LEO x READER scenarios «ESPAÑOL» [TMNT]

Lo conoces

Era una tortuga. ¡Una tortuga! Y no de un tamaño normal, sino de un tamaño gigante, como un humanoide; un mutante... Al igual estabas emparanoiándote y era solo un disfraz pero, ¿no sería eso lo más absurdo? Lo más realista puede pero en definitiva lo más absurdo.

Te quedaste toda la noche en vela intentando procesar lo que tus ojos acababan de ver. Te costaba Dios y ayuda entenderlo pero lo que habías visto era real, y no solo aquella noche, sino que también la figura que habías visto hace unas semanas en la azotea.

Conseguiste calmarte ante el pensamiento que intentabas creer: era muy tarde y estabas muy cansada. Tal vez tus ojos e imaginación te estaban pasando una mala jugada. Así que, con el paso de las horas, el sol comenzó a asomarse por tu ventana como lo hacía todas las mañanas. A pesar de considerarte una persona que disfrutaba de los amaneceres, esta vez no era la cuestión, ya que al no haber dormido nada hubieses preferido que el sol hubiera estado unas cuantas horas más escondido. Pero eso era inevitable, así que te levantaste con pocas ganas de la cama y empezaste tu día. A lo largo de éste, no podías evitar dejar de pensar una y otra vez en esa misma noche y parece ser que muchos lo notaron, ya que no dejaron de llamarte la atención durante el trabajo.

Tu jornada pasó más rápido de lo que esperabas y con paso ligero volviste a casa. Eran las ocho de la tarde y estaba anocheciendo. Una vez entraste en el edificio, simplemente subiste en el ascensor hasta llegar a la última planta, que era donde vivías. Entraste a tu apartamento, dejaste las cosas tiradas por ahí y rápidamente subiste a la azotea. Por alguna razón tenías prisa en subir y no sabías el por qué, no era como si estuviera esperándote allí alguien, pero no podías evitarlo.

Tu objetivo era salir cuanto antes a la azotea, pero por alguna razón paraste en seco antes de abrir la puerta. ¿De verdad querías salir? ¿Y sí estaba allí de nuevo? ¿Y si te lo encontrabas? ¿Qué ibas a hacer? ¿Huiría de nuevo? Demasiadas preguntas rondaban tu cabeza y antes de poder darte cuenta, separaste tu mano del pomo y te diste la vuelta, decidida a volver a tu apartamento.

Algunos días pasaron. Pocos, un par o incluso tres y aún seguías sin aparecer por la azotea. No sabías porque no querías subir, no tenía sentido. No tenías miedo, pero sí mucha curiosidad así que no sabías precisamente que era lo que te impedía subir.

Miraste la hora del reloj. Marcaba las diez de la noche. Volviste la mirada al borrador de tu historia, aún atascada. Apenas habías avanzado desde la última vez que escribiste. Movías la pierna inquieta. Miraste de nuevo el reloj. Las diez y un minuto.

—No seas tonta. —te rendiste.

Saliste del apartamento y, esta vez sin pensarlo, subiste las escaleras y abriste la puerta que te llevaba a la azotea. Miraste a tu alrededor y al ver que no había nadie soltaste un largo suspiro.

—¿Qué te esperabas? —reíste. Realmente pensaste que te lo encontrarías así sin más.

Cuando creías que todo estaba en orden, un estruendo por detrás tuyo te sobresaltó, haciendo que poco a poco te fueras dando la vuelta.

No podías creer lo que estabas viendo. Efectivamente; no estabas loca, ni era a causa del cansancio, lo que habías visto y lo que estabas viendo ahora mismo era una tortuga. Pero lo que te intimidaba no era el animal como tal, lo que sí lo hacía era su tamaño, su forma humana y las dos katanas que asomaban desde atrás de su gigante caparazón.

—Tú, tú... —tartamudeabas. ¡Y claro que tartamudeabas! Lo que no podías entender era como no estabas en el suelo desmayada a estas alturas.

Antes de que pudieses decir nada más, aquel individuo te tapó la boca rápidamente sin dejar de mirarte a los ojos. Y los reconociste. Eran aquellos ojos azules que viste la noche de tu cumpleaños, sin duda alguna. ¿Pero por qué te había tapado la boca? Frunciste el ceño. Ni que fueras a ponerte histérica. Por ahora.