12- Visitando Roma

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Cuando llegamos al coliseo me quedé alucinada, eran años y años de antigüedad captados en un solo monumento y además era precioso. Histórico.

No pude evitar hacerme alguna que otra foto, aunque casi todas eran solo al monumento.

—Bua Alessio, esto es precioso.—

—No tanto como tú.—

Me reí y me sonrojé.

—Me encanta cuando te sonrojas.— dijo divertido. —Venga principessa, hay mucha Roma por visitar.—

Después del coliseo visitamos un templo, que siguió por una fuente preciosa en la que hice demasiadas fotos, que eran más que necesarias.

Ya era medio día y teníamos hambre así que decidimos parar a comer en algún restaurante, a lo que fuimos a uno muy bonito y acogedor que Alessio me recomendó.

Nos dieron la carta y mientras que pensábamos que comer, Alessio pidió un Spritz para cada uno.

Yo estaba súper perdida y había cosas que no sabía que eran.

—Te recomiendo espagueti all'amatriciana, es típico en el norte de Roma. Es un plato muy bueno y tiene una salsa deliciosa.— me ayudó

Como él sabía más que yo me dejé guiar por Alessio, y no se equivocó.

Él se pidió lo mismo que yo.

Al cabo de unos minutos llegaron los platos y me sorprendieron por la buena presentación y porque llegaron rápido.

Se me hacía la boca agua de ver esa delicia ante mí.

Enrollé en el tenedor unos pocos de espaguetis y pinché esas cosas que los acompañaban, aunque no sabía que eran.
Finalmente me lo llevé a la boca.

Alessio me miraba expectante.

Cuando lo saboreé casi toco el cielo, sentía una mezcla de sabores en mi boca increíble, como si de una explosión se tratase. Estaban tiernos y sabrosos. Y que decir de la salsa, madre mía estaba deliciosa. Jamás había probado nada similar ni tan bueno. Había un contraste alucinante entre los espaguetis, esa carne, la verdura que traía el plato y la salsa. Simplemente exquisito.

Cerré los ojos saboreándolo como si fuera el último bocado que probaría, gozándolo como nunca. Mi paladar ahora mismo había encontrado un tesoro. Joder.

—¿Y bien?— preguntó Alessio, curioso.

Me pregunté de dónde venía tanta necesidad por saber si me gustaba pero lo dejé pasar.

—Madre mía Alessio, esto es increíble. Jamás había probado nada igual, está exquisito. Hay una mezcla de sabores... Y la comida está tierna, la salsa deliciosa, los espaguetis de otro mundo y las verduras para caerse de culo y todo junto... Provoca un orgasmo, enserio. Ahora mismo me correría. Hacia años que no probaba nada así, la comida precalentada es lo peor. — dije riendo y es que todo lo que había dicho era cierto.

El también se reía.

Por el rabillo del ojo vi una sonrisa satisfecha y socarrona en los labios de Alessio pero pensé que era porque se alegraba de que me gustara.

Él también parecía disfrutarlo pero no tanto como yo.

Nos acabamos nuestras bebidas y Alessio llamó al camarero.

— ¿Que quieres beber ahora
principessa?— preguntó él.

— Creo que agua, ¿tú?—

—Lo mismo.— respondió Alessio. —Perdone, ¿podría traer una botella de agua fría por favor?— preguntó educadamente.

— Sí, claro. Ahora se la traigo.—

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