CAPÍTULO 40

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NIKA

Ayer no nos dio tiempo a ir al Centro Penitenciario, por lo tanto tenemos que ir hoy. No sé qué más pruebas vamos a encontrar, sinceramente no creo que haya nada. Martha por muchos problemas que tenga, es muy lista en otros y dudo que haya dejado algún cabo suelto.

También me como la cabeza en quien puede estar siendo el cómplice. Mi novia tiene a Kris metida entre ceja y ceja, aunque no la culpo. Cada vez que lo pienso, es una candidata perfecta para serlo. Se lleva mal con ella y ahora conmigo también.

Además, he visto actitudes en ella que no son normales, como cuando se acercó a Emy apuntándole con la pistola. Eso no es de ser muy normal. Que si que mi novia también tiene ese lado impulsivo, pero lo veo diferente.

– ¿Estás listo? - pregunta cogiendo las llaves.

– Que remedio - suspiro.

–  Yo tampoco creo que encontremos nada, pero son ordenes - se encoge de hombros.

– Ya - asiento cansado.

Odio las ordenes tanto como ella, pero no nos queda otra que hacer lo que nos dicen.

Vamos hacia el coche y nos encaminamos hacia el centro. De vez en cuando me echa sonrisas fugaces y cada vez estoy más feliz de poder tenerla a mi lado.

Si no fuera por ella, este tipo de situaciones me agobiarían más, porque aunque no tenga una relación con Martha de madre e hijo, sé que vengo de ella y no me hace ni pizca de gracia. Que le vamos a hacer, uno no elige la familia que le toca.

Volvemos a hacer el mismo procedimiento cuando llegamos al Centro y nos dejan entrar en menos de diez segundos.

– ¿Que necesitan? - pregunta la directora amable.

– Que nos lleves a la celda de Martha - responde directa Emy.

– Pero...

– Tenemos una orden de registro - se la enseño.

No quiero perder más tiempo así que es mejor que vayamos al grano.

Nos pasea por el interior hasta que llegamos a un pasillo lleno de habitaciones.

– Desalojen por favor - me dirijo a las dos mujeres que hay sentadas en una de las camas.

– Vaya vaya - sonríe una acercándose - ¿No quiere hacerme un cacheo, señor policía?

– Sal si no quieres que te reviente - ordena mi novia.

La miro significativo para que se relaje y espero a que hagan caso.

– Hazlo y te mato - se le encara la mujer.

Pongo los ojos en blanco aburrido por su atrevimiento y Emy suelta una carcajada. Antes de que ellas o nosotros actuemos, la directora llama a uno de los guardias y sacan a las mujeres a la fuerza.

– Lo siento, es que ellas...

– Déjenos solos por favor - interrumpo a la directora.

Traga fuerte y sale haciéndome caso.

– Vamos, no hay tiempo que perder - doy dos palmadas.

– Primero bésame, que me has puesto a cien - se acerca provocativa.

– Siempre estás a cien - me río.

– Cállate.

Mete la lengua en mi boca y la saboreo por unos segundos.  No es sitio para esto y mucho menos la situación que tenemos encima, aunque si por mi fuera la haría mia aquí mismo.

– Por favor - susurro porque no soy capaz de apartarme.

– Quítame tu, no puedo - dice con los ojos más oscuros que nunca.

– Ya nena.

Me armo de valor para separarme y cojo sus mejillas. Le doy un beso corto pero suave y le acaricio la cara mientras inspira hondo y se concentra de nuevo.

– Bien - me mira más calmada - Vamos.

Hay poco que observar teniendo en cuenta de que apenas hay objetos. Un simple mueble con dos cajones, una mesita de noche y las dos camas.
empezamos mirando los cajones uno a uno, incluso desmontándolos. Como suponíamos, no hay nada que nos sirva.

– Esto es imposible - me siento frustrado en una cama.

Emy se apoya en una pared y observa la estancia detenidamente, intentando encontrar un último rincón para buscar.

– Las camas - señala.

– Somos policías, no tapiceros para estar desmontando cosas - me quejo.

Asiente dándome la razón pero me levanto para seguir buscando. Mientras yo miro una cama, ella lo hace con la otra. Aparto las sábanas de un tirón y saco el colchón.

Observo a Emy por el rabillo del ojo y veo como quita incluso las patas y las zarandea. 'Siempre demostrando que es la mejor en su trabajo'

– Eh Nika - me llama atenta.

– ¿Que hay?

– Respuestas.

Saca unos papeles que están enrollados de forma fina para que pueda caber en la pata de la cama y me los enseña.

Son cartas donde se ve perfectamente dos personas comunicándose. Las leo por encima y un nudo se me coge en el estomago.

Casi en todas pone lo mismo y básicamente se resumen en que ella le cuenta a la otra persona que por más que haga, su hijo no quiere saber nada de ella.

– Estás cartas son de tu padre y ella - dice Emy.

– Es una hija de puta - las arrugo con mis manos.

Martha ha estado poniendo a mi padre en contra toda su vida. Hay cosas escritas como que soy yo el que no quiere saber de ninguno cuando eso es mentira, ella jamas me ha dicho quién es mi padre.

– Esto explica porque tu padre te odiaba. Siempre ha creído que no querías conocerlo.

– Eso no es excusa para querer matarnos - hablo enfadado.

– Bueno el también tiene un problema, probablemente sea por eso.

Me siento en la cama y me paso una mano por los ojos. Una lágrima se me escapa de rabia y no se que pensar si estas cartas no hubiesen existido nunca.
Quizás habría tenido oportunidad de conocer a mi padre sin haber estado en su contra y podría haber sentido el cariño de un familiar cercano.

–Amor - se agacha Emy hasta quedar a mi altura - No te martirices. El destino es un hijo de puta y ha querido que sea así.

– El destino ahora mismo se llama Martha.

– Y por eso nos la vamos a quitar de encima en cuanto tengamos oportunidad - habla más segura que nunca.

– Si mi madre no lo hubiese puesto en mi contra quizás ahora...

– Tu padre tampoco ha hecho nada por conocerte y saber la verdad. Eso demuestra que clase de persona era.

Respiro hondo y se que lleva razón, pero enterarse de este tipo de cosas no es de buen gusto.

– No tenemos nada más que hacer aquí - me levanto.

– Martha ha sido quien le ha dado información todo este tiempo de donde estabas. Por eso nos encontró a los dos.

– Martha no ha salido de aquí, ella no puede saber todo esto - niego.

– Claro que no, pero para eso tiene a Sandra que es la que nos vigila desde fuera.

– Eso si - afirmo viéndole el sentido.

– En cuanto encontremos a esa persona, todo acabará. confía en mi - me acaricia la mejilla.

– Gracias por no dejarme solo en esto - le doy un pequeño beso.

– Jamás te dejaré solo - me lo devuelve con más intensidad.

CABAÑA 001 [+21] [TERCERA PARTE DE CELDA 001] [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora