15. Trabajo de parto/16. Parto

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El ruido de las hélices y el motor del helicóptero era el único sonido en el ambiente.

Anthony se limpiaba las lágrimas en pequeños lapsos de tiempo, mientras se mantenía en silencio. Ambos seguían molestos y eran lo suficientemente orgullosos para no continuar discutiendo por la extraña relación que tenían.

Debían preocuparse por asuntos más importantes.

«Los dolores se están volviendo más fuertes» pensó Tony retorciéndose en el asiento.

Habían pasado solo unos minutos desde que comenzaron a sobrevolar a una altura prudente, rozando los edificios de la ciudad. Sin embargo, Tony permanecía nervioso por la altitud, estaba poniendo en riesgo a su bebé, pero no tenía otra opción.

«Será rápido, no va a pasar nada» se dijo para calmarse.

—¡Maldita sea! —exclamó Hydra rompiendo el comunicador con las manos—. Nadie responde, no hay ningún lugar seguro en estos momentos.

Tony volvió a retorcerse en el asiento, sintiendo que las contracciones cada vez eran más seguidas e intensas.

—No... Grites. —dijo a penas, respirando con dificultad.

Hydra lo observó de reojo y apretó la mandíbula con impotencia. Por primera vez en su vida, se sentía un completo inútil ante una situación.

—Al carajo con todos, te llevaré al hospital más cercano. —declaró el soldado después de unos minutos—. Voy a distraer a los héroes, mientras entras en labor con más tranquilidad. Necesitas atención médica con urgencia.

—¿Qué..? —escupió Tony incrédulo.

Por un instante, el agudo dolor pasó a segundo plano y el genio volteó a mirar al Capitán que comenzaba a bajar de altura con decisión.

No podía creer lo que veían sus ojos.

—Tú... Vas a dejar que te capturen. —dijo Tony captando la intención oculta dr las palabras de Hydra—. ¡Eres un idiota! ¡No puedes hacerlo!

Repentinamente, había vuelto a sentirse furioso.

—¡Deja de gritar! ¡Le harás daño al bebé! —exclamó el soldado de igual manera. También odiaba la idea con todas sus fuerzas, sin embargo no encontraba otra salida—. Prometí que te iba a proteger y eso voy a hacer. No me importa ser capturado, es lo de menos.

—Pero, no-

—¿La vida de tu hijo o la mía? —preguntó Hydra con crueldad, sabiendo que Tony no podría contradecir a sus palabras—. Iremos al maldito hospital y se acabó. Fue un magnífico gusto, SIM. —concluyó con una sonrisa amarga, divisando un edificio blanco que tenía ambulancias a su alrededor.

Tony observó como se iban acercando y negó con la cabeza.

No iba a aceptarlo.

—Nosotros... Nosotros podemos tener otro hijo. —balbuceó Tony abrazando su vientre con fuerza, pero volteando a ver al soldado—. Sé que sueno como una maldita escoria, pero si te pierdo por segunda vez... Me arrepentiré toda mi vida.

Hydra se quedó sin palabras.

Por un segundo, se olvidó de hasta como respirar.

—¿Me prefieres a mí? —preguntó sintiéndose extrañamente feliz y triste al mismo tiempo.

—Amo a mi bebé, de verdad. —confesó Tony con dolor—. Pero, no podremos seguir si no estás con nosotros, Hydra. No puedes entregarte, sabes que ellos no solo te van a capturar y dejarte vivo.

—A veces, odio que seas demasiado inteligente. —murmuró Hydra rendido y mirando la azotea del edificio despejada—. ¿De verdad, prefieres perderlo? ¿No te arrepentirás luego?

—Sí y te voy a odiar mucho. —respondió Tony imaginando como se sentiría después de toda la situación—. Pero, si sigues a mi lado, creo que podremos superarlo juntos. ¿Iríamos a terapia?

Hydra se rio de manera amarga.

¿No tenían otra opción? ¿Serían capaces de sacrificar a lo único que los había unido y descubierto nuevas facetas que nunca imaginaron tener? Con solo pensarlo, Hydra sintió como su vista comenzaba a nublarse.

—Quería verlo. —admitió Steve agachando la cabeza, dejando de acercarse al edificio—. Quería saber si era un niño o una niña. ¿Tendría tus ojos o los míos? ¿Sería rubio o castaño? —preguntó melancólico.

Tony reprimió un sollozo y asintió.

—De todas maneras, sería el bebé más lindo de todos. —respondió el genio, respirando con dificultad y buscando entre sus bolsillos, un pañuelo.

Hydra levantó la cabeza y observó el panorama por última vez. Tenían que actuar rápido, antes que los héroes los ubiquen.

Ningún lugar era seguro.

Sus subordinados seguramente estaban peleando junto a los villanos y las bases estarían un completo caos. No podía exponerlo a tal riesgo.

—Trata de descansar, Tony. —dijo moviendo los controles—. Sé de un puerto seguro, pero se encuentra a unas horas de aquí. Así que tendrás que aguantar hasta que lleguemos.

«Está de más decir, en que estado se encontraría el bebé cuando llegarán» pensó Hydra temblando de la rabia. Iban a perder a su primogénito por la culpa de los héroes.

—¿Tony? —volvió a llamar al no escuchar una respuesta.

—H-Hydra... Aterriza en el hospital. — indicó el genio con las manos temblorosas, moviendo sus dedos con rapidez en un pequeño objeto que había encontrado en su bolsillo—. Tengo una idea.

—¿Qué? No te entiendo. —dijo el soldado sin saber a qué exactamente se refería con ello.

Tony no respondió, totalmente absorto en maniobrar el aparato.

—Vamos, Friday, responde. —rogó con suma concentración y viendo una luz escanear su rostro—. ¡Sí, joder!

«Bienvenido, señor. ¿En qué le puedo ayudar?» dijo la IA de voz femenina.

—¿Qué mierda..? —se exaltó el soldado.

—Shhh. Friday, quiero que actives todos los trajes de seguridad, tanque, ataque y ejecución. —ordenó Tony con rapidez—. Desbloquea el acceso al almacén y permite el uso de armas de todos los niveles para mis bebés. Los quiero en mi ubicación en menos de cinco minutos.

«Sí, señor» afirmó la IA.

Hydra se quedó perplejo y su mente comenzó a trabajar en entender lo que acababa de pasar.

—¿Tienes otra IA? —preguntó ante lo obvio—. Pero, Jarvis controla la Torre Stark, entonces-...

—Friday es la que maneja el verdadero armamento de Industrias Stark. —cortó Tony volviendo a sentir una punzada—Joder, el bebé quiere salir como sea.

—¿Cómo? ¿Hay otro lugar de suministros? —preguntó Hydra impresionado. Siempre había pensando que la Torre Stark era el único lugar donde se encontraban toda sus creaciones. Es más, la mayoría de héroes y villanos apuntaban ahí.

—Sí, tengo varios lugares de fabricación. No podía acceder porque pensaba que no había traído nada conmigo. —contestó el genio mostrando el artefacto recientemente encontrado en sus manos—. ¿Ahora, puedes bajar? Siento que me están matando por dentro.

Hydra hizo lo pedido aún con dudas en su mente. Sin embargo al momento que llegaron a la azotea, varias figuras brillantes aterrizaron a su lado formando una media luna en línea de protección.

—Llama al maldito médico que decías. —ordenó Tony apoyándose en un autómata de acero—Ellos serán nuestra defensa, confía en mí y no hagas nada estúpido.

El soldado asintió a medias y salió corriendo en busca de personal médico.




Había sido como estar en el infierno y sin saber cuál era tu pecado. Hydra seguía estando confundido y sorprendido ante la efectividad de las creaciones del genio.

No tardaron el llegar los agentes y varios héroes cuando se enteraron que los dos villanod más temidos, ingresaron a un hospital.

Sin embargos, los androides formaban un batallón perfecto y organizado que parecía un muro impenetrable para los héroes.

Por un instante, Hydra se encontró deseando tener ese poder en sus manos. Sin embargo, sabía que Tony Stark era el único dueño de aquella obsoleta tecnología.

—No toquen civiles. —ordenó Tony en una camilla siendo atendido por temerosos enfermeros que le habían dicho que tenía que dilatar un poco más—. Quiero las cabezas de los héroes, Friday.

«De acuerdo, señor» dijo la IA.

—Vale, ahora... ¿Alguien podría llamar a un médico antes que me arrepienta de proteger sus cabezas?—inquirió Tony cerrando los ojos con fuerza—. Siento que estoy muriendo.

Hydra volteó a mirar a los enfermeros y les hizo saber que las palabras del genio no eran ninguna broma.

—S-sí, señor. Ahora lo llamaremos.




En medio de gritos, maldiciones y quejas, Anthony estuvo a punto de desmayarse del esfuerzo. Sintiéndose cansado física y mentalmente.

Había sido un día de mierda, de principio a fin.

No era mentira cuando decían que el dolor de un parto era parecido a sentir como los huesos del cuerpo se rompían. No obstante, cuando a sus oídos llegaron el agudo sonido de un bebé al llorar.

Todos sus malestares, desaparecieron en un segundo.

—Es un varón. Un niño. —indicó el médico levantando un pequeño cuerpo rojizo y chillón.

Tony sonrió en grande, agotado y feliz al mismo tiempo.

Sin querer, volteó a mirar al soldado que parecía estar en un estado de trance. Los ojos carmesí de Steve estaban dilatados viendo a la frágil criatura que los enfermeros estaban arropando.

Era su hijo.

—Nuestro bebé. —dijo Tony en un suspiro—. ¿Cómo quieres llamarlo? —preguntó con interés.

Hydra volteó a mirarlo y su vista se derritió al ver al genio con el cabello revoloteado, el rostro sonrojado y los ojos húmedos. Sin poder evitarlo, se acercó para quedar de rodillas al costado de la camilla.

—Sé mi pareja, Tony Stark. —pidió Hydra juntando sus manos—. No te prometo que no discutiremos y no nos vayamos a insultar como siempre hacemos cuando estamos molestos, pero podemos intentarlo. —confesó besando sus manos con devoción—. Por favor, puedo hacer lo que tú quieras. Solo déjame estar en tu vida de manera formal. ¿Podemos intentarlo? —repitió.

El mencionado sonrió agotado, divertido ante la desesperación del soldado y se quitó con esfuerzo el reloj que todavía tenía en la muñeca.

—Friday. —llamó a penas—. Autorizo a Steve Rogers, el acceso completo de mi tecnología hasta el más alto nivel, sin restricciones.

Hydra lo observó sorprendido, sin entender.

—Esta es mi respuesta. —suspiró, echando la cabeza hacia atrás—. Una vez me dijiste que en el momento que quiera estar contigo, debía ser completamente tuyo. —explicó levantando la mirada y sonriendo de forma cansada—. Así que ahora me estoy entregando a ti, mis creaciones, mi Torre, mi tecnología y sobre todo, mi propio corazón. Todo te pertenece a partir de ahora, Hydra.

«Quizás no sea mi decisión más inteligente el entregarme a un psicópata sanguinario, pero yo también quiero intentarlo» pensó Tony con firmeza.

El soldado sonrió como un loco, dejando caer algunas lágrimas por sus mejillas.

—Te quiero para toda mi vida. —confesó, acercándose a besarlo en la frente—. Siempre quise decírtelo.

Tony se avergonzó y asintió mudo, abrumado por la declaración. Antes de poder responder, se escuchó un fuerte sonido retumbar por todo el lugar.

Hydra y SIM se miraron entre sí, sabiendo de que habían llegado más héroes y seguramente los más fuertes.

—Anda a patear sus traseros. —musitó el genio todavía rojo de la vergüenza por la confesión, pero recordando en la situación en la que se encontraban—. Golpéalos por mí, yo me quedaré con el niño.

Hydra asintió como un cachorro.

—Sí, mi amor.



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