13. Contracciones.

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Últimamente, había estado pensando en la conversación con el héroe. Se sentía intranquilo.

Sabía que era cuestión de tiempo para que Hydra lo descubriera y los problemas salieran a la luz como una peligrosa bomba de tiempo. Ambos se estaban ocultando cosas y Anthony no podía sentirse lo suficientemente culpable cuando recordaba que Hydra estaba haciendo movimientos sin decirle nada de la misma manera.

¿Acaso, no estaba usando su nombre también? Tony había amenazado a los héroes, pero no había declarado una guerra.

Era demasiado pronto.

—Buenos días, Tony. —saludó una voz a su costado, despertándose con una sonrisa de lado—. ¿Por qué tienes esa expresión? ¿De nuevo, sientes malestar?

—No, solo estaba pensando en mis proyectos pendientes. —mintió, devolviendo la sonrisa.

Hydra lo observó por unos segundos y luego asintió cómo si le hubiera creído.

—Entiendo, eres un genio. Siempre estás con la mente tan activa. —murmuró el rubio, parándose y estirando los músculos—. Tengo que ir a la Organización de nuevo, ya sabes. A veces, mis subordinados se quieren sublevar. —explicó sin mirarlo—. Les daré una paliza y volveré rápido.

«Mientes peor que yo» pensó Tony rodando los ojos.

Era bastante obvio que se iba a reunir con los aliados que había conseguido para los preparativos. En las últimas semanas, Hydra salía cada vez más seguido con excusas más tontas que las anteriores. Sin embargo, no podía reclamar nada.

¿Con qué derecho? También, escondía lo que hacía.

—De acuerdo, te estaré esperando. —respondió después de unos minutos con una sonrisa fingida.

Hydra le devolvió la misma sonrisa.




A pesar, de estar en una situación espinosa, Tony no podía negar que seguían siendo ellos mismos cuando querían la atención del otro.

—Hoy viniste más tarde. —recriminó Tony sentándose en el regazo del soldado.

Hydra no respondió y lo besó de forma demandante.

—También te extrañé. —molestó con una sonrisa sin separarse.

Tony bufó y enredo los brazos alrededor del cuello del soldado. Se sentía tan cómodo cuando estaban juntos que a veces, no podía creer lo mucho que se había acostumbrado a tenerlo en su vida.

—¿En qué piensas? —preguntó Hydra mirándolo.

—Me gusta estar contigo. —respondió de forma sincera.

Steve sonrió complacido y lo atrajo más con cuidado de no golpear el vientre del castaño que cada día crecía más.

—A mi me gusta cuando eres franco conmigo. —soltó Hydra la nada—. ¿Vamos a la cama? Es incómodo hacerlo en el sofá.

Tony asintió un poco pensativo por las primeras que Hydra le había dicho. ¿Acaso, no había sonado como una indirecta? Ambos debían ser sinceros, no solo él.

—Hagámoslo rápido. —murmuró un poco molesto.




Habían pasado meses y el estrés que sentía cada vez que Hydra salía para reunirse con su gente, era insoportable. La principal razón era porque recibía la visita de la persona menos favorita de su vida, cuando no estaba el soldado.

Volvía a sentir malestar con solo verlo.

—No sabes cuánto odio ver tu cara. —gruñó Tony tocándose el vientre con suavidad—. ¿Acaso, vigilas mi Torre para venir exactamente cuando Hydra se va?

—Es cierto, necesito hablar solo contigo. —respondió el hombre directo.

El Dios del Trueno llegaba cada vez más demacrado y urgente en convencer al genio con sus palabras.

—¿Puedes pensarlo seriamente, SIM? Un conflicto entre nosotros no es beneficioso para nadie. —dijo Thor suspirando—. He estado en suficientes guerras para saber que los daños y pérdidas son consecuencias irreparables. —pausó para mirarlo con tristeza—. No vale la pena, lo digo en serio.

Tony no dejó de tocar su abdomen en círculos, el malestar era más fuerte. Quizás, se le había revuelto el estómago por escuchar al héroe.

—¿Estás muy desesperado, no?

—No te unas a la pelea, solo te pido eso. —respondió el Dios con firmeza—. El armamento de Industrias Stark es crucial para ambos bandos, si te mantienes fuera de esto, no será tan perjudicial para todos. Especialmente para ti.

—¿Qué quieres decir? —cuestionó Tony receloso.

—A diferencia de la mayoría, tienes algo más importante que perder. —dijo Thor mirando el llamativo vientre del contrario—. En una guerra, las personas son capaces de lo inimaginable con tal de tener la victoria, hasta los héroes.

El genio, avanzó hacia el Dios y lo enfrentó sin una pizca de temor. ¿Acaso, quería decir que podrían hacerle daño a su hijo? Perderían la cabeza antes de querer intentarlo.

Una punzada en su vientre bajo, lo hizo gruñir.

—No vas a lograr nada con amenazas. —advirtió con la voz tensa, volviendo a sentarse con cuidado—. Recuerda, cómo comenzó todo este embrollo.

—Lo sé, maldición. —suspiró Thor irritado—. Créeme que no he contado a nadie de tu secreto, midgardiano.

Tony bufó sin creerlo.

«No sé que pensar» se dijo, arrugando el rostro al sentir otra punzada, mientras repasaba todas las posibilidades de la futura batalla y como no lo veía tan ventajoso a su parecer, ya que su armamento llegaría a manos de villanos que lo podrían usar para su propio beneficio.

Nada estaba totalmente asegurado.

Según, lo que informaba Thor de los villanos, Hydra los mantenía a raya con bastante esfuerzo. A diferencia de los héroes, eran personas avariciosas, perversas y no muy confiables.

—Tienes que decidir rápido, no hay mucho tiempo. —apresuró en decir Thor—. Solo prométeme que no vas a intervenir.

Tony quiso responder, pero el dolor en su vientre se hizo más intenso. Desde la mañana había estado sintiendo un poco de malestar, pero actualmente era mucho más fuerte de lo debía ser un simple dolor.

—Tus signos vitales se están alterando. —murmuró el Dios mirándolo con extrañeza—. ¿Estás bien?

—No es de tu incumbencia. —gruñó Tony abrazando su abdomen.

El héroe rodó los ojos y sintió impotencia al no llegar a una respuesta después de tanto insistir. SIM no era alguien fácil de convencer y sus compañeros lo matarían al descubrir quién era el principal culpable de la inminente batalla.

—Es imposible negociar contigo. —se rindió Thor pasando una mano por su rostro y volteando a ver al genio recostado en el sofá, una fugaz idea recorrió su mente al caer en cuenta de algo—. Lo lamento, hombre de lata. Pero, los héroes deben ganar.

—¿Qué mierda..? —musitó Tony con esfuerzo.

Los dolores en la parte baja de su vientre se hacían más intensos y aunque, eran soportables, sabía exactamente lo que estaba sucediendo.

Tenía contracciones.

—No soy tan tonto como crees, SIM. —dijo Thor acercándose un poco—. ¿Recuerdas el día que me propusiste ir a tu habitación? Esa noche me estabas esperando a mi.

—¿Qué? ¿Qué tiene que ver? —cuestionó Tony con molestia.

—Querías tener un hijo conmigo. —sonrió Thor mirando fijamente atrás del castaño—. Nunca fuiste una opción, Hydra.

Tony rodó los ojos ante la estupidez llena de egocentrismo que había dicho el Dios, sin embargo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar lo último. Con cuidado, volteó de espaldas y observó la figura de una persona totalmente armada y con el traje distintivo del Capitán Hydra.

El rostro del soldado estaba pasmado.

—Discúlpame por usar sucios trucos como ustedes. —susurró el Dios del Trueno al oído del genio—. Pero, no quisiste cooperar y la mejor estrategia es desmoronar al enemigo desde dentro.

—Bastardo. —escupió Tony con dolor.

Thor estuvo a punto de responder, cuando sintió como una bala rozaba su mejilla y un escudo lo tiraba hacia atrás con fuerza.

—Odio a los malditos mentirosos, pero odio aún más a las personas que tocan lo que es mío. —dijo Hydra saliendo de su estupor con la mirada colérica—. Aléjate de mi hijo.

—Steve...

—No te atrevas a decir mi nombre, SIM.


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