Atlas
Cuando me despierto en la mañana, aún sigo abrazando a Izan, quien ahora también me abraza a mi. En algún momento de la noche se tiene que haber dado la vuelta, para así poder quedar frente a mi.
Él sigue con sus ojos cerrados, por lo que aprovecho para mirarlo a mi antojo.
En mi mente solo puedo oír la palabra "cariño". Es lo unico que está rondando en mi cabeza desde que anoche lo escuche decirla. Nunca nadie me había dicho de esa manera, y no sabía cuanto lo quería, hasta que Izan lo dijo.
Ahora no quiero que me llame de ninguna otra forma.
Sus ojos se abren, y cuando estos se posan en los míos se le forma una sonrisa somnolienta, para luego atraerme más cerca suyo. Cierra sus ojos.
- Buen día... - dice con voz suave y ronca.
Realmente lo es...
Tomo su rostro entre mis manos, y lo acaricio con mis pulgares.
- ¿Puedo besarte? - pregunto en un tono que sale más bajo de lo que planee.
- ¿Desde cuando pides permiso? - pregunta divertido.
- Desde que no se si merezco uno luego de comportarme ayer como un verdadero idiota. - respondo apenado.
Abre sus ojos y me observa en silencio. Me toma por sorpresa cuando acorta la distancia entre nosotros, uniendo sus labios a los mío, en un beso que yo le sigo.
Al apartarnos, ambos nos dedicamos una leve sonrisa.
- Nunca podría negarte un beso. - dice, luego de un prologado silencio. - Claro, siempre y cuando no te moleste el aliento matutino. - bromea.
Niego. - Eso nunca. - hablo con voz firme. - Porque besarte a ti no se compara con nada. - atraigo su rostro hacia el mío, volviendo a besarnos.
- Vamos a desayunar. - anuncia cuando nos separamos.
- Está bien... - accedo con una sonrisa suave.
Él me dedica una bien amplia y deja un beso en mi frente, y se levanta de la cama.
Después de vestirnos, salimos de la habitación y comenzamos a caminar por el pasillo para bajar, pero nos detenemos en seco al cruzarnos con sus padres.
- Buenos días, chicos. - saluda su mamá con una suave sonrisa.
- Buenos días. - respondemos los dos a dúo, algo incomodos.
Por Dios bendito, espero que no nos hayan visto salir a los dos juntos de la misma habitación.
- ¿Qué tal durmieron? - pregunta su padre.
- Bien... - volvemos a decir a la par.
Ambos nos dedican una suave sonrisa y posan su mirada en Izan.
- Ven con nosotros, tenemos que hablar contigo. - habla su madre con voz firme, y su semblante serio.
Él suspira. - Está bien... me lo veía venir.
- Te esperamos en la oficina. - agrega su padre. Se dan la vuelta y se alejan juntos.
Izan se gira hacia mi. - Tengo que ir... ¿Quieres aguardar por mi en la habitación? Y luego vamos a desayunar juntos.
Lo miro levantando una ceja. - ¿Acaso quieres un rápido en la habitación? - agrego picaro. - El sexo reconciliación es el mejor.
Ríe. - No lo haremos bajo el mismo techo dónde están mis padres, mis hermanos y todos mis tíos. - sentencia. - Aquí se escucha todo... o más bien mi familia son unos chusmas.
ESTÁS LEYENDO
El legado de la Mafia (Mafia Marshall V)
Romance*SPOILERS "HIJO DE LA MAFIA"* Izan Marshall ha tocado fondo, luego de perder aquello que más quería. Con el corazón roto y desmotivado cree que nada más volverá a producirle alguna clase de emoción, hasta que entra en su vida Atlas Hyun, el heredero...