-¿¡Qué!? –su pregunta la hace de una manera tan perpleja que parece como si no se esperase esa respuesta a lo que eso me causa bastante asombro por no lograr entender su actitud.
-Mi ex novio –repito de nuevo haciéndolo con más entonación para que le quede claro –Ahora pulse el botón quiero salir, no me gusta los espacios cerrados –insisto casi suplicándole, pero este parece que no escucha o quiere hacer caso a mis suplicas.
-¡Dale al maldito botón! –le grito al mismo tiempo que me abalanzo para ir yo misma a pulsarle. Sin embargo, en el momento que mi dedo presiona la tecla mi mundo se viene abajo porque el ascensor no hace nada, no se pone en movimiento y presiento lo peor.
-¡No va! ¡No va! ¿¡Por qué no va!? –chillo mientras noto como el aire empieza a faltarme.
-Cálmate –al fin se rinde hablar después de minutos sin hacerlo –Llamaré para que venga a sacarnos.
-¡Ayuda! –vuelvo a gritar dando unos golpes en la puerta para ver si alguien nos escucha. No puedo estar aquí más tiempo. Quiero salir. Necesito aire. Mi respiración empieza a dificultarse haciéndose cada vez mayor -¡Necesito salir! –vuelvo a gritar alterada. Unas manos se aferran a mí y me sujetan a la vez que me dicen que me tranquilicen.
-Bella mírame –oigo la voz del magnate y mis ojos se alzan hacia arriba conectando con los suyos. Hago el intento calmarme, pero no lo consigo –¡Mierda Bella cálmate! –escucho de nuevo su voz con tono de preocupación.
-Tengo que salir –digo con la voz entrecortada notando un ligero mareo perdiendo un poco mi estabilidad. Sin embargo, las manos del magnate me agarran con fuerza. Mis ojos se cierran para ver si así puedo relajarme mientras pienso en cosas positivas o que me transmitan paz, pero lamentablemente no visualizo nada, no veo nada positivo, solo problemas y más problemas lo que hace que mi estado empeore.
-¡Abre los ojos! –ordena e inmediatamente estos hacen caso. Al abrirlos me encuentro a sus ojos de nuevo. Son hermosos, demasiados hermosos y nunca los había visto tan detalladamente de cerca. Su mirada profunda e intensa se clava en la mía que está llena de agonía. En ese momento sus manos se posan en mi rostro sujetando mi cabeza con firmeza.
De repente sin esperarlo siento como sus labios se posan en los míos con fuerza. Entonces en esos segundos mi mundo se paraliza, mi mente deja de pensar para centrarse en lo que está ocurriendo ahora mismo.
Sus labios.
Su beso.
Mis ojos están cerrados saboreando esta sensación que puedo afirmar que se siente agradable. También me doy cuenta de qué mis pulsaciones disminuyen y que la alteración que me invadía está desapareciendo. Más tarde noto como nuestros labios se van separando con lentitud. De pronto, mis ojos se abren encontrándome con su mirada.
Él me mira. Yo le miro, pero ninguno de los dos habla, nadie se mueve y empiezo a sentirme muy avergonzada.
-¡Os vamos a sacar! -repentinamente una tercera voz se oye detrás de las puertas haciéndome sobresaltar del susto. Los dos nos separamos al instante. Ruidos se escuchan y vemos como las puertas se abren apareciendo dos personas por ellas.
-¿Estáis bien? –pregunta uno de los hombres que parece ser el de mantenimiento. Yo me limito a asentir con la cabeza al igual que lo hace el magante. Recojo mis cosas del suelo que se me habían caído y salgo a toda prisa del ascensor en busca de los aseos.
Corro hacia allí y al entrar me meto en uno de los cubículos del baño. Sin embargo, no me da tiempo hacer más nada porque oigo su ronca voz detrás de la puerta:
-Abre la puerta –ordena.
-¡Déjeme en paz! –le grito desde el otro lado. No quiero verle, no puedo, esto está siendo muy vergonzoso ¡Nos hemos besado! Bueno ha sido un beso corto, pero ¡es un beso!
-Bella abre la maldita puerta ¡Ya! –esto último lo grita de un modo tan enojado que me ha dado hasta miedo.
Lo único que hago es quitar el pestillo de la puerta para que, si quiere entrar que lo haga él, y eso hace. El chirrido de la puerta se oye y se abre lentamente. No lo miro, mi cabeza esta agachada hacia al suelo. Oigo sus pasos acercarse y visualizo sus zapatos casi al lado de los míos.
-¿Te encuentras mejor?
-Sí –respondo rápido y cortante.
-Vamos a mi despacho.
-Quiero estar sola por favor –digo sin despegar la vista del suelo.
-Mejor vete a casa –al decir eso mi vista deja de centrarse en el suelo para observarle –Ya hablaremos.
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Son casi las diez de la noche y estoy tendida en el sofá. Cené hace una media hora y la verdad que no sé qué hacer. Me he pasado toda la tarde pegada a le tele viendo una serie para distraerme.
Estoy algo cansada mentalmente. Todo es un descontrol. Mi vida es un desastre y lo peor es que me he dado un beso con mi jefe. Bueno ha sido él quien lo ha hecho y probablemente fue para tranquilizarme y lo consiguió.
¿Qué hago mañana? ¿Actuar como si no hubiera pasado nada?
Yo creo que sí. Que es lo mejor.
El timbre de la puerta suena lo que hace asustarme. Mi mente se activa y piensa la posibilidad de que sea él.
No, no, no.
Por favor, que no sea él.
Giro el pomo lentamente y desgraciadamente mis suplicas no han servido de nada. De nuevo el magante está mi casa.
-Señor Rogers... ¿A qué ha venido? –es lo único que me sale decirle.
-Hablar con usted, ¿puedo? –señala hacia el interior.
-Sí, claro –no tengo más remedio.
Este una vez dentro se sienta en uno de los sofás, pero antes se quita su buena chaqueta negra del traje.
-Bueno... se encuentra ya del todo bien? –sinceramente esta conversación no me apetece tenerla. Me huelo del por qué ha venido y creo que lo mejor es que le pida disculpas y qué fue un error que no debió cometerse.
-Sí, no se preocupe. Señor Rogers siento lo que pasó esta tarde, me puse histérica por el hecho de pensar que estaba encerrada y de verdad que lo siento muchísimo. Y sobre eso, no se lo contaré a nadie. No pasó nada–esto último lo digo con algo de timidez.
-¿Nada? –alza sus cejas a modo de asombro –La besé Bella –contesta y en ese momento se levanta –Pero por eso he venido no quiero que se confunda. Solo fue para calmar tu histeria, fue un impulso, pero nada más. ¿Le quedó claro? –lo que suponía.
-Sí señor –me limito a contestar.
-Bien, pues si lo tiene todo claro me voy. Que tenga buena noche señorita Harvins.
-Igualmente señor Rogers, que tenga buena noche.
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Sr. Magnate
RomanceBella Harvins, una hermosa joven de 22 años que está a punto de acabar la carrera en la universidad consigue una beca para realizar unas prácticas en una de las empresas más importantes de Atlanta. Rogers Coorporation. Lo que no espera es que el her...