Josiah Mars.
Estoy, completamente, desesperado.
El temblor en mis manos es tanto que incluso me da mucho miedo la reacción de mi cuerpo al no consumir esos jodidos somníferos que la consejera junto a la enfermera del instituto me recetaron. Se que estoy abusando de la dosis que ellas me dijeron, pero es que me ayudan un poco a tolerar estas últimas semanas que se han vuelto tan intensas en mi vida, me permite dormir y olvidarme un poco de mi alrededor.
Primero todo el desastre de ese jodido grupo en Facebook donde están bombardeando las cosas personales de cada uno, segundo, la traición de Lienna, tercero, papá que ahora no me envía suficiente mesada porque su actual pareja está embarazada, cuarto, problemas en mi trabajo de medio tiempo y quinto y creo que ultimo, debo irme antes de navidad del lugar donde estoy durmiendo.
Veo pasar los coches, cada cierto tiempo porque es muy tarde, ni siquiera se con exactitud la hora que es, hace un rato largo que me vine de casa de los Bandith y estoy aparte de desesperado, atemorizado por la reacción de Margot al verme y porque cuando dijo que si estaba drogado, no puedo creer que eso sea lo que reflejo y lo único que necesito es callar las voces en mi cabeza.
Cuando una fuerte ráfaga de viento azota de pronto, alzo la mirada observo el cielo estrellado y mis ojos comienzan a picar.
–Detén los pensamientos, Josiah... –susurro, cierro mis ojos con fuerza. –Practica todo lo que la psicóloga te dijo, no cometas una estupidez, no lo hagas.
Pero entonces siento como si el corazón se me fuera a detener y se me aleja el aliento por un instante. Cuando abro mis ojos de inmediato, lagrimas comienzan a bajar por mis mejillas a borbotones, suelto un alarido que logra que mi garganta duela y quiero detenerme, no quiero depender de esas jodidas pastillas, no quiero.
Me coloco de pie, camino de un lado a otro, el sonido de las pocas hojas en los arboles me inquietan muchísimo y estoy comenzando a pensar cosas que no deberían estar pasando por mi mente en una situación como esta. Niego, niego una y otra vez, llevo las manos a mi cabeza y presiono con fuerza, como si eso fuera capaz de callar todo lo que la voz dentro de mí dice con prisa.
Estoy en un ir y venir que incluso me está desesperando, comienzo a lanzar golpes al viento y grito una vez más, quiero callar todo lo que pasa por mi cabeza, me agacho y comienzo a golpear el pavimento. Mi mano comienza a doler pero eso me importa un carajo, escucho el sonido de un coche aproximarse, niego, niego, niego y cuando las luces de las farolas alumbran cada vez más, me coloco de pie, niego, niego y niego una vez más, pero entonces tomo un jodido impulso y...
Margot!
Un fuerte alarido me sobresalta en mi cama y caigo al suelo fuera de esta, apenas está amaneciendo, lo sé por los colores naranja y amarillo del sol saliendo y que se cuela por las cortinas entre abiertas.
– ¡Joder! ¡No! –reacciono, como puedo me levanto del suelo, casi patinando sobre mis pies descalzo y me impulso a la puerta.
– ¡Caleb!
– ¡No ahora mamá! ¡No ahora! –salgo de mi habitación, encuentro a mamá y Caleb en el inicio del pasillo, mamá lo está sosteniendo de los hombros. – ¡Por favor! ¡Déjame ir!
– ¡Que no te dije! –observo a mi hermano temblar de pie a cabeza, me voy acercando poco a poco, escucho un sollozo y sé que mamá no es quien llora, me acerco en su totalidad y la observo. –Margot mi amor, ve a tu habitación, ¿Si?
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Conexiones.☆
Teen FictionLibro 1 - El hilo rojo. ¿Desde cuando podemos sentir una conexión con alguien ajeno a nuestra vida? ¿Quizás al tocar su mano? ¿Al sentir su cercanía? O simplemente ¿Al escuchar su voz? En esta ciudad llamada Hood River, un grupo de estudiantes come...