar, adiós a mi vida perfecta, a mis sueños de estar en un estrado, a mis padres y al futuro que tenía tan bien cronometrado.
Cierro los ojos con fuerza y detengo el movimiento de mis cansadas extremidades, empiezo a hundirme con facilidad, abro los ojos debajo del agua y hago una toma de lo último que veré antes de morir. La bandada de estorninos surca los cielos abandonando el lugar, así como empiezo yo a abandonar la vida.
Estoy a punto de cerrar los ojos para siempre cuándo unos hermoso ojos rojos me observan pasivos y una espeso manto gris calienta mi cuerpo en la helada profundidad. Quedo inconsciente minutos después y no siento nada hasta que despierto en la roca que posee mi ropa. Estoy mojada, con el pelo goteando y muero de frío.
Miro a mi alrededor y no pudo haber sido un sueño, coloco rápidamente mi ropa y corro lejos del río Mambuk, lejos de sus aguas y del exorbitante bosque que fue testigo del momento en el que casi pierdo la vida.
Segundos antes de cruzar las enormes piedras que marcan el final del bosque y el principio del pueblo me giro y escucho un aullido que hace eco por toda el área y justo allí, detrás de un enorme roble, un hermoso y gigante lobo gris de ojos rojos me observa tranquilamente.
Próximamente...
ESTÁS LEYENDO
Bloody Sentence
WerewolfEmilia Bonachea es una abogada de renombre en "O'Higgins Abogacy Bufete", una importante compañía de abogados en el apartado pueblo de Mambuk. Luego de convertirse en la representante de la justicia, Bon empieza una larga carrera donde su único obje...