Capítulo VIII .- ¿De verdad...?

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Al llegar a casa, Itachi seguía devastado. Su corazón había sido quemado de forma brutal y era algo que no podía evitar demostrar.
Su familia lo miraba extrañada cuando llegó a casa.

Fugaku sentía mucha curiosidad, también reconocía la enorme cara de tristeza que llevaba y una posible causa.

—¿Itachi...? —le preguntó algo asustada su madre.

—¿Qué pasa? —se recompuso al instante brindándole una tierna sonrisa.

—¿Qué te sucede? ¿Estás bien?

—Es que estoy algo cansado, todo está bien. Perdón, pero debo irme a dormir ya.

—No usaste más de 1 hora de ir con Deidara, ¿Tuvieron una pelea?

—¿Pelea? —preguntó sorprendido el menor de los Uchiha.

—No es eso, Sasuke, madre. —les sonrió —. Sólo... —no se gastó en encontrar una excusa y subió a su cuarto dejándo su frase a medio terminar.

—Yo iré. —dijo Fugaku antes de que Mikoto pudiera levantarse.

Itachi lloraba desconsoladamente en posición fetal en su cama, cubierto por sus cobijas. Nada en especial pasaba por su mente, sólo veía todo como una película deprimente sobre su relación con Shisui.

Veía con amargura a su pequeña biblioteca, ya no quería nada. Estaba arrepentido de todo. Mañana le diría a Deidara cómo se sentía. En ese momento quería estar solo.

«¿De verdad me ama...?»

Fugaku golpeó con cuidado la puerta de su habitación. —¿Itachi...?

Itachi tembló en un susto al oír los golpes de la puerta y a la grave voz de su padre. Se apresuró y fingió estar dormido ya, pero el estruendo que hizo al moverse con rapidéz alertó a Fugaku, haciendo que abriera la puerta de inmediato y lo atrapara despierto.

—... —sabía que Fugaku lo había atrapado en ese estado pero, ¿Qué le decía que era 100% cierto? Sólo era una suposición, así que quedó callado y fingió ya estar dormido.

Fugaku suspiró y se acercó a su lado. —No hace falta, ya vi que estás despierto.

—No hay nada qué hacer aquí. Sólo quiero dormir. —la quebradez de su voz obviaba su sentimiento de tristeza.

—Llorando no lo conseguirás. ¿Qué sucedió, Itachi?

—...

—¿Es algo relacionado a Deidara? —Itachi negó con la cabeza —. ¿Entonces qué? ¿Deidara era sólo una excusa o pasó algo mientras estaban allá? ¿Te rechazó alguna chica? —bromeó.

—... —había vuelto a empezar a llorar en pensar en Shisui riéndose en su cara por pensar que iría.

—Ya veo... ¿Sabes? Había una niña que me gustaba hace mucho tiempo, cuando tenía tu edad de hecho. — rió —. Su cabello era rojo y sus ojos azules. A mí y a mi mejor amigo nos gustaba mucho. Al final se quedó con ella. Ambos se lo confesamos por accidente el primer día. Lastimosamente, había dicho que sí a él y a mí... No tienes idea de la depresión que me dió. Pero pude vivir con tranquilidad. Ya no tengo inconvenientes al respecto, a ambos los quiero pero no de la misma manera que a tu madre. Ella fue mi cura. Lo que intento decir es, que no será siempre la primera ni la única mujer de la que te enamores. Estoy aquí para consolarte mientras tanto.

—Me encantaba mucho...

—¿Quién era?

—No me importa lo que vayas a pensar... ¡Amo a Shisui! Es mi novio.

—O-oh, entiendo. —dijo algo sorprendido —. ¿Entonces no te rechazó?

—Técnicamente lo hizo. Se olvidó de mí 2 VECES. —le dijo con enfado y dolor notorio en sus palabras —. Ayer quedamos en ir a una cita romántica y me dejó plantado, no fue. Ahí me quedé como un idiota esperándolo.

—¿Y por qué tardaste más que eso...? —Fugaku trabajaba casi todo el día, por la mañana se iba antes de que sus hijos despertaran y por la noche llegaba, a veces, cuando sus hijos ya estaban dormidos. Era cosa de un a veces cuando llegaba temprano, ya que trabajaba como jefe de la policía en Konoha.

Aún así, se había enterado sobre sus salidas nocturnas ya que Mikoto se lo había contado. Era una madre preocupada, esperaba ansiosa a que llegara y de ser posible, contaba cada minuto en el que Itachi llevaba fuera de casa.

—B-bueno... Deidara... yo... —tragó duro —. Le pido que me cuide de lejos y él vió todo esa noche. Así que después de la hora él... se acercó a mí y mi cita fue con él.

—¿Y la pasaste bien?

—No pude habermela pasado mejor. —sonrió —. Es increíble, el mejor amigo que haya conocido. Esa noche hasta había olvidado que Shisui debía estar en su lugar.

—No, no debería.

—¿Eh...?

—Si Deidara estaba ahí fue por alguna razón. Si Shisui no estuvo ahí fue por alguna razón, una razón algo sádica diría yo. Dos veces... obviamente no fue por accidente.

—Entiendo... Todo ésto es una tontería mía. Yo tengo el deseo de tener un romance como el que leo en los libros que tanto suelo comprar.

Fugaku soltó una pequeña risa y acarició la espalda de su hijo. —Oh, de ahí viene todo.

—Sí, ¿Por qué?

—Te haré una pregunta y quiero que pienses muy bien tu respuesta. ¿De verdad te gusta Shisui o simplemente te fuerzas por sentir lo de esos libros?

La mente de Itachi se llenó de esas preguntas y más variantes. Quedó en completo silencio y bajó la cabeza con tristeza.

—Bueno, tengo que irme ya. Yo también estoy muy cansado. Si te ayudé, entonces estoy feliz de ello, porque al menos habrá servido mi poca presencia contigo. Descansa. —sonrió, se levantó y se fue, cerrando la puerta.

—Amar... ¿Qué es amar...? —susurraba para sí mismo —. Shisui ¿De verdad me ama? Alguien que se olvida de mí no creo que sea el amor de mi vida. ¿De verdad amo a...? Me lastima y me ilusionó mucho... después destruyó mi corazón... ¿Qué esperanzas tengo de que siga conmigo para siempre? Está burlándose de mí. ¿Por qué demonios se me ocurrió esta tontería...? —sus ojos se humedecieron mientras el castigo mental de haber parecido un niño se apoderaba de todo su ser —. Ya no quiero darle vueltas al asunto, jamás pasará.

× ¡YO TAMBIÉN QUIERO! ×   [DEIITA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora