Capítulo 16: Necesitamos terapia

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A veces, por la pérdida de una batalla, se pierde la guerra entera.

A veces, por la pérdida de una batalla, se pierde la guerra entera

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El detective abrió los ojos de golpe.

Su sueño había terminado, entre sangre, víctimas y cintas de seguridad. Su mirada escrutó cada parte de la habitación, como si le diera miedo encontrar lo que buscaba. Todavía permanecía recostado junto a Kathe, cuando sus miradas chocaron. Ella reflejaba un gran asombro ¿qué habría soñado?

Aquella terapia solo funcionaba si el paciente narraba su propia historia, que veía, que sentía, que olía... El detective había sido muy poco hablador, no obstante, su rostro expresaba confusión, enfado y malestar. Justo lo que necesitaba para sacar sus propias conclusiones.

–¿Viste algo importante? –no pudo evitar preguntar.

Él entrecerró los ojos, sin titubeos la escrutó con la mirada, pudo sentir el peso que ello conllevaba.

–No estoy seguro.

Al darse cuenta de la posición en la que estaba, se incorporó de inmediato. El detective recapacitó e intentó organizar sus pensamientos. Se incorporó cruzándose de brazos, ahora tenía un mensaje que descifrar. Aquello había sucedido un viernes, lo sabía muy bien. Estuvo toda la semana deseando que fuera viernes para ver aquellas cintas y, cuando llegaron, la emoción no cabía en sí. Al igual que la decepción cuando descubrió que no había encontrado nada útil. 

Se rascó el mentón pensativo, pequeños fragmentos atravesaban su cabeza, tendría que unirlos. Cómo su cabeza hiló el caso con la pelirroja que conoció en el Pub, cómo había salido a buscarla. Otro recuerdo le atravesó el corazón, recordó a la pelirroja, el alcohol recorriendo sus venas y mojando su camisa. El hombre de negro y la voz del callejón. Y, de nuevo, la pelirroja. Habían esperado con ella hasta que llegó la ambulancia. Después, la vieron marchar con la melodía silbando por toda la calle. Unos días más tarde, supieron que el sábado acudió a la comisaría a reportar lo sucedido.

–No ha funcionado demasiado bien–comentó.

Emma le miró incrédula.

–¿No has recordado nada?

–Sí, pero–se rascó la cabeza buscando la forma de explicarse–, recuerdo más cosas que pasaron después.

Kathe asintió, buscando una excusa que explicara por qué ha sucedido así.

–Tal vez tu subconsciente quería que recordaras ese día– Eric se adelantó.

El detective asintió no muy convencido. Si eso era cierto, que masoca era su subconsciente que buscaba los peores recuerdos. Aquel día todos lo pasaron mal y, para ser sinceros, ninguno quiso recordarlo, simplemente hicieron como que nunca había pasado. Total, ese tipo de casos lo lleva otro departamento, ellos sólo intervenían cuando había un cadáver de por medio.

–¿Queréis que hagamos una pausa? – preguntó Katherina sacándole de su ensoñación

Lilian y Emma se miraron.

El Caso MünchbergDonde viven las historias. Descúbrelo ahora