Capítulo 1

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Desperté automáticamente con el sonido de la alarma del reloj, este día era el último examen final de primer semestre de preparatoria, todo el semestre había intentado ser el mejor de la clase, pero siempre existe otro desgraciado mejor que tú. El examen era de matemáticas, en serio, ¿a quien en su sano juicio le gusta esa materia?, me había ido pésimo, por eso siempre quedaba en segundo lugar, pero bueno, es sólo un maldito examen.

Cuando desperté, me senté en la orilla de la cama mirando al universo, cuando mi Madre me pidió que me apresurará, decidí dejar mi dilema de la vida de lado y buscar la camisa de la Preparatoria, y el primer pantalón que tuve a mi alcance. La ducha no demoró más de 15 minutos, no ponía mucha atención a mi imagen personal, me daba igual que mi cabello pareciera el de un indigente, sólo me vestí y baje, les ahorraré todos los detalles de mi desayuno, porque, por Dios, es sólo un desayuno, nada fuera de lo normal, el clásico cereal deprimente de chocolate con algo muy anormal en un cereal, leche.

Entonces, terminé mi excelente y productivo desayuno y me dirigí a mi automóvil (porque obviamente tengo uno y esto no es un libro para exagerar) y me dirigí a mi fantástica escuela, cuando llegue al estacionamiento, aparqué el carro cerca de mi salón, odiaba asistir en esa escuela, porque las posiciones de popularidad eran seguidas al pie de la letra.

En la cabeza, estaba el tipo millonario que saca dinero hasta por el trasero, casualmente sólo era uno, por el segundo teníamos a los jugadores de americano, la únicas 2 razones por las cuales los adolescentes que tenían problemas con las proteínas aparte del ejercicio entraban al equipo era para obtener chicas y una beca. En tercer lugar estaban las animadoras, que no lo parecían, sus coreografías en vez de animar al equipo de americano sólo los deprimían. cuarto lugar, los grupos de inteligentes que no eran necesariamente antisociales, pero no se salvaban de se lo más extraños, y en la clasificación 5 estaban los grupos de pequeñas personas, en ese grupo estaba yo, ¿casualidad? No lo creo, siempre en las películas narra la historia del tipo sin amigos.

Dejando de lado la clasificación de estereotipos, el tipo más popular, el que tiene dinero, se le ocurrió hacer la brillante idea de hacer la fiesta más grande del año. Por eso decidió invitar a cada uno de los estudiantes de mi preparatoria, el muy idiota hasta invito a los maestros. Había carteles en toda la escuela sobre eso, pero lo que me molestaba no eran los carteles, eran mis jodidos amigos, ellos no paraban de hablar de esa fiesta, desde que ellos se enteraron de esa fiesta comenzaron a ver películas sobre eso. Los muy idiotas no paraban de hablar de la fiesta, y que serían los mejores ahí y que dejarían de ser unos marginados. Como siempre, tonterías de ilusos.

En todo el día escolar tuve la mitad de las clases, había unas chicas que estaban repartiendo las invitaciones, una de ellas era Jamie, la novia del cuarterback de el equipo de fútbol, ¿por qué el jodido mundo se llena de clichés? Entonces paso a entregarme la invitación con mis amigos ella se sentó sobre mis libros y se quedó observándome.

-Eres lindo, no puedo creer que seas un mediocre-. Dijo ella y volteo la mirada para ver si Trevor no estaba viendo.

-¿Podrías dejarme terminar de estudiar? No puedo reprobar este examen-. Dije tapando mi rostro con el libro.

Ella no contestó, sólo se limito a besarme y llevo mis manos a su rostro, y las soltó. En ese momento Trevor observó lo sucedido y llego a empujarme, y yo caí de la banca.

-¿Qué demonios te pasa imbécil?-. Me gritó mientras me tomaba de la camisa de forma brusca.

Si algo caracterizaba a Jamie es que le encantaba crear problemas y que su novio golpeara gente.

-¡Demonios, fue ella!-. Grité furioso a la vez que lo empujé para que se alejará de encima de mi, pero no tuve la fuerza suficiente y se incorporó de nuevo.

-¿De verdad piensas que voy a creerte?-. Me dijo y rió a carcajadas.

-No tenía tanta esperanza, se que eres estúpido, no lo entenderías-. Él se enfureció y me tiro un golpe en la costilla.

Un amigo de él le advirtió que un maestro se acercaba y se levanto, se limpio la tierra de las rodillas y terminó por escupirme.

-Espero que vayas hoy a la fiesta, por que si no vas, créeme que tu viva social y productiva están en juego-. Me amenazó y después, sólo se alejo.

Yo siempre había sido una persona muy sensible, sufrí depresión el año pasado y esto no ayudaba en lo absoluto. Me dolía la costilla con un dolor punzante, cuando intentaba recuperarme, volvía a caer. Pero de la nada llego Melanie, una animadora, era una de las mejores, pero por lógica la mejor era Jamie. Ella me ayudó a incorporarme.

-¿Qué no deberías estar en clase? ¿Por qué me ayudas? No me conoces-. Dije entre gemidos.

-Digamos que he estado observándote-. Me dijo a la vez que pasaba mi brazo por su hombro.

Cuando llegamos a la enfermería, Rebecca, la empleada que trabajaba ahí, una de mis amigas, porque por Dios, cuando no tienes amigos de tu edad, buscas a personas de mayor o menor edad, en mi caso, mayores, puso una cara de susto cuando me vio pasar con la mano en la costilla.

-¿Qué sucede Carlos? Siéntate-. Tomé su orden y la obedecí.

-Es, es la costilla-. Dije entre jadeos.

-¿Qué sucedió?-. Preguntó.

-Cuando baje del auto...

-Fue Trevor, lo golpeo por que su novia lo beso, pero el pensó que fue Carlos-. Me interrumpió Melanie a toda prisa.

-¿Por qué rayos lo dices?-. Le pregunté molesto.

-Porque debes dejar de evadir tus jodidos problemas.

-¡Adoro mis problemas! Me hacen ser quien soy.

-Cada quien tiene su unidad de medida, pero la tuya es errónea.

¿Qué carajos? Una animadora había logrado dejarme sin respuesta alguna, esto no estaba dentro de mis planes. Afortunadamente cuando Rebecca observó que pasé cierto tiempo sin decir nada más que verla decidió continuar hablando.

-Al parecer, no es nada grave, sólo fue un golpe con fuerza, tienes que ir a tu casa a descansar, haré un reporte para tus maestros-. Me dijo y se dirigió a la estantería, Melanie permanecía ahí.

-¿Cómo irás a tu casa?-. Me preguntó con curiosidad.

-¿Por qué te importa lo que yo haga?-. Le pregunté desconcertado.

-Tenemos 2 enemigos en común, la unión hace la fuerza-. Contestó.

-Aquí tienes-. Me dijo.- No te recomiendo que conduzcas, llama a tus Padres, te presto el teléfono.

-No es necesario, yo lo llevo-. Dijo ella sin contestar.

-Carajo, en serio, necesito saber que te pasa.

-Lo sabrás si me dejas llevarte.

Cómo salir de la FriendzoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora