Los principios de un negocio

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El sol había alcanzado su máxima altura, empezaba a debilitarse y sus cuerdas le hacían desviarse y caer

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El sol había alcanzado su máxima altura, empezaba a debilitarse y sus cuerdas le hacían desviarse y caer. Las nubes envolvían al trío como sábanas de seda fina, revoloteando y enfriando sus pieles cuando pasaban entre ellos para desaparecer y ser reemplazadas por sus otras compañeras.

Se agarraba con fuerza de la cintura de Muichiro, era fina y sentía que la iba a romper, el otro le decía con tranquilidad que no tuviese miedo y le tomase con confianza. Más que sus palabras,  era la distancia a la primera corteza de la tierra lo que hacía que no se reprimiese. La calma del chico le asustaba, iba tambaleándose sin intención de ello y en vez de preocuparse, admitía que era extremadamente inepto para el arte del vuelo; hubiese dicho que para todo relacionado con lo paranormal, pero le dejaría que lo descubriese el solo, podría mejorar para ese entonces. Esto no tranquilizaba a Genya, el cual aparte de náuseas abundantes, cerraba los ojos ( e intentaba hacer lo mismo con la mente) para no ver lo que ocurría.

Inosuke era un caso aparte, metido entre las prendas de su compañero, componía la banda sonora del espectral silencio del firmamento, ronquidos que demostraba que le daban igual las turbulencias.

—M-muichiro, ¿sabes cuánto queda hasta el pueblo a donde vamos?— preguntó trémulo, sus piernas se entrelazaban a la escoba, está crujía y sentía el ataque de ansiedad borbotear por su pecho hasta escaparse por las rendijas de sus labios.

Buscando entre su bolso lleno de plantas que sobresalían por la tela, sacó un mal doblado mapa lleno de marcas y rayones de lápiz y tinta de calamar, desplegó el papel y calculó las distancias de manera aproximada.

—Media hora, si no nos perdemos— bromeó. — Si estás cansado puedes dormirte sujeto a mi, estoy acostumbrado a viajes silenciosos, y no te vas a caer,

Para el de cicatrices, era imposible dormirse en tales circunstancias, a no ser que cayese presa del desmayo. Quería llegar pronto, la magia se veía diferente en los cuentos e historias narradas por juglares callejeros, menos aterradora al menos.

¿Que harían al llegar? Genya no tenia estudios tan avanzados como para conseguir un puesto de trabajo aceptable, hizo la secundaria obligatoria y su padre le hizo seguir el comercio familiar por poco que le gustase. El brujo tampoco parecía tener nada en mente, y es que su plan principal era hacer recados y usar sus poderes para arreglar problemas difíciles de solucionar con habilidades humanas a los ciudadanos que se encontrase. Pero si nadie tenía esos contratiempos no tendría ningún sueldo seguro, y podrían no pagarle lo suficiente como para subsistir, o tener tanto trabajo que se consideraría esclavitud laboral.

Genya empezó a sentir el estrés muy tarde, debería haberse quedado con su familia, debería haber vuelto nada más salir. No iba a poder llevarles el dinero que pretendía entregar, moriría de inanición o algo peor. Era una idea bonita de pensar, pero en realidad no había ninguna base contundente.

—Oye, Muichiro, ¿ estás seguro de que va a salir bien?— susurró, no quería contarle de sus inseguridades ahora que había aceptado su propuesta y estaba tan cerca, pero quería oír unas palabras de seguridad, aunque si fuesen producto de una mente imaginativa, inocente.

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⏰ Última actualización: Aug 30, 2022 ⏰

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↷ ⁞ Un brujo, un jabalí, y un joven demasiado empático ᵎ┊͙☁️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora