Capítulo Uno

2.5K 269 17
                                    

Hace diez años:

Lisa's POV

Ella se sentó en la esquina del sofá llorando, su sollozo en voz alta y su rostro rojo y manchado. Caminé pasándola hasta la cocina y agarré una lata de Coca Cola, ignorando el tirón de mi fibra sensible mientras la miraba.

—¿Qué está mal, Jennie? —suspiré mientras le preguntaba. Ella elevó la vista hacia mí con sus grandes ojos marrones llenos de lágrimas y fui llevado a los días cuando solía pellizcarla en el bus escolar.

—Nada —ella tragó y bajó la vista hacia sus piernas.

—Dime qué está mal —me senté en el sofá a su lado y torpemente puse mi brazo alrededor de sus hombros—. Quizás pueda ayudar —no tenía idea de lo que sería capaz de hacer por ayudar, pero a los catorce, me sentía años por delante de los once años de edad de Jennie.

—Rosé no... —Ella se detuvo y sollozó un poco más—. Rosé no me dejará tomar prestado su esmalte de uñas.

—¿Qué? —fruncí el ceño, confundida.

—Rosé no...

—Escuché esa parte —miré fijamente hacia ella por unos momentos antes de continuar—. No entiendo por qué te importa. El esmalte de uñas simplemente luce barato y repugnante de todos modos.

—No, no lo hace —ella sacudió su cabeza y yo suspiré.

—Levántate, Jennie. Vamos a hablar con Rosé —tomé su mano y la jalé arriba del sofá, y ella se aferró a mi mano mientras caminábamos subiendo las escaleras para ir a hablar con Rosé. Rosé era mi hermana y la mejor amiga de Jennie, pero muchas veces me sentía más cercana a Jennie de lo que era con Rosé.

—Rosé, ábreme —traté de abrir la puerta y luego golpeé en ella.

—¡No! —mi hermana gritó en un tono quejumbroso.

—¡Rosé, no tengo tiempo para esto! —grité, molesta. Tenía catorce años y era la edad donde me sentía como si fuera una mujer, no una niña—. Ábreme. Ahora.

—¡Lo que sea! —chilló mientras lentamente abrió la puerta—. ¿Qué quieres? —ella plantó su cara hacia mí y levantó su nariz en el aire.

—Deja a Jennie jugar con tus esmaltes de uñas, por favor.

Ella rodó sus ojos. —Le dije que ya podía.

—Quería la roja, no la rosa —Jennie miró hacia mí con sus ojos muy abiertos y yo suspiré.

—¿El rojo, Rosé?

—No, ese es mi favorito —Rosé sacudió su cabeza—. No puedes ordenármelo.

—Jennie es tu mejor amiga —resoplé—. Deberías ser generosa. Sabes que eso es lo que las buenas niñas pequeñas hacen —le di una enorme sonrisa como mi papá siempre hizo para tratar de convencerla—. ¿Bueno?

—No —ella dijo obstinadamente, como solo un niño de once años de edad podría.

—Rosé.

—Ese es mi nombre. No lo desgastes —ella me dio una mirada de superioridad.

—Eres tan infantil.

—Eres una mocosa —ella replicó hacia mí.

—Lo que sea. Vamos, Jennie —agarré su mano y caminé lejos de la puerta de Rosé—. Te veo luego Rosé. Jennie y yo vamos a pasar el rato en mi habitación.

⌗𝐒𝐢𝐧 ; 𝐉𝐞𝐧𝐥𝐢𝐬𝐚 𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora