Aris observaba como casi todas las miradas estaban clavadas en la nuca de la pequeña pelirroja que tenía a pocos metros de su casillero, e incluso ella misma la observaba detenidamente, era inevitable, una parte de ella, deseaba que volviera a ocurrir lo que había pasado hace un mes atrás, sonaba cruel, pero la emoción y el misterio eran más fuerte.
Todos esperaban atentos, murmullos bailaban en el ambiente, siendo acompañados por los chirridos de las suelas chocando contra el piso recién lustrado.La pelirroja de forma temblorosa, dirigió sus manos sudorosas hacía el metal frío que tenía ante sus ojos, conteniendo las lágrimas, abrió lentamente la estruendosa puerta del casillero, el sonido destacó por encima de todo el edificio, el silenció reinó, poco a poco el casillero quedó abierto par en par, frente a la vista de su dueña y de todo el alumnado se alzaba los pétalos dorados de una delicada flor.
Aris a la distancia inclinó su cabeza hacia la dirección de su compañera sin disimular, no sabía si estaba más nerviosa ella o la pelirroja, soltó un jadeo y una sonrisa de emoción se dibujó en sus labios al ver como la dueña de un corazón roto sostenía en sus manos un girasol que destacaba por sí solo, los murmullos no se hicieron esperar, tenían razón, Aris tenía razón, su teoría se había confirmado. Las manos de la joven temblaron al sostener la delicada e imponente flor, la soltó por instinto, como si quemara toda su pálida piel, observó alrededor, todos la miraban fijamente, algunos atónitos, otros murmurando, dio unos torpes pasos hacia atrás y salió corriendo.Nadie se acercaba, pero Aris decidida se acercó a la flor tirada en el suelo, la observó, seguía intacta, aunque fuera tan delicada, escondiendo una sonrisa entre toda la maraña de pelo tomó la flor con emoción, lo sabía, esta situación ya había pasado, y estaba totalmente segura que ya no era una simple coincidencia.
Era innegable, Aris no lo dudaba, entre todo el alumnado había alguien, que se escabullía entre el resto ayudando a los corazones rotos recién dejados, tratando de darles una luz entre todo el dolor de un rompimiento acompañado de una flor. De tan solo pensar en la idea, le emocionaba poder desenmascarar a la persona en su periódico. Estaba decidida, iba a descubrir quién era la persona misteriosa que se escondía tras los girasoles, lo que no sabía es que el chico de los girasoles la iba a sorprender a ella.
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El chico de los girasoles
RomanceUn secreto ronda por los pasillos, cargados de intriga, de preguntas, y de misterio, pero, sobre todo, lo que ronda por los corredores son corazones rotos, listos para ser sanados, por algo o por alguien. Nadie sabe cómo y desde cuándo comenzó a s...