Encuentras miel en la colmena, pero debes ser consciente que te podrían picar.
La mansión abandonada que yacía en lo más alto del monte era, sin duda, gigantesca.
Jimin había oído leyendas sobre este lugar, algunas más locas que otras. Como por ejemplo, que está construido bajo un cementerio indio y que si entras, te conviertes en un demonio que come uñas. Por eso, todos los niños dormían con calcetines.
Pero había otras algo terroríficas.
El pequeño Park lo había oído a sus ocho años, que dentro de la mansión yacía un demonio que era capaz de hipnotizarte para luego saciar sus deseos de comer humanos. Desde ese momento, Jimin le tuvo miedo a ese monte, a esa mansión, a ese demonio.
Pero ahora ya no es un niño. Y la leyenda le parece absurda.
Esa mañana se había arreglado para lo que sería una aventura entre compañeros: visitar la mansión abandonada.
Al principio era genial. Subir el monte no fue para nada terrorífico, todo lo contrario, fue divertido charlar, adivinar y burlarse sobre qué apariencia tendría el demonio.
Ninguno acertó, pero eso Jimin lo comprobaría después.
Descansaron fuera de la mansión, esperando recuperar el aliento y dándose valentía para entrar a aquel abandonado recinto.
Entraron en fila inidia, uno detrás de otro, siendo Jimin el primero por un juego del destino llamado "piedra, papel y tijera".
—¿Cerraron la puerta? —preguntó el rubio, a lo cual todos afirmaron con un leve movimiento de cabeza
Jimin comenzaba a pensar que fue mala idea venir con un grupo grande, que además poseía un historial realmente grande sobre haber caído en bromas de halloween. En resumen: era muy fácil asustarlos.
Suspiró, resignado y decidió que sería mejor subir las escaleras en busca de algo interesante.
Sin embargo, no se esperó que el piso comenzara a temblar; lo siguiente que ocurrió fue el grito desgarrador de sus compañeros.
—¡Ayuda! ¡AYUDA!
Jimin abrió un ojo con cuidado, luego el otro para después tallarlos con cuidado mientras los gritos que lo levantaron se seguían escuchando por... Donde quiera que se encuentre.
Intentó ponerse de pie, le fue imposible así que alzó la mirada hacia el techo reconociendo rápidamente el lugar. La mansión abandonada.
Tragó saliva.
—¡Ayúdenme por favor! ¡P-POR FA-!
Los gritos se detuvieron. Y sus lágrimas comenzaron a caer.
¿Qué fue lo que pasó?
—¡Woah qué rica comida! —exclamó alguien cuya voz no reconocía. Se estaba acercando