Introducción:

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Una pequeña rubia se miraba al espejo con una sonrisa llena de emoción. Se levantó de la cama y se arregló la ropa un poco. Se volvió a acercar al espejo para hacerse un pequeño dibujo sobre su rostro y decidió bajar a darle una demostración a sus padres

—— ¡Mamá! ¡Papá! — bajó las escaleras, su padre leía el periódico como de costumbre y su madre cocinaba en silencio, ella se detuvo en la sala con una sonrisa de oreja a oreja — ¿Que tal me veo?

—— Vaya, pero ¿que tenemos aquí? ¡Que Linda! — exclamó su padre levantándose del sofá — Eres una...déjame ver, déjame vez...¿una princesa?

—— No, papá. — le respondió la pequeña entre risas —

—— ¡No! Estoy cerca...mmm eres...¿una reina? —— Nop — negó escondiendo sus brazos —
—— ¿Un unicornio? — La Niña sonrió y negó — Me rindo

—— Soy un hada
—— ¿Un hada? Entonces... ¿donde están tus alas, bella hada? — La Niña giró a su espalda y vio que no estaban —

—— ¿A donde fueron?

—— ¿Se fueron volando? — le pregunta su padre causándole una sonrisa —

—— Janeth... — su madre apareció con las alas falsas — Te dije que yo las iba a arreglar ¿ya lo olvidaste?

—— Perdón, estoy muy emocionada, ya quiero ir a buscar dulces con mis amigos.

—— Ya sabes las reglas, regresas antes de las diez y nada de-

—— "Comerme los dulces sin que tú los revises" ya lo sé, mamá. Me lo dices todos los años.

—— Es porque te quiero, mi pequeña. Date la vuelta, te pondré las alas, ¿de acuerdo? — ella asintió y le dio la espalda — Un segundo, listo.

—— ¿Ya? ¿Ya me puedo ir?
—— Ve con cuidado, Janeth.
—— Mjm, adiós mamá, adiós papá.

Abrió la puerta y salió, comenzó con su búsqueda de dulces esa noche. A lo lejos vio a sus amigas charlando, ella sonrió con emoción y se les acercó. Las niñas hicieron un silencio incómodo cuando la rubia se les acercó.

—— Hola, chicas. Se ven muy bien.

—— Hola, Janeth... — habló una con desánimo —

—— ¿A que casa iremos primero?
—— A cualquiera, eso no importa.
—— ...Okey... — comenzaron a caminar y a charlar entre ellas —

La rubia se quedó atrás tratando de hacerse parte de ese grupo.

—— Te veías preciosa ayer
—— ¿Ayer? ¿Que había ayer?
—— ... — todas guardaron silencio una vez más —

—— ...Fue mi fiesta de cumpleaños
—— Oh...no lo sabía, Megan. No me invitaste.

—— Es que ya habían muchas personas que mi papi había invitado, ya no cabía nadie más.

—— Entiendo...

—— Había un carruaje muy hermoso, lastima que te lo perdiste. — se encogió de hombros Megan —

Todas siguieron caminando y comenzaron a ignorar cualquier palabra que dijese la rubia.

La rubia detuvo sus pies y notó que ellas seguían caminando y no lo notaban.

Suspiró y luego sonrió cuando recordó a alguien que no la excluía.

Sonrió con emoción y corrió a unas casas más adelante. Se metió en medio de las niñas que la ignoraban y salió corriendo haciendo que todas se enojaran y murmuraban.

Finalmente llegó a la casa indicada y tocó la puerta con mucho apresuró. Era la única casa que ni estaba decorada. Alguien abrió la puerta, un hombre que le generaba miedo a La Niña. Sin embargo el hombre era amable con ella, con su hijo...no tanto

—— ¿Janeth? Pero que linda te ves hoy. ¿Eres un hada?

—— ...Si, si, señor. — tartamudeó al ver al hombre alto y grande que le hablaba —

—— Yo no doy dulces hoy. ¿Quieres un cepillo?
—— ... — el señor sonrió y le dejó uno en su canasta —

—— Esos dulces causan muchas caries. ¿Lo sabías? Más vale que lo cuides bien. ¿De acuerdo?

—— De acuerdo...¿está su hijo en casa? — el dejó de sonreí y volteó hacia su hijo quien observaba por la ventana de manera curiosa —

—— Así es...

—— ¿Cree que pueda venir a buscar dulces conmigo? Estoy un poco sola...

—— Pero por supuesto, no lleguen tarde.
—— Gracias, señor. — el sonrió y cerró la puerta un momento —

La Niña comenzó a jugar con sus pies mientras que esperaba, levantaba la vista y veía a sus "amigas" reír y murmurar mirándola

—— ...Solo se están...divirtiendo...entre ellas... — se abrió la puerta y un pequeño fantasma salió — ¡Hola! Eh...¿Willy?

—— ¿Que? Soy un fantasma, ¿se ve bien?
—— Supongo...pero no puedo verte
—— Esa es la idea...odio esto que tengo puesto en la cara, parezco un robot.

—— ¿Quien te dijo eso? ¿Megan?
—— Lo dicen todos, aún así me gustan los fantasmas.

—— Como quieras
—— Estoy muy emocionado
—— ¿Por?
—— Hoy gracias a ti, finalmente podré comer un dulce por primera vez

—— Pobre, Willy. — sonrió La Niña y ambos bajaron las escaleras y comenzaron con otros de sus amigos a buscar dulces por el vecindario—

—— Dulce o turco — elevaron la voz los niños entregando sus canastas, la mujer sonrió y los reconoció a casi todos —

—— ¿Que tenemos aquí? Janeth, te ves magnífica. Que lindos están todos, pero...¿que tenemos aquí? — el fantasma dejó ver su rostro y la mujer sonrió — Willy, ¿cómo estás?

Les entregaron los dulces y ya era hora de volver a casa

—— Espero que puedas comerte todo esto, Willy.

—— Tu también, nos vemos Janeth. — Se despidió El Niño fantasma sacudiendo su mano, la rubia imitó su acto y con una sonrisa se dirigió a casa, sin embargo fue detenida en el camino por un auto —

—— Ehh disculpe, quiero irme tranquila a mi casa. — la ventana de una de las puertas de aquel auto se bajó¿Megan? ¿Que quieres?

—— Es ella, papi.
—— ¿Yo que? — su padre se bajo del auto y se le acercó — ¡Aléjese! Mis padres están cerca.

—— Que bien, porque deben saber lo ladrona que es su hija.

—— ¿Ladrona? ¿Yo? ¿Está loco? Yo no e robado nada.

—— Y se atreve a hablarme así. — le arrebató su canasta — Los dulces de mi hija.

—— ¡OIGA! — La hija de este solo le sonreía de manera arrogante y burlona —

El hombre ignorando que La Niña estaba al borde del llanto subió al auto y se fue con su hija

La rubia llegó a casa llorando, sus padres le preguntaron que pasaba pero ella no quería decirlo, ya que el hombre que le arrebató los dulces era el jefe de sus padres

Después de todo
No quedarían en la calle solo por unos dulces

¿O si?

Dulce amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora