Capítulo I.

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2019.

Es diciembre, me doy cuenta de lo complicada que es mi vida en este momento, en las responsabilidades que tengo, de que ahora soy mamá.

Creo que ninguna de mis navidades me emocionó tanto como ésta; quizá sea porque ahora tengo a alguien que se emociona por los regalos, que me dice mamá aunque lo aprendió a decir hace pocos meses, creo que solo quiero ser mejor por alguien que lo merece por encima de todos.

Es cierto que en ocasiones quisiera correr y tener al menos unas horas para poder dejar de tomar el control de todo, pero sigo manteniendo mi pensamiento de que mis responsabilidades lo son, porque yo lo decidí así.

Es noche buena, apenas son las nueve de la noche y estoy preparando la cena, quisiera poder decir que toda mi familia estará reunida para cenar, pero mentiría, desde hace tres años falta el pilar de mi familia. Mi abuela.

Pienso constantemente en lo alegre que estaría de tener a Leah. Estuviera tonteada por ella, dándole galletas a escondidas de mi, y dándole todo el amor y la importancia que me dio a mi. No me darían celos, ella siempre fue una madre para mi y nada me hubiese hecho más feliz.

Esta noche, mis amigos quieren reunirse para ir a una fiesta, lo pienso mucho porque tengo que llegar a casa a primera hora, despertar a las siete de la mañana y cuidar todo el día a Leah, es complicado, pero la verdad el aire de la noche siempre fue mi favorito.

Intento por un rato convencer a mi madre, hasta que accede porque sabe perfectamente que desde el nacimiento de leah, no he hecho más que cuidarla y solo salir a las citas con la Pediatra, la maternidad es fácil, pero solo romantizarla, es complicada, confusa, estresante, sobre todo cuando los bebés se enferman y no pueden hablar aún.

Mi vestimenta está hecha un asco, apenas tengo una pijama, pero está bien, luego de terminar la cena podré vestirme.

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Siento a leah en la cama para vestirla, usará un vestido blanco con rosa, sandalias blancas y un cintillo rosa, me encanta como le luse el color.

Muchos preguntan si es mi hija, la verdad es que como dije anteriormente, no he salido, pero más que nada, sé que preguntan por el color de tes de ambas. Soy muy blanca, tanto, que al ir a la playa, suelo ponerme roja, demasiado, a diferencia de leah, que es un poco más obscura, y encima, casi ni se parece a mi.

Me dirijo a mi cuarto envuelta en una toalla de baño, mi maquillaje es bastante básico, así que será fácil. Tomo mi bluejeans y procedo a ponermelo, un sueter color vino y sandalias doradas, mi cabello es castaño, bastante largo y abundante, solo lo suelto, el día de ayer tuve todo el tiempo para arreglarlo así que no perdí el día.

Imagino la escena de los regalos y mi estómago se revuelve al pensar en el padre de leah.

Para ser honesta, creo que en todo mi embarazo lo odié, le tomé un asco terrible, tanto, que de solo verlo vomitaba, así que nuestra relación decayó, hasta el punto que no quería verlo, así que se fue de casa, desde que supe que tendría un bebé, no hubo absolutamente nada entre nosotros, no por falta de interés de su parte, simplemente porque era yo, la que no quería si quiera verlo.

Casi es hora de los regalos.

Mi familia es algo pequeña, está compuesta por nueve personas contandome. Tengo una hermana, pero es como si no la tuviera, desde que comenzó con su desagradable novio, se desvaneció de la familia. Solo aparece en ocasiones y por interés. En este momento está embarazada de un niño, un niño que sé, será la única razón que pueda unirnos y hasta que su novio lo permita.

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Le entrego a leah su primer regalo, es una muñeca, que canta canciones de cuna, ella abre la envoltura con emoción y ve a mi abuelo cada que toma un trozo de papel. Al verla, la abraza y solo dice:

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⏰ Última actualización: Aug 19, 2022 ⏰

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