Capítulo 41

509 65 8
                                    

Ahí estaba. De pie en la acera de enfrente. 

Me había quedado paralizada y mi mente iba mucho más rápido de lo que yo podía llegar a asimilar. 

Nuestros ojos se encontraron y todas las emociones que llevaba guardadas en mi corazón amenazaban con salir. 

Y entonces me di cuenta de que lo había echado mucho más en falta de lo que jamás hubiera pensado. 

Por fin reaccioné al ver que se aproximaba a mí, con paso lento pero seguro. Me percaté también de que se suponía que yo no debía estar allí. Ya había permanecido demasiado tiempo fuera y expuesta. 

Una vez más, los nervios y la situación me jugaron una mala pasada, lo cual hicieron que cometiera la cosa más estúpida que podría haber hecho en ese momento. Correr.

Sí, huir del Hechicero Supremo. De uno de los hombre más poderosos, testarudos y cabezotas del mundo. Del hombre que me moría por abrazar y sentir que por fin estaba en casa.

Pero bueno, ¿quién me entiende? Una no puede pensar con claridad bajo tanta presión.

Corrí entre la gente, esquivando milagrosamente sin causar ningún accidente. Miré por encima de mi hombro para verlo correr también, intentando seguirme el ritmo. Y lo estaba logrando. Volví mi mirada al frente justo a tiempo de evitar chocar con una farola.

Oí que me llamaba desde atrás. Parecía desesperado... No me podía rendir. Sino todos los meses que había estado fuera no servirían para nada si llegaba a pasar algo malo en ese momento.

Junté las manos a mi pecho y usé mi anillo para abrir el portal a la Dimensión Espejo. Ingresé en esta cerrando la entrada a mis espaldas, pero sin éxito, ya que él también había abierto un acceso a la dimensión. A medida que avanzaba, los edificios se movían como espirales a mi alrededor intentando cortarme el paso. 

Emití un sonido de desesperación al ver que posiblemente me había metido en la boca del lobo. 

Invertí el sentido de la marcha de los vehículos que circulaban por la calle, atrayéndolos hacia mí. Justo antes de que pudieran chocar conmigo salté sobre uno de ellos y me trasladé de uno a otro con rapidez.  

Volteé para verlo saltar a tiempo sobre los vehículos. No esperaba menos de él. Continuamos con la persecución unas manzanas más hasta que sentí como el suelo se desmoronaba bajo mis pies.

Solté un grito al caer en picado por el agujero rodeada de adoquines. Moví las manos deprisa para crear varios escalones por los que a duras penas pude descender al incorporarme de nuevo. 

Bajo mis pies mi sombra se hacía cada vez más grande. Con el ceño fruncido vi a Stephen descender con gracia usando la Capa de Levitación. Le lancé varias hondas para entretenerlo y darme un poco más de tiempo para escabullirme. 

Oí a mis espaldas un gruñido de frustración y de repente sentí como algo invisible tiraba de mí hacia atrás. Exclamé alarmada mientras pasaba entre varios edificios a toda velocidad. Cerré los ojos por instinto al ver que me aproximaba peligrosamente a la pared de uno de ellos.

Sentí la presión crecer y pude jurar que si abría los ojos en ese momento iba a vomitar del mareo.

Pero todo terminó cuando unos brazos cálidos me atraparon, deteniéndome en seco pero con suavidad.

Pestañeé varias veces y al ver el color rojo inundar mi visión el corazón de inmediato me dio un vuelco en el pecho. Alcé la mirada para encontrarme con los ojos más bonitos que había visto nunca mirarme con una calidez que casi me derrite por dentro. 

No dije nada, tan solo me quedé mirándolo en silencio, un poco impresionada. No sabía qué decir.

Él tampoco parecía encontrar las palabras. Había sido tanto tiempo sin vernos... 

No pasó mucho tiempo hasta que me di cuenta de que aún permanecía envuelta en sus brazos. Intenté salir del trance en el que estaba y me moví un poco para mantener algo de distancia entre nosotros. Estoy segura que estaba tan sonrojada que le podría haber hecho la competencia a su capa. 

Me sorprendí al sentir los brazos firmes, impidiendo que me separara más. Miré sus manos, temblar ligeramente y luego lo observé, confusa.

—No te vayas, por favor —soltó en un susurro a penas audible. Lo sentí inspirar aire y soltarlo entrecortadamente. Lo vi nervioso, como si tuviera miedo de algo. 

Se acercó un poco más a mí, cerrando el poco espacio que había entre nosotros. Esta vez fue mi turno de ponerme nerviosa y sentir que me faltaba el aire. Alzó una mano para posarla sobre mi mejilla, alzando un poco más mi rostro para confrontar el suyo. 

Aproximó su rostro al mío hasta que nuestras narices llegaron a rozarse. Estábamos tan cerca... 

Y entonces ocurrió. 

Acortó la poca distancia que nos separaba y me besó. Fue un beso suave, como una caricia. Una caricia a mi corazón lastimado y que no creí que en algún momento lograra curarse... hasta que llegó él. 

Llegué a pensar que estaba soñando. Todo pasó tan de repente pero a la vez tan despacio que aún no lo asimilaba del todo.

Pero si aquello era un sueño, no me hubiera importado vivirlo cientos de veces.

No me tardé mucho en corresponderle el beso. Pasé mi mano por la suya, que aún me acariciaba el rostro y acto seguido coloqué mis brazos en su nuca, acercándolo un poco más.

En aquel beso pude identificar miles de cosas distintas; pedía disculpas y a través de estas me transmitió soledad, angustia... pero sobretodo; cariño, afecto, ternura, respeto e incluso, amor. O esto último quería creer, al menos. 

Nos separamos después de unos segundos que me parecieron eternos, aunque no quisiera que terminaran nunca. 

Juntó su frente con la mía y cerramos los ojos un momento, deseando permanecer así un poco más. Se retiró para verme a los ojos por un momento. Mi mirada seguramente era tan trasparente como el agua y debía reflejar todo el mar de emociones que me desbordaba en ese momento.

—Te he echado de menos.

Sonreí tenuemente cuando pronunció aquellas palabras. Bajé la mirada por un segundo, agarré su mano y la estreché entre las mías mirándolo de nuevo.

—Yo también, no puedes imaginar cuanto...  

Hizo un sonido parecido a una risa mientras me brindaba una de esas sonrisas suyas que tanto había anhelado volver a ver.

Dicen que las acciones valen más que miles de palabras juntas. Pues para mí aquel beso significó todo eso y más. Pero cuando tienes todas tus esperanzas puestas en aquellos gestos y detalles que hacen de tu vida algo maravilloso... te invade el temor de perderlo con solo un pestañeo. 

Es entonces cuando te planteas lo que debes o desearías hacer. 

𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora