Capítulo 17

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El sol empezaba a salir cuando Poppy se aventuró a salir del castillo, atravesando el jardín posterior, hacia el árbol de flor de cerezo cerca del lago

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El sol empezaba a salir cuando Poppy se aventuró a salir del castillo, atravesando el jardín posterior, hacia el árbol de flor de cerezo cerca del lago.

Aún era muy temprano, así que Poppy no se cruzó con ningún invitado; solo con el personal del castillo, a quienes les deseó un buen día antes de seguir su camino. Si a alguien le sorprendió su aventura al amanecer, nadie comentó nada. Después de todo, Poppy no estaba haciendo nada malo. Solo quería dar un paseo y disfrutar del hermoso paisaje. Además, el aire fresco aliviaba su resaca.

Poppy se había tomado una aspirina, se había cambiado de ropa al despertar y luego solo había tenido el impulso de salir a caminar y ver el amanecer. Aunque antes también había levantado a Jack del suelo, donde lo había encontrado durmiendo, junto a la cama. Él se había quejado por la interrupción de su sueño, pero ella estaba segura de que le agradecería más tarde cuando le doliera menos la espalda.

Poppy se movió con calma sobre el sendero, entre los campos de flores. El sol apenas empezaba a elevarse; el cielo estaba nublado y la mañana era fresca. Disfrutó de cada pequeño y simple detalle de la naturaleza.

Poco más de quince minutos después, se detuvo frente al árbol de flor de cerezo. Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras levantaba la mirada. Tenía ramas oscuras, esbeltas y flexibles que se inclinaban con gracia hacia abajo, algunas casi besando el suelo. Sus flores eran rosadas, simples y dobles, y estaban combinadas con pequeñas hojas. A Poppy le parecía una enorme corona de flores en forma de paraguas.

Era la primera vez que contemplaba un árbol de flor de cerezo tan de cerca. Al ser originarios de Japón, no tenía muchas oportunidades, al menos no de ver uno tan majestuoso y antiguo como ese.

Poppy se desplazó despacio por entre las raíces y examinó las ramas dobladas desde el interior. A su alrededor, la atmósfera estaba impregnada de un delicioso aroma floral, ligero, femenino y dulce. Olía a primavera.

—Magnífico, ¿no?

Se sobresaltó al escuchar la voz masculina con un particular acento escocés. Dejó caer la flor que había estado estudiando y levantó el rostro.

A pocos metros, había un hombre que debía rondar los cincuenta años. Era alto y fornido, con el cabello negro y canoso, un rostro con facciones angulosas y una barba bien recortada. Vestía de forma sencilla, unos pantalones oscuros y una camisa blanca. En una mano sostenía un cuaderno desgastado y, en la otra, unos lentes de marco azul.

Él no estaba mirándola. Al contrario, sus ojos estaban puestos en este árbol.

—Es un cerezo llorón.

Poppy no dijo nada y él agregó:

—La anterior duquesa amaba los cerezos. Mi padre hizo que trajeran este de Japón y lo plantó aquí, en solitario, para que ella pudiera venir y tener un descanso de nosotros.

Este corazón roto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora