Todo tiene un fin

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Una pareja de enamorados iba paseando, agarrados de la mano, por el camino de bicicletas. Era de noche, así que no importaba mucho ya que no pasaban muchos ciclistas a esas horas.
La chica era alta, joven, con una cara dulce y aniñada, y con el pelo largo, liso y negro. Su compañero era un poco más alto, con pelo corto y oscuro, y aparentaba más edad que ella.
De pronto, él se detuvo haciendo que ella también dejase de andar.
- ¿Qué pasa? - preguntó ella con una voz dulce y tenue.
Él se quedó mirándola pensativo en silencio.
- Choiza - lo llamó por su nombre tras varios segundos de incómodo silencio.
- Quiero dejarlo - habló por fin él, dejando la cara de la joven petrificada con aquellas palabras, pero continuó -. Sulli, cortemos.
Ella no sabía que decir, ni siquiera sabía que cara poner. Desvió la mirada hacia abajo situando su vista en las letras de la camiseta de Choiza. Ponía "I LOVE YOU". Esa camiseta se la había regalado ella; de hecho, tenía una igual y la llevaba puesta en ese momento. "¿Es todo una broma?", pensó.
- Sulli - volvió a hablar él, pero oír su nombre en la boca de él era muy doloroso en aquel momento para ella.
- ¿Por... por qué? - se atrevió a preguntar Sulli.
Quería pedirle que no lo dejaran, que quedara con ella, pedirle que aquello no terminara. Pero no quería arrastrarse ni obligar a su casi ex-novio a hacer algo que no quería. Así que, al menos, quería saber la razón de aquella ruptura. Lo miró a la cara esperando una respuesta.
- No hay razón. ¿Tiene que haberla, acaso? - contestó él diciendo la última frase con una sonrisa arrogante.
A Sulli le hizo más daño aquella sonrisa que el hecho de no haber una explicación para aquella situación. Desvió nuevamente la mirada a la camiseta del chico. De pronto, sintió como sus ojos se humedecían sin querer y, poco a poco, empezó a ver borrosas las letras de I love you. Choiza suspiró y soltó un "¿En serio?". Las lágrimas empezaron a desbordarse de los ojos de Sulli y a rodar por sus mejillas uniéndose en su barbilla y cayendo al suelo como una única gota.
- Sulli, algunas relaciones no duran para siempre - dijo Choiza -. Mucho menos si eres tan infantil.
Eso ya lo sabía ella, pero pensó como toda persona enamorada que aquella relación sería de las que sí duraría para siempre. ¿Infantil? No supo muy bien exactamente a qué parte de ella se refería. Sulli no podía mirarle a la cara, se sentía tonta llorando ahí frente a él.
- No buscamos lo mismo. Aún te falta madurar un poco... bastante - siguió hablando Choiza suspirando pesadamente al final de la oración.
- Solo quiero una explicación, por favor - susurró Sulli con la voz entrecortada.
- Ya te lo acabo de decir. No buscamos lo mismo. Estás bien para divertirse un tiempo actuando como una pareja adorable. Pero yo no quiero eso...
Sulli entendió entonces a lo que se refería.
- Si me lo hubieras pedido, lo hubiera hecho - dijo ella volviendo a mirarle con la cara roja y empañada de lágrimas -. Si me lo pides lo haré.
- ¡Ahh! Ya no quiero. Esto se acabó. No te arrastres - casi gritó el muchacho.
Las lágrimas de Sulli eran cada vez más abundantes y le costaba respirar bien.
- Vuelve a casa - dijo Choiza con voz imperativa -. Será mejor que nos despidamos aquí.
Choiza dio media vuelta y empezó a andar en dirección contraria hacia donde antes caminaba con su ya ex-novia.
Nunca antes se había sabido de alguna arquitectura que, tras haberse roto cada pieza de su estructura, hubiera quedado en pie. Pero allí estaba Sulli, completamente destrozada, en ese momento no había ninguna parte de su cuerpo intacta, estaba totalmente rota, y aun así ahí seguía perfectamente de pie viendo como la persona que quería se alejaba poco a poco.
Cuando la silueta de Choiza desapareció a lo lejos, ella dio media vuelta y empezó a caminar. No sabía muy bien donde iba, pero seguía andando.
- Sulli - escuchó, tras varios minutos andando sin rumbo, una voz femenina que ella bien conocía.
Levantó la cabeza y vio frente a ella a Amber y Ailee. Al ver a su amiga, la tomboy, sus ya dolidos, rojos e hinchados ojos se volvieron a llenar de lágrimas, se mordió todo el labio inferior intentando ser fuerte y no llorar, pero no pudo evitarlo y estalló en llanto.
Ambas chicas se sorprendieron al ver a Sulli así, especialmente Ailee que no acostumbraba a ver las distintas facetas de la adorable chica. Pero Amber no dudó ni medio segundo en abalanzarse sobre Sulli y abrazarla con fuerza. Ailee se acercó un poco, pero no sabía bien que hacer, así que solo observó la situación.
Amber giró un poco la cabeza y le dijo a Ailee que se iría a su casa con Sulli. Ailee asintió y le dijo que esperase y entonces llamó a un taxi. Al llegar el taxi Amber y Sulli subieron en los asientos traseros. La tomboy le dijo a su amiga que si quería ir con ellas, que podían pasar por su casa, pero Ailee se negó y dijo que quería pasear un poco antes de volver a su casa.
Ya en casa de Amber, las dos amigas se sentaron en el sofá donde Sulli estuvo llorando un buen rato mientras Amber le extendía constantemente pañuelos con cara apenada y a la vez de ira hacia Choiza.
Cuando Sulli terminó de contar la historia, las lágrimas ya se habían secado. Amber la observó el rostro de su amiga: estaba rojo, con rastro de lágrimas secas desde los ojos hasta el mentón, sus ojos estaban rojos e hinchados. ¿Cómo alguien podía ser capaz de hacer daño y dejar así a una persona como Sulli?
Amber limpió con sus dedos una última lágrima que se atrevió a asomar por uno de los ojos de Sulli, y después revolvió tiernamente el pelo de esta.
- Mi bebé - dijo Amber poniendo los labios como si hiciera pucheritos -, no llores más. Un imbécil como él no se merece tus lágrimas, no se merece que alguien tan valiosa y hermosa como tú sufra por él.
Sulli sabía en el fondo que la tomboy tenía razón, pero ¿cómo podía no estar así por la persona que amaba? ¿Cómo podía odiarlo?
- Perdón - dijo entonces.
Amber no sabía por qué se disculpaba la joven. Entonces Sulli continuó:
- No sé que estoy haciendo. Lo siento, soy tonta, solo molesto. He hecho que escucharas todo aquello y me aguantaras llorando.
- ¿Qué? ¿Qué dices? - dijo Amber incrédula -. Sí que eres tonta, no lo niego. ¿Cómo puedes pensar algo así? Te he escuchado porque somos amigas y me preocupo por ti y no quiero que sufras y mucho menos sola. Nunca más vuelvas a decir que me molestas.
Sulli se abrazó a Amber intentando no volver a llorar y la rubia de pelo corto le estrechó con fuerza y ternura.
Después de hablar un rato más y recibir consejos de Amber, ambas fueron a preparar una habitación. Era la habitación de invitados, pero aun así era bastante grande. De todas formas, Amber le aclaró a Sulli que si quería dormir con ella sería más feliz y que esa habitación era básicamente para los días que quisiera estar a solas. También le dio a entender que podía quedarse todo el tiempo que quisiera en su casa: meses, años, siglos. Como siempre consiguió hacerla reír y enseñar una sonrisa sincera. Después cenaron pizzas, aunque Sulli cenó muy poco, casi obligada por Amber.
Ya casi a las doce de la noche, Sulli se encontraba en la habitación que sería suya durante un tiempo. Estaba acurrucada en la cómoda cama, con su móvil entre sus manos. Miró a ver si había algún mensaje de Choiza. ¿Qué hacía? ¿Por qué esperaba todavía mensajes suyos? Empezó a mirar sus otros contactos de Kakao Talk y ahí en el sexto lugar estaba Minho. Desde que ella empezó a salir con Choiza, Minho dejó de hablarla tan a menudo, básicamente era ella la que le hablaba siempre desde entonces. Le extrañaba mucho, casi siempre le extrañaba, no entendía el porqué de aquella distanciación. En verdad si lo sabía, sabía que Minho tenía miedo de interferir en la relación y que Choiza se pusiera celoso o cosas así, y solo quería que ella fuera feliz, pero ella nunca quiso que se distanciase, nunca quiso perderlo. ¿Lo había perdido? De repente, recién entonces, se dio cuenta de que estaba perdiéndolo sin darse cuenta. Choiza desapareció enseguida de su mente y fue Minho el que se infiltró en su cabeza e invadió sus pensamientos. Recordó todos los momentos con él antes de empezar a tener novio y como cada vez se volvió más fría su relación con él después de ella empezar a salir con su actual ex-novio. Entonces pudo ver un punto negativo del haber salido con Choiza. Pero esa no era razón para odiarle o para que el dolor de la ruptura cesara, seguía queriéndolo tanto como hace unas horas lo quería.
"Hola" , escribió a Minho y después envió una carita sonriente.
Pasaron varios minutos mientras Sulli miraba la pantalla esperando una contestación, tocando constantemente la pantalla cuando estaba iba a bloquearse. Para distraerse fue a la galería de fotos, esta estaba llena de fotos con Choiza. Abrió una de las fotos con él y dio a eliminarla. Un mensaje apareció entonces: ¿Estás seguro de que quieres eliminar esta imagen? Sulli situó su dedo índice sobre el recuadrito de "Aceptar", el dedo le tembló un poco pero finalmente lo pulsó sobre la pantalla. Entonces empezó a seleccionar todas las fotos con él y las eliminó. Después miró de nuevo el Kakao, ningún mensaje. Se levantó de la cama y fue a la habitación de Amber. Esta estaba en su cama y parecía estar durmiendo ya. Se tumbó cuidadosamente a su lado, intentando no despertarla, y se acurrucó debajo de las sábanas, dándola la espalda, quedando las espaldas de ambas juntas.. Entonces sintió como la tomboy se giraba y la abrazaba. Cuando ambas ya estaban completamente dormidas, el móvil de Sulli se iluminó y en la pantalla apareció un recuadro del Kakao con un mensaje: "Minho: Hola! Qué tal pequeña??"

Siempre fuiste mi héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora