Capítulo 10

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Cuando a la mañana siguiente Colin bajó a la sala matinal para desayunar, se la encontró vacía. Vacía, ordenada y sin un solo rastro de una mísera migaja en la mesa. Colin suspiró y se frotó las sienes. Lo había estado haciendo desde que su ayuda de cámara apartó las cortinas de la habitación con una maliciosa sonrisa asomando en sus labios.

Observó el reloj de pie que descansaba sobre la pared lateral de la sala pero el dolor que atizaba palpitante en su cabeza le obligó a cerrar los ojos. Aguardó unos segundos antes de mirar a través de la pequeña hendidura entre los párpados abiertos para verificar la hora. Las doradas manecillas del reloj marcaban las doce y treinta y sies, no era extraño que no hubiese un alma en el comedor matinal para desayunar. Volvió a suspirar y se encaminó a la sala azul arrastrando los pies.

Su ayuda de cámara le había informado que su madre solicitaba que se levantase pues deseaba hablar con él. Colin se había tapado los ojos con el brazo y había emitido una especie de balbuceo indescifrable como respuesta. 

Por supuesto que Violet Bridgerton quería hablar con él. De hecho, estaba seguro que tenía varias cosas que decirle y ninguna  en un tono agradable. Él tendría que escucharla y asentir como solía hacer siempre. También mostrarse lo suficientemente arrepentido por un par de días para que ella considerase que había aprendido su lección. Aunque siendo sinceros, no lo estaba. Por otro lado, tampoco creía que pudiese defenderse demasiado con el intenso dolor de cabeza y el molesto mareo que lo había sacudido ni bien dispuso un pie fuera de la cama.  Santo cielo, había olvidado lo molestas que podían ser las nauseas posteriores a una borrachera.

Por lo general, Colin había terminado por aprender, luego de mucho ensayo y error,  cuando llegaba al límite con el alcohol antes de que terminase demasiado ebrio como para no acordarse de lo sucedido a la mañana siguiente. O, para verse asediado por esa desagradable sensación en la boca del estómago que amenazaba con hacerlo arrojar las tripas en el primer rincón que encontrara. Sin embargo, la noche anterior había echado la prudencia por la ventana y estaba seguro de haber perdido una cuantiosa cantidad de dinero en el bar de Modrich, o ¿fue el White's? Daba lo mismo.

Se había marchado de la fiesta de lady Danbury queriendo coronar una noche de lo más exasperante...  ¡vaya que lo había conseguido! ¡Si no recordaba siquiera como había regresado a Bridgerton House! Y no se trataba de esos recuerdos envueltos en una brumosa nube por debajo del efecto del alcohol en el sistema. No. Colin no tenía un solo recuerdo de haber abandonado el bar, o de haberse subido a un carruaje, y mucho menos de haber llegado a su cama. Al menos que en las últimas veinticuatro horas hubiese adquirido la capacidad de levitar, fue un poco más que sorprendente el verse en su cuarto cuando despertó y no durmiendo con la cabeza apoyada entre los brazos sobre una de las mesas del bar.

Cruzó lentamente el distribuidor que separaba el pasillo del que provenía al corredor siguiente donde se encontraban en primer lugar la sala de reuniones azul, del que flotaban a través de las dos puertas abiertas de par en par, los murmullos de varias voces  chocando y cruzándose entre sí lo que desembocaba en un alboroto ininteligible.

Si ignoraba la sala azul y continuaba su trayecto, llegaría a las puertas del salón de descanso de uso exclusivo de la familia: la salita verde. Allí tendría un preciado momento de paz. La idea era tentadora, pero sus posibilidades de cruzar por las puertas abiertas de la sala azul sin ser visto por sus hermanos, o Dios no quisiera, por su madre eran escasas. Así que suspiro resignado, mirando anhelante las puertas cerradas de esa silenciosa habitación. Hasta la sobria puerta del cuarto de lecciones, que se encontraba al final del pasillo ante él parecía mejor alternativa. La cabeza le zumbaba demasiado como para hacer frente a toda su familia a la vez.

Debía disponer pronto de un apartamento de soltero como lo había hecho Benedict dos años atrás. Con sus ingresos , no le ocasionaría muchas complicaciones alquilar un respetable piso en uno de los barrios circundantes a Mayfair o Saint James. Bloomsbury, por ejemplo, era una opción de lo más conveniente a fin de servir a su propósito: tener una residencia en donde estar en soledad y, como adicional, un lugar para ir a descansar por las noches en las esporádicas ocasiones que estuviese en Londres.

Seduciendo a Miss Featherington (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora