Dos días después de nuestra celebración, fui a ver a Nix para nuestra cita. Nos juntamos en la entrada de la academia, en donde había estacionado su nave. Yo iba impecable, por supuesto. Él no estaba nada mal, llevaba una camisa gruesa y una chaqueta de chico malo.
—¿Lista?— me preguntó.
—¡Vamos!— exclamé.
Nos subimos a su nave y partimos a Nudo. Como él tenía mucha más experiencia en la red de mundos, le había pedido de antemano elegir a dónde iríamos. Luego de un par de cruces de puentes, nos encontramos ante un hermoso y vasto lago en un país isla en el hemisferio sur. Técnicamente pertenecía al territorio noni, pero la isla estaba alejada casi a la misma distancia de los dos grandes continentes que separaban el mundo, y a sus habitantes no les interesaba mucho uno u otro bando. Es más, había casi igual número de nonis y vole, era como si se hubieran puesto de acuerdo. Por lo mismo, las leyes del país habían tenido que acomodarse a las preferencias de ambas especies, además de las minorías que también lo habitaban, como humanos, lontes y sirivis. Pero eso era lo que Nix me había explicado en el camino, algún día pensaba ir a visitar con mayor detenimiento para explorar la majamama de culturas.
El lago al que llegamos tenía una extraña peculiaridad; que era un hotel. Para navegar, uno podía arrendar un bote en el que había una cama, baño, cocina y hasta comedor. Todo estaba súper apretado en proporción a otros hoteles noni, pero los espacios nos quedaban grandes de todas maneras. Arrendamos uno por una noche y partimos en bote, navegando por el lago para ver los locales que había a lo largo de la ribera. Para nuestra sorpresa, encontramos un restaurante flotando en medio del lago. Se trataba de una isla artificial, con grandes espacios apoyados en un millar de flotadores y anclada a esa zona del lago para que el viento no se la llevara a otro lado. Curiosos, dejamos nuestro bote para que lo ataran e ingresamos. Adentro había un ambiente muy agradable, con distintas elevaciones y mesas de diversas formas. También tenían un piso inferior con ventanas al lago, como un acuario. No se podía ver muy lejos, dado que el agua de un lago no es muy cristalina, pero era suficiente para apreciar la gran variedad de peces de varios colores y extrañas plantas acuáticas, todas de color azul oscuro.
En el restaurante el plato principal era pescado, por supuesto, pero también tenían un crustáceo dulce, mariscos fotoluminiscentes y ensaladas de algas del mismo lago. Todo excelentemente preparado.
—¿Habías venido aquí antes?— le pregunté a Nix.
—Un par de veces al lago, pero es la primera vez que veo este restaurante— admitió— ¿Te gusta?
—¡Es impresionante!— exclamé.
Comimos bien y evitamos tomar de más, pues había mucho que hacer y no teníamos tiempo de emborracharnos.
Luego de pasar por el restaurante, nos dirigimos a un tour en bote a lo largo del lago. Lo hicimos más que nada para bajar la comida, pero los alrededores eran interesantes de verdad, y el guía turístico era un muy buen presentador. Nos divertimos mucho.
En eso pasamos media hora. Seguidamente nos dirigimos a un lugar que habíamos visto durante el tour: una granja de terateses. Estos son una especie de animal manso del tamaño de un pony que habitan el lago. Son de color rosa, anfibios y piel escamosa. La gente los usa para montar en el lago. Al principio no entendí a qué se refería Nix, pero no me pareció nada malo. Entramos a la tienda, pedimos dos terateses por veinte minutos y el dueño nos llevó a unas extrañas plataformas circulares de color negro. Cuando nos paramos en ellas, él apretó un botón en su puesto y de las plataformas se elevó solo la orilla, cubriéndonos en una pasta negra que se ajustó a nuestro cuerpo y se solidificó casi al instante. Tenía una textura elástica, como goma.
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La Helada Garra de la Muerte
AbenteuerSecuela de De las Sombras al Corazón. La Helada Garra de la Muerte continúa la historia de Liliana poco tiempo después del final del libro anterior. Esta vez, deberá probarse y entrenar para convertirse en una sombra.