Maia
Casi eran las siete, estaba lloviendo fuerte y el frío de la tarde cayendo me hacía estremecer, era como si el día tuviera reflejado en él mi humor. Hacía ya una semana desde la última vez que le ví. ¿ Quién iba a imaginar que me vería en una situación así? Mi mente daba vueltas contantes alrededor de nuestra última pelea y solo conseguía sentirme cada vez más culpable. De repente el sonido del timbre me desconcertó, aunque no lo suficiente para alejarme de mis pensamientos. Planee no abrir y fingir que no estaba, pero el tono insistente de los toques en la puerta de metal me hizo cambiar de parecer. Abrí la puerta y mi corazón se estrujó por completo al verle empapado en la entrada y con los ojos rojos. ¡Entra! - Le ordené - su voz era sutil, como si le costará pronunciar bien, - no puedo seguir - su voz se rompió así como mi corazón, será posible que todo acabase así.
Unos meses antes
3 de septiembre.
Las clases habían iniciado, el primer día de clases del año nunca fue uno de mis favoritos, todos preguntando por mis vacaciones y queriendo agradarme a toda costa con su interés, aunque en lo que a mí respecta, ninguna de sus atenciones me interesaba en lo más mínimo. Sin duda era el día más agitado de todo el semestre. Alexander estaba parado junto a Laura en el final del pasillo, justo en frente de mi salón. Él me agitaba el brazo desde lejos y hacía un gesto muy gracioso para que me diera prisa, seguramente Lau le estaba hablando sin parar y ya no la podía soportar. Llegué y Laura me abrazó fuerte, se podía notar su alegría, ella es mi mejor amiga, la conocí cuando se hizo novia de Alexander y compaginamos perfectamente, aunque, si soy sincera, no tenemos absolutamente nada en común, Alexander me miraba con el alivio claro en su rostro, ellos se quieren mucho, pero Lau a veces suele ser bastante parlanchina. Una multitud de chicas estaban gritando como locas en medio del pasillo, reían nerviosas y hablaban en voz baja entre ellas, lo mismo que otras chicas que estaban al final del pasillo.
- ¿Qué ocurre? - le pregunté a Laura.
Su rostro se iluminó, al contrario de Alex, quién, a juzgar por su expresión, parecía bastante molesto.
- Hay un chico nuevo en la escuela - dijo Laura con emoción - está en mi clase.
Laura es un año menor que nosotros, así que ese chico nuevo también. Mi mente no podía evitar pensar en si era guapo o no, lo siento, no puedo evitarlo, soy la persona más coqueta del mundo.
- Bahh - gruñó Álex - solo es otro mocoso que se lo tiene muy creído.
Laura volteó los ojos en blanco y soltó una risita burlona. La campana sonó y Laura se dirigió a su salón no sin antes darle un largo beso en la boca a Alex y sacarme la lengua. Alex y yo nos miramos y volteamos los ojos en blanco. Él me pasó el brazo sobre los hombros y juntos entramos al salón. Las clases fueron igual de tediosas que siempre, las horas pasaban y se acercaba la hora del almuerzo. Álex me envió una nota que decía : Lau nos alcanzará dentro de unos minutos, ¿te invito a un café? Me voltee ligeramente en mi asiento y levanté el pulgar para que supiera mi respuesta. Al culminar la última clase salí al corredor junto con él, caminamos por el pasillo intentando no chocar con los demás chicos. El sonido de mi móvil hizo que me detuviera en seco. Tomé el celular en mis manos y al ver el nombre en él me dió mucha rabia. Era de Hugo - hey nena, quiero verte hoy💞 - para ponerlos en contexto, Hugo, es el tío más molesto de la historia, era chico más popular de la escuela, después de Alexander claro, salí con él un par de veces por diversión, además nos veíamos en su casa de vez en cuando, nada serio, pero todo eso cambio cuando empezó a acosarme, literalmente, me seguía, me escribía a todas horas y quería mucho más de lo que yo quería ofrecerle así que me alejé de él y cambié mi número, realmente no sé cómo pudo obtenerlo otra vez.
- ¿Está todo bien Em? - la voz preocupada de mi amigo me volvió a traer a la realidad.
- Sí - respondí - es solo el idiota de Hugo.
Álex hizo una mueca de asco, se podía notar el rechazo en sus ojos, él me advirtió de cómo era Hugo y no quise escuchar.
- Si te hace daño yo...
- Tranquilo súper man - interrumpí - es inofensivo.
Le di una sonrisa de boca cerrada y le guiñé un ojo. Le tomé la mano y tiré de él hasta que llegamos a la cafetería. Allí estaba Laura, sentada frente a un impresionante buque lleno de comida, mi amiga siempre ha sido delgada, pero come como si fuera lo último que va a hacer en su vida.
- ¿Por qué tardaron tanto? - gritó - me iban a dejar colgada.
- Cómo crees mi preciosa princesa - respondió Álex con extremada sobre actuación, luego corrió a abrazarla y besarla de manera descontrolada haciendo que me entraran muchas ganas de reír.
- Voy al baño chicos - dije, pero en su besuqueo, ni siquiera vieron que me fui.
Pasé por el inmenso pasillo caminando apresuradamente e intentando ignorar los constantes mensajes de Hugo. Levanté la mirada por un segundo y vi a un grupo de chicos que conversaban justo delante de la entrada al baño de mujeres. Fui directa hacia ellos y al llegar todos dejaron de hablar y me observaron fijamente deteniéndose, como de costumbre en mis pechos.
- ¡Hombres! - pensé
Aunque no todos ellos lo hacían. Uno de esos chicos estaba justo frente a mí, tenía su azul mirada fija en mis ojos, se veía tan puro y tan tierno que me daba curiosidad.
- ¿Me dejáis pasar? - dije en tono amenazante.
Uno de ellos alzó una ceja y los demás se comenzaron a reír, todos excepto aquel chico, que continuaba mirándome esta vez con algo de curiosidad.
- No - dijeron a coro.
Les dije todas las amenazas que se me ocurrieron pero solo logré que se rieran de mí, incluso aquel chico reía.
- ¿Que vas a hacer con ese tamaño que tienes?
Miré hacia abajo examinando mi cuerpo, bien es cierto que solo mido un metro con cincuenta y tres centímetros, pero , también es cierto que tengo un cuerpo de escándalo, así que decidí usar todas mis armas para herir a ese chico que tocó mi punto débil : mi estatura. Caminé lentamente hacia el rubio atlético que me había dicho enana y él retrocedió cobardemente hasta que chocó contra la pared del lado de la puerta. Le acerqué mi pequeño cuerpo y vi como la lujuria se comenzaba a apoderar de sus ojos y sus amigos se separaron de la puerta, por lo que sonreí victoriosa, estiré mi brazo todo lo que pude y le tomé fuerte de cabello, tirando de él hasta que quedará casi a mi altura.
- Esta pequeña - susurré en su oído de manera sexy - puede hacer que te pongas a sus pies, cuando quiera.
Luego de eso, sintiéndome muy complacida le dediqué una última mirada al chico de los ojos azules y entré al baño con el sonido de las risas burlonas de aquellos chicos. Me estaba retocando en maquillaje cuando de repente entró Laura.
- Siempre vas muy maquillada - dijo mirándome desde el lavado del lado - te vas a arrugar.
La miré de forma asesina y continúe pintando mis labios. No podía evitar ver la curiosidad que había en sus ojos.
- ¿Qué? - pregunté
- ¿Qué pasa entre tú y Mason?
Arrugué mis cejas, no tenía la más mínima idea de quién era ese tal Mason.
- ¿Quién?
- Ese chico rubio que siempre está metido en mi salón, es de tu edad creo.
Mi rostro se estiró cuando me di cuenta de que ella hablaba del musculoso que me había dicho que no tenía el tamaño suficiente para amenazarlo.
- No pasa nada, ¿por qué?
- Bueno, le ví en el pasillo hace unos minutos y me comenzó a preguntar por tí, quería saber tu número.
Una pícara sonrisa se dibujó en mi cara.
- ¿Así que quiere mi número?
- Eso me dijo.
- ¿Y se lo habrás dado no?
- Claro que no, nunca se lo daría sin tu consentimiento.
Giré los ojos en blanco. El chico estaba muy bien debo admitir, sinceramente, siempre he tenido debilidad por los placeres de la carne y Mason, tiene el prototipo perfecto para acostarme con él y no salir envuelta cómo sucedió con Hugo.
- Bueno, querida amiga, la próxima vez que lo veas, dáselo.
Laura me dió una mirada asesina, yo le di un pequeño pico y luego me fui. Al salir de allí ví que aquel chico de los ojazos azules estaba conversando con el profesor de natación. Mi ojos rodaron hasta su torso desnudo y mojado, seguramente acaba de salir de la piscina, sus abdominales estaban muy marcadas así como sus pectorales y las pequeñas gotas de agua resbalaban suavemente por todos sus músculos haciéndolo ver todavía más sexy, mis pensamientos comenzaron a imaginar que besaba esas abdominales y me mordí el labio. Por un momento me sentí avergonzada de mí misma por mis impuros pensamientos. Ojo, no soy una pervertida ni nada de eso, pero tampoco les diré que sudo agua bendita, la verdad, me gusta bastante más el pecado, y ese chico, era una verdadera tentación. Sacudí mi cabeza y aislé mis obscenos pensamientos para poder seguir avanzando, note como sus ojos me seguían y me encantaba esa sensación. Al llegar a clases Mason estaba conversando sorprendentemente con mi amigo Alex, llegué a dónde estaban con una sonrisita estúpida en el rostro, Mason me miraba coqueto mientras Álex nos miraba confundido.
- Hey nena - dijo Álex - desapareciste del comedor, ¿A dónde fuiste?
- Al baño - respondí, haciendo que Mason se sonrojara.
- Me tengo que ir - dijo - nos vemos luego.
Salió de allí disparado, como si alejarse fuera algo de vida o muerte. Sonreí abiertamente.
- Estoy bastante seguro de no querer saber lo que os pasa - dijo Álex mirándome confuso.
Me mordí el labio y le di una mirada cómplice, él comenzó a hacer gestos como si fuera a vomitar, ¡es tan dramático a veces! Las últimas clases pasaron y nos dirigimos a casa de Laura ya que Álex nos tenía que llevar a ambas.
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Cerca de ti
Teen FictionDicen que los chicos malos son la debilidad de las chicas buenas, pero qué pasa si es a la inversa, qué sucedería si la chica mala se enamora del chico bueno, del que no quiere dañarla. Es de conocimiento popular que algunas mujeres tenemos la decep...