Capítulo 34

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Atlas

Cuando me despierto en la mañana, aún sigo abrazando a Izan, quien ahora también me abraza a mi. En algún momento de la noche se tiene que haber dado la vuelta, para así poder quedar frente a mi. 

Él sigue con sus ojos cerrados, por lo que aprovecho para mirarlo a mi antojo. 

En mi mente solo puedo oír la palabra "cariño". Es lo unico que está rondando en mi cabeza desde que anoche lo escuche decirla. Nunca nadie me había dicho de esa manera, y no sabía cuanto lo quería, hasta que Izan lo dijo. 

Ahora no quiero que me llame de ninguna otra forma. 

Sus ojos se abren, y cuando estos se posan en los míos se le forma una sonrisa somnolienta, para luego atraerme más cerca suyo. Cierra sus ojos. 

- Buen día... - dice con voz suave y ronca. 

Realmente lo es... 

Tomo su rostro entre mis manos, y lo acaricio con mis pulgares. 

- ¿Puedo besarte? - pregunto en un tono que sale más bajo de lo que planee. 

- ¿Desde cuando pides permiso? - pregunta divertido. 

- Desde que no se si merezco uno luego de comportarme ayer como un verdadero idiota. - respondo apenado. 

Abre sus ojos y me observa en silencio. Me toma por sorpresa cuando acorta la distancia entre nosotros, uniendo sus labios a los mío, en un beso que yo le sigo. 

Al apartarnos, ambos nos dedicamos una leve sonrisa. 

- Nunca podría negarte un beso. - dice, luego de un prologado silencio. - Claro, siempre y cuando no te moleste el aliento matutino. - bromea. 

Niego. - Eso nunca. - hablo con voz firme. - Porque besarte a ti no se compara con nada. - atraigo su rostro hacia el mío, volviendo a besarnos. 

- Vamos a desayunar. - anuncia cuando nos separamos. 

- Está bien... - accedo con una sonrisa suave. 

Él me dedica una bien amplia y deja un beso en mi frente, y se levanta de la cama. 

Después de vestirnos, salimos de la habitación y comenzamos a caminar por el pasillo para bajar, pero nos detenemos en seco al cruzarnos con sus padres. 

- Buenos días, chicos. - saluda su mamá con una suave sonrisa. 

- Buenos días. - respondemos los dos a dúo, algo incomodos. 

Por Dios bendito, espero que no nos hayan visto salir a los dos juntos de la misma habitación. 

- ¿Qué tal durmieron? - pregunta su padre. 

- Bien... - volvemos a decir a la par. 

Ambos nos dedican una suave sonrisa y posan su mirada en Izan. 

- Ven con nosotros, tenemos que hablar contigo. - habla su madre con voz firme, y su semblante serio. 

Él suspira. - Está bien... me lo veía venir. 

- Te esperamos en la oficina. - agrega su padre. Se dan la vuelta y se alejan juntos. 

Izan se gira hacia mi. - Tengo que ir... ¿Quieres aguardar por mi en la habitación? Y luego vamos a desayunar juntos. 

Lo miro levantando una ceja. - ¿Acaso quieres un rápido en la habitación? - agrego picaro. - El sexo reconciliación es el mejor. 

Ríe. - No lo haremos bajo el mismo techo dónde están mis padres, mis hermanos y todos mis tíos. - sentencia. - Aquí se escucha todo... o más bien mi familia son unos chusmas. 

El legado de la Mafia (Mafia Marshall V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora