2- El reencuentro

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Ese fue el momento en el que te vi.
Cuando menos lo esperaba ahí estabas y por ello te odio.

Reconocí esa cara definida y bonita, las facciones marcadas me eran tan familiares. Esos ojos avellana y miel profundos, tanto que te podrías perder en ellos, tenían un brillo de picardía que te hacía admirarlos. Y que decir de esos labios levemente carnosos, eran suaves y tan solo querías poder probarlos, aunque fuera por un simple segundo. Por alguna razón tenían dibujada una sonrisa traviesa y eso me hizo estremecerme. Y poco se habla de su pelo, madre mía parecía el mismísimo oro. Era rubio, con el pelo un poco largo y sedoso, tanto que tan solo anhelas pasarle las manos y enredarlas en el.

Entonces caí en cuenta de quien era, no sé cómo no me di cuenta antes. Ha cambiado pero yo le podría distinguir entre toda una multitud.

Era Alessio.

Mi amor de la infancia, ese amigo y vecino con el que jugaba cada día en el jardín de nuestros padres, ese niño que me llamaba principessa porque yo quería ser una princesa y él sabía un poco de italiano, cosa que en su momento nos pareció super guay, esa amistad que a medida que íbamos creciendo, ella también lo hizo y se transformó en un bonito romance. Aunque por casualidad, nada más declararme, se tuvo que mudar con sus padres a Italia. En España no tenían un buen trabajo y además Alessio tiene familia aquí así que, simplemente, se fue. Y yo no pude hacer nada para evitarlo.

Joder, yo pensaba que me quería pero él nunca se declaró y siempre me decía que no quería novias. Se fue sin dejar rastro, tan solo se metió en un avión sin despedirse de mi.

Y le odio por ello, le odio por irse sin despedirse, le odio por no pensar en mi, le odio por no mandarme ni siquiera un mísero mensaje, le odio por no venir a verme y le odio por aparecer cuando menos lo necesitaba, cuando ya lo estaba empezando a superar, cuando no lo esperaba ni quería pero la vida es así y no se puede hacer nada para evitarlo.

Pero en este momento sí, ahora sí que puedo evitarlo y no dudé dos segundos en hacerlo.

Tal y como había venido me di la vuelta sin mediar palabra y comencé mi plan de huida.

¡¡ABORTANDO MISIÓN!!

Me escabullí entre la gente, andando rápido ya que estando en una discoteca mucho no podía correr y localicé una puerta. Fui hacia mi objetivo.

Escuché como Bia gritaba entre la multitud cuestionándose dónde iba, pero no era momento de hablar. Poco a poco su voz se distorsionaba entre las personas y la música mientras yo andaba todo lo rápido que podía hacia la salida.

Cabe recalcar que al ser de mi estatura tengo las piernas cortas y eso no ayudaba.

Y no son excusas.

Bueno puede que sí pero eso no viene a cuento.

Cuando ya estaba llegando yo me sentía como mínimo partícipe de la película rápidos y furiosos pero que pena que eso solo era en mis ilusiones.

Me paré un momento y me giré para ver si me seguían pero entonces...

¡Pum!

Me choqué contra un pecho totalmente duro y formado.

Cuando levanté la vista obviamente tenía que ser el pecho del mismísimo Alessio.

Lo malo fue que de tal hostia la que me pegué, perdí el equilibrio y casi caigo.

Exacto, casi.

Porque Alessio me agarró con fuerza de la cintura para no caerme y yo en ese momento solo podía mirar sus ojos, me habían dejado hipnotizada. No podía creer que estuviera delante de mi, en carne y hueso. Después de todos los años y todo lo que había pasado, lo que vivimos de pequeños era muy lejano, tanto que incluso parecía de alguna anterior vida (si eso es posible).

El momento en el que te vi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora