Recuerdo que una vez leí, que en la época de los vaqueros hubo una época donde las mujeres escaseaban, por lo tanto los hombres empezaron a recurrir a la homosexualidad para saciar sus deseos, usando pañuelos en el bolsillo trasero del pantalón para identificarse, también rolles y fetiches, claramente, estando muy penalizado. No se que tanto sea de cierto, pero vamos a usarlo.
Recuerdo que luego de leer en amor yaoi encontré unos fic de Alde x Seiya, pero eran sexo, por eso se me ocurrió shipearlos, por lo tanto lo considere. Luego me entere que a Alde también lo shippeadan con Jabu, y bueno, como en Omega lo hicieron vaquero, vamos con él.
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La idea de un hombre desmayado en medio del páramo no era algo que pasta desapercibido para nadie. El calor del sol seguramente sería algo peligroso, Jabu cómo el Sheriff y líder de la comunidad de ese pueblo salió a verificar, de paso tratar de solucionar la situación cuando la noticia llegó a sus oídos.
No sé esperada encontrar un hombre tan grande, su cuerpo estaba coloreado de un marrón claro por las horas bajo el sol, al notar que su ropa se encontraba rasgada, su cabello era muy largo y recogido en coleta alta todos sus planes y pensamientos quedaron inutilizados de forma rápida.
No sé imaginada una forma segura de llevarlo con él ya que el hombre desmayado frente suyo estaba inconsciente, tratarlo de llevar cargado sería terminar aplastado por la montaña de músculo que tenía enfrente.
— Hey grandulón. — Sin ideas, saco de las bosas sobre su caballo algo de agua y una tela que se usaba al acampar, solo que el la usaría para cubrir del sol a su gigante invitado mientras buscaba que despertara.
Al abrir los ojos el hombre más alto apenas lograda ver frente a él, captando a duras penas la figura del Sheriff, pero logrando pararse y sentarse en la caliente tierra.
— Un gusto. — Le entrego una cantimplora con agua. — Me llamo Jabu soy el Sheriff del pueblo que hay a unos metros de aquí, me informaron que estabas inconsciente y vine a ayudarte.
— Gracias. — Fue lo primero que captó a decir, agradecido por su salvador. — Me llamo Aldebarán, puedes decirme Alde sin problemas, estaba de camino a un tren hasta que me asaltaron.
— Agradezco que no tengas amnesia. — Musito, arrodillándose para quedar frente al hombre y mirarlo a los ojos. — ¿Me dejas tocarte? Voy a revisar tus heridas.
— Solo me duele la cabeza, no es necesario. Pero gracias. — Sonrió, parándose de su asiento.
— Eres un hombre amable y a su vez un gigante de músculo. Interesante combinación. — Expreso, el contrario rio por eso.
