Capítulo 22

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Con todos sabiendo de nuestra relación, hemos comenzado a actuar como pareja delante de ellos. No es igual que cuando estamos solas, la mayoría de las cosas las guardamos para nuestra intimidad, pero hay muchas acciones que hacemos al descubierto que de vez en cuando desconciertan a los púrpuras. En especial las de Wilhemina, es divertido ver sus caras cuando al pasar deja un beso en mi mejilla o se queda abrazándome mientras toco el piano.
Ahora estoy sentada frente al instrumento practicando para tocarle a Mina una canción que me pidió. Exit Music (For a film) de Radiohead. Me lo pidió cuando hace unos días tuve ansiedad de nuevo. También me dijo que era una de sus canciones favoritas, para todo ella tiene un excelente gusto.
- T/N, ¿y tu gris?- me pregunta Malcolm, que desde hace unas semanas está socializando bastante con él.  El que inició fue Chris, pero Gallant ahora se ve interesado.
-Lavado mi ropa- le respondo y él solo asiente.
Pasan varios minutos, unos diez o quince, antes de que se levante de donde está.  Si su intención era no levantar sospecha, su estrategia no es la mejor. Igualmente no digo nada, finjo concentrarme en mi práctica. La frustración de no recordar los acordes que van y confundiendolos con otros es grande.
Ya un poco aburrida de tocar me voy a leer. Tengo una novela esperándome en una estantería hace dos días. No es que no haya tenido tiempo, extrañamente es lo que parece sobrar aquí, pero es que las horas de mis días han estado distribuidas entre mi novia, mi amigo y he pasado un rato agradable con la señorita Mead. Al igual que Venable da una imagen intimidante pero no lo es. Tal vez fue amable conmigo porque soy la pareja de su amiga, pero ha estado bien. Uno de los temas que conversamos, evidentemente, fue Wilhemina Venable. La amistad de Miriam hacia ella es totalmente leal.

- La señorita Venable me ha echado de la oficina, estaba leyendo una carta y comenzó a gritarme que me vaya- oír eso de Mead que se asoma desde el marco de la puerta hace que prácticamente tire el libro que tengo en mis manos y salga corriendo. ¿Qué le puede haber recibido?, me pregunto queriendo prepararme para ayudarla. El único tema que sé que la afecta de esa manera es su columna, pero dudo mucho que se trate de eso. 
Mis golpes en la puerta son ignorados, incluso cuando digo que se trata de mí. Insisto, una y otra vez estampo mi mano contra esa puerta. No me detengo, estaré horas si es necesario.
- ¡Wilhemina, ábreme!- le pido por decimosexta vez y al fin lo hace. La versión de ella que veo es una que se siente destrozada. Me duele encontrarla en este estado. -¿Qué pasa?- le pregunto preocupada queriendo acercarme a abrazarla.
- No me toques- pide poniendo el brazo en que no tiene el bastón entre nosotras para que no me acerque. Igualmente intento avanzar.- T/N, por favor no lo hagas. Si me tocas me derrumbaré- habla empezando a llorar.
- Por favor, dime qué pasó- mi preocupación se refleja en mi voz.
- Esos idiotas...- comienza a decir quebrandose- esos idiotas estúpidos murieron- dice con dificultad. El "idiotas estúpidos" sin dudas refiere a gente que aprecia mucho, a veces llamar a la gente de esas maneras lo expresa en su caso. Es su forma de mantener sus muros altos para evitar la mayor cantidsd de emociones que puedan dañarla.- Yo les había pedido que no lo hicieran, habíamos acordado que no pasaría.- Verla así me rompe el corazón. La veo ir a sentarse y tomar entre sus manos montones de sobres, entre ellos busca uno específico. De él saca una carta para leerme en voz alta, casi gritando, "Te hemos prometido no morir, no lo haremos".
Lee las diversas veces en que se ha repetido ese intercambio cada vez llorando más. Yo, muy despacio, me voy acercando a ella. Sé lo que me dijo, pero está sufriendo y no puedo dejarla hacerlo sola. Mi presencia es como si estuviera en otro plano por más que se dirija a mí.
- (...) son unos tarados, ¿cómo pudieron hacerme esto? Yo siempre estuve para ellos y ahora se les ocurre abandonarme. No me merezco esto, no me lo merezco.
Golpea su bastón contra el suelo y luego lo lanza lejos. Sus manos, cerradas en forma de puño, impactan con el escritorio. Yo he comenzado a llorar varios minutos atrás, está imagen me duele demasiado. Sabiendo que probablemente me rechazará, me arrodillo en el suelo y abrazo sus piernas. En lugar de recibir un pedido de que me aleje, comienza a acariciar mi cabello. Deja de gritar, solo llora.
- Júrame que tú no morirás- me pide luego de varios minutos. -T/N, te lo ruego. Por favor. Prométeme que no lo harás.- Suena desesperada al hablar.
- Debes prometerme lo mismo- le digo agarrando la mano que tiene sobre su regazo.
- No lo haré si tú no lo haces- es su respuesta.
- Lo mismo, no lo haré si tú no lo haces- cierro el acuerdo.
Por el dolor en mis rodillas, me vuelvo a parar para tomar asiento en sus piernas. Le hago mimos mientras nos quedamos en silencio. Lentamente se va calmando, pero no deja de sentirse mal.

La cena la tiene sola, encerrada en su habitación. Estamos bajo el mando de Mead mientras todos me preguntan por nuestra líder.  Sabiendo que no le agrada verse vulnerable, me limito a decir que no se sentía bien. Aceptan la  mentira, tampoco es que les importe tanto su estado. En cambio yo paso el tiempo en la mesa inquieta esperando a que se nos permita retirarnos para ir a mi cuarto, juntar mis cosas y pasar la noche con ella. Más que nunca lo único que quiero hacer es tenerla contra mí.
Junto con el permiso de retirarnos, Mead y yo vamos en la misma dirección solo que a diferente puerta. En el momento en que me meto en mi habitación noto que alguien ha tocando mi armario. Faltan las prendas que he separado para lavar y una de mis blusas lilas. Sabiendo que es una de las favoritas de ella, asumo que la tomo.

Tras una ducha rápida y ponerme ropa para dormir, cambio de habitación. Miriam ya no está, solo está Venable tirada en la cama. Desde ese punto me ha invitado a entrar y desde ahí me pide que cierre.
- Vengo a quedarme contigo si estás de acuerdo- le digo sin avanzar mucho por si prefiere tener espacio. Su respuesta es moverse un poco a un costado saliendo del medio del colchón para que yo tenga espacio.
Cuando estoy acostada, nos cubro a ambas con las frazadas. Ella pega su cuerpo al mío y acomoda su almohada.
- Abrázame fuerte, por favor- me pide y eso hago notando como deja de estar tensa. También me doy cuenta de que abraza la blusa que me faltaba.

Respira |Fanfic Wilhemina Venable|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora