13.

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Steve.

¿Quién carajos se creía este idiota? ¿Cree que puede regresar cuando se le da la gana y tomar a Eddie de vuelta?

—Lamento interrumpir, pero yo estaba cuidando de Eddie. Y sí, mí Edds está bien. —Me apresuré a contestar. Eddie me miró sonriendo, Daniel se dió media vuelta y me miró de arriba a abajo. Tenía un par de aretes en sus orejas y una perforación en su nariz. Era atractivo, sí, pero Eddie no podría fijarse jamás en él. Daniel no le daría su lugar como se lo podría dar yo.

¿Acaso dije eso? ¿Le daría su lugar a Eddie?
Me hervía la sangre de solo escuchar como Daniel le decía el apodo que yo le puse a Eddie. Yo era el único que podía decirle así, yo vi el brillo en sus ojos cuando le dije ese apodo. Me pertenecía.

—Tranquilo, Steve, guarda tus garras, solo vine a ver a mi viejo amigo. —Daniel sonrió. Eddie lo miró sonriendo también. ¿Por qué sonreían? Yo fruncí mi ceño. Me aproximé a Eddie chocando el hombro de Daniel al pasar a un lado de él. Me senté en su cama. Me crucé de brazos mirando feo a Daniel.

—Ajá, ya lo viste, ya sabes que está bien, ahora déjanos solos, por favor. —Intentaba ser educado pero realmente el rubio me lo ponía difícil. Sus malditas expresiones me hacían sentirme como un idiota.

—Relájate, Harrington. ¿Para qué quieres que estén solos? —Eddie me miró, yo aclaré mi garganta. No sabía qué decir, solo quería que se largara. —¿Y bien? Estoy esperando.

—Eddie y yo estábamos a punto de hacer el amor antes de que llegaras, así que puedes estar aquí más tarde, aunque lo dudo mucho porque tendremos sexo hasta que amanezca.

Daniel y Eddie quedaron atónitos ante lo que acababa de decir. —¿Ustedes son novios o algo así?

—Bueno... —Eddie habló pero yo lo interrumpí.

—Eso no te importa. Ahora déjanos solos, mañana puedes hablar con él. Estábamos en medio de algo, ve a ponerte más aretes o lo sea que hagas. Nosotros estamos bastante ocupados.

—Se nota. —Dijo Daniel señalando el cuello de Eddie. Yo miré hacía donde apuntaba, Eddie traía un chupetón bastante marcado. Me había vuelto salvaje, ni siquiera noté que eso estaba ahí. —Bueno, tortolitos los dejo solos. Pero vendré mañana a ver cómo sigue Eddie. Provecho, muchachos.

Daniel salió de la habitación y después cerró la puerta del tráiler. Me puse mi playera y mis zapatos. Yo solté un suspiro y Eddie me miró de mala manera. —¿Qué fué todo eso?

—¿De qué hablas? —Eddie se cruzó de brazos y frunció el ceño.

—Eso. ¿Esos fueron celos, Harrington? —Yo sonreí y lo miré. Estaba enojado.

—¿Es en serio? ¿Estás molesto?

—No debiste tratarlo así.

—¿Así cómo?

—Fuiste grosero.

—¿Yo fuí grosero? —Eddie se volteó dándome la espalda. —Edds, por favor. Él usó el apodo que te puse, después no quería irse y preguntó sobre lo que éramos. Ese no es su asunto, es de nosotros.

—¿Y qué somos, Steve? —Eddie se volteó hacia mí. Yo me quedé sin palabras. Éramos amigos, ¿cierto?

—Amigos. —Eddie negó con la cabeza sonriendo.

—Eres increíble. No puedo creer que volví a caer por un tipo que es un idiota, en serio.

—¿De qué hablas? Es la verdad, somos amigos.

"Dos diferentes tipos de azul"  Steddie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora