Hoy me toqué pensando en ti...
Y no era mi intención o mi propósito. Toqué mis mejillas como solías hacerlo tú, y repasé el contorno de mis labios con mi dedo pulgar.
Bajé lentamente mis palmas por mi cuello y alcancé a soltar un suspiro cuando por encima de la tela sentí la calidez sobre mi pecho.
Una de mis manos se quedó inmóvil, mientras la otra se deslizaba por mi vientre, llegando a aquel límite puesto por una prenda más.
Sin pensarlo más de un segundo me concedo el permiso de continuar, sin pensar en el pecado que estaba por cometer.
Mi respiración se aceleró al encontrarme completamente húmeda de la emoción, dejé que las yemas de mis dedos juguetearan provocando que un escalofrío recorriera mi espalda.
Alcancé a ahogar un gemid", al cubrir mi boca, justo como tú lo hacías en las noches de susurros.
Cerré mis ojos mientras mi cuerpo aceptaba la visita de aquellos intrusos, que hace algunos minutos atrás solo los llamaba 'dedos'.
Sabía lo que me gustaba, conocía mi cuerpo mejor que nadie y sabía como iba a terminar el acto impuro que llenaba de hormonas mi habitación, siendo esparcidas sobre mi cama.
Estaba llegando al punto donde los gemid"s no podían ser controlados, ni pensaba parar a estar a segundos de tocar las estrellas con la punta de mis dedos.
Mi cuerpo se estremeció, mis piernas se tensaron y mi espalda se arqueo al llegar al momento más placentero del acto, estaba a nada de terminar, lo podía sentir.
No me sorprendió la cantidad de humedad que lleno mi entrepierna y mi ropa interior, lo que me tomó por sorpresa fue escuchar tu nombre ser pronunciado por mis labios al llegar al éxtasis, como involuntariamente entre mi respiración entrecortada lo repetí más como un susurro, acompañado de una sonrisa.