Capítulo 10

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Poppy abrió los ojos y contempló el cielo oscuro y despejado

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Poppy abrió los ojos y contempló el cielo oscuro y despejado. El viento agitó un par de mechones de su cabello contra su rostro y alivió un poco el dolor agudo que sentía a un costado de la cabeza.

De alguna forma, seguía al aire libre y estaba tendida sobre su espalda, sobre algo irregular pero estable y cómodo. Sus ojos volvieron a cerrarse y soltó una respiración profunda, intentando aliviar el dolor del golpe.

Abrió los ojos por segunda vez y el cielo seguía allí, en calma, hasta que algo bloqueó su mirada.

No, no algo, alguien.

Poppy enfocó su mirada hasta que pudo distinguir el rostro de Jackson Foster flotando sobre el de ella. Sus ojos azules la observaban con curiosidad y un brillo un tanto peculiar que no podría describir pero que agitó los latidos de su corazón.

Debía de ser producto del golpe. O de la posición tendida. O quizá estaba sufriendo un ataque cardíaco.

—Yo tenía razón —murmuró Poppy, hablando despacio para articular bien las palabras—. Si seguimos encontrándonos, uno de los dos terminará muerto.

Jack no dijo nada, pero esbozó una débil sonrisa que intentó ocultar con una tos. Él estaba tan cerca que ella podía ver con nitidez los pliegues de su chaqueta negra de cuero. Estaba tan cerca que podía oler el ligero toque de sándalo de su colonia. Estaba tan cerca porque...

Poppy se sentó de inmediato al darse cuenta de que estaba acostada en su regazo.

—¿Estás bien? —preguntó Jack cuando ella se sostuvo la cabeza con una mano e hizo una mueca de dolor.

Poppy asintió despacio.

—Fue solo un mareo —respondió.

Cerró los ojos y se mantuvo inmóvil hasta que la sangre le llegó al cerebro y su respiración se volvió acompasada. El dolor persistía como un latido sordo y continuo, pero no era algo que no pudiera soportar. También tenía sensible la zona afectada y seguro le saldría un chichón, pero estaba despierta y el resto de su cuerpo se sentía bien, así que eso debía significar buenas noticias.

—Creo que viviré —anunció optimista pero un poco maltrecha.

Estudió los alrededores y se percató de que estaban sentados en la banca de un parque desierto.

—¿Qué sucedió?

—Fue un buen golpe —explicó Jack—. Un balón de béisbol. Una distancia y fuerza considerable. Te revisé para saber que no tenías una contusión. Y se supone que no debes dormirte luego de un golpe, pero tú quedaste noqueada: te desplomaste como un muñeco de goma, como una masa pesada y sin forma, como...

—Ya... ya entendí... —balbuceó Poppy con un sonrojo.

No quería saber más detalles del incidente. Hasta su vergüenza tenía un límite. Y si él había tenido que cargar con su cuerpo como si fuera un saco de harina hasta allí, prefería no saberlo.

Este corazón roto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora