𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 29

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El domingo amaneció caluroso, la luz refleja los cuerpos desnudos de la pareja y Jonathan es el primero en despertar. Ella descansa pegada a su novio, su respiración es tranquila y lenta. Estuvieron así hasta las 10 de la mañana y la mujer abre los ojos. Pestañea varias veces para acostumbrarse a la luz y levanta la cabeza para mirarlo. Este la mira con una sonrisa y se inclina para besar su cuello.
-Buenos días gatita.
Ella ronronea al sentir la respiración pesada haciéndole cosquillas en su cuello.
- ¿Por qué me dices así? -Se ríe.
- ¿Acaso no escuchas como ronroneas cuando apenas te acaricio?
Sus mejillas se ponen coloradas y se da cuenta como Jonathan mira con deseo su cuerpo desnudo.
-Ay mi amor, si supieras como me pones.
Besa su cuello hambrientamente, haciendo que ella empiece a jadear y echara la cabeza hacia atrás. Ruedan sobre la cama e hicieron el amor.
Camila se pasea desnuda por toda la habitación, la pareja se baño y ahora está buscando ropa para cambiarse. La mirada del boxeador está fijamente en su cuerpo, babeando por ella y quedando maravillado por su cuerpo.
La edad no le importa en absoluto, la ama tal cual es y se pone de pie para ayudarla a vestirse.
Jonathan agarra sus bragas y hace que levante la pierna derecha para colocárselas, ella hace lo mismo con la izquierda y el desliza las bragas por sus piernas hasta llevarla a las caderas. Camila se queda mirándolo con una sonrisa mientras este la viste, la ayuda con su vestido y siente un leve mareo. Su cuerpo tiembla ligeramente y el boxeador la sostiene con fuerza, mirándola con preocupación.
- ¿Te sientes bien gatita?
-Creo que me bajo la presión.
Su novio la ayuda a sentarse y sostiene sus manos.
- ¿No quieres quedarte en la cama? Preparo el desayuno y lo tomamos en la cama.
Ella lo mira con claridad y lo tranquiliza enseguida.
-No hace falta papi. -Besa su mejilla. -Me siento mejor, vamos a la cocina.
-Pero no vas a hacer nada.
Camila rodea los ojos y asiente.
-Esta bien, vamos.
Salen de la habitación y comienzan el día, desayunan con tranquilidad y ella siente unas tremendas ganas de comer chocolate, su estomago empieza a gruñirle y se toca el vientre.
Camila frunce el ceño, sintiéndose confundida por los síntomas de su cuerpo, se queda mirando a la nada mientras piensa que le pasa.
- ¿En qué piensas gatita?
Acaricia su mejilla y la mira con atención.
-Tengo ganas de chocolate.
Jonathan se ríe y la toma del mentón.
-No me digas que tienes antojos.
Ella ladea la cabeza y se rie levemente.
-Te estoy hablando en serio.
-Yo también. -Tomando su café.
-Es imposible, estoy más cerca de la menopausia que de ser madre. -Suspira.
-No te pongas así. -Le besa la punta de la nariz. -Enseguida te compro uno, quédate aquí.
Besa tiernamente sus labios y se pone de pie para salir a la calle.
Ella hace lo mismo pero para caminar por otras partes de la casa, sale al jardín y camina por el borde de la piscina, está es un poco honda, ideal para refrescarse del calor agobiante de Miami.
Se aleja de la piscina y mira la vegetación, pasando sus pies sobre el césped. Otra vez el mareo provoca que su vista se nubla y ella trastabilla, intenta mantenerse de pie pero su vista se pone negra, perdiendo la conciencia.
Pasados unos minutos, Jonathan regresa a la casa con el chocolate en la mano y la busca por toda la casa.
-Gatita. -Levanta la voz.
Sigue llamándola hasta que se acerca a la puerta corrediza que da al jardín y la ve desmayada, suelta el chocolate y en estado de pánico, corre la puerta y corre hacia ella.
-Gatita.
Palmea su rostro con cuidado y Camila no reacciona, la toma en brazos y se apresura para llevarla a la habitación.

Lo primero que hace es llamar una ambulancia y al cortar, busca un poco de algodón y alcohol, lo pasa por su nariz para hacerla reaccionar y abre los ojos

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Lo primero que hace es llamar una ambulancia y al cortar, busca un poco de algodón y alcohol, lo pasa por su nariz para hacerla reaccionar y abre los ojos. Ella está enormemente confundida y lo mira.
- ¿Qué me paso?
-Te desmayaste gatita.
-Lo ultimo que recuerdo es que estuve en el jardín. -Se lleva la mano a la frente.
-No es normal que estés así gatita. -Preocupado. -Llame a la ambulancia y vendrán lo más rápido posible.
Ella asiente en silencio, sabe que algo le está pasando a su cuerpo y eso la llena de miedo.
No pasan 15 minutos que un medico llega con un ayudante, Jonathan les abre la puerta y los lleva a la habitación. Lo primero que hace el doctor es tomarle la presión y le hace varias preguntas.
-Su presión está baja, ¿Cómo se siente?
-Mareada... hace días que tengo nauseas y hay cosas que deje de comer.
Jonathan escucha todo de cerca y ve al medico revisándola.
- ¿Cómo es su ciclo menstrual?
-Hace dos meses que no menstruo... como ya soy grande.
Los ojos del medico la miran con seriedad.
- ¿Es consciente que usted este embarazada?
La pregunta la sorprendió por completo y ella niega.
-Es imposible. -Incrédula.
- ¿Por qué piensa así?
-Porque ya estoy grande.
-Eso no es impedimento, solo puede ser una posibilidad y quiero que se haga esos estudios, al menos para ver si esta embarazada o está transitando los síntomas de la menopausia.
Camila está en un estado de negación, no quiere llenarse de absurdas esperanzas y menos hacer que Jonathan se sienta mal.
Pero para el boxeador es tarde, el hombre la mira con emoción que no le cabe en el pecho y se sienta con ella.
-Solo son unos estudios mi amor. -Feliz. -Tienes que hacértelos.
Ella se da cuenta de esa mirada, ve como sus ojos oscuros brillan y traga saliva.
-Está bien...-Asustada.
Respira hondo y sus ojos empiezan a picarle, quiere estar tranquila pero los nervios y el miedo la están volviendo loca.
¿Y si de verdad está embarazada? Eso seria lo mejor que le puede pasar, tener un hijo con Jonathan... seria un milagro de amor.
La cabeza le da vueltas y su vista se nubla.

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